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El caso Fanacif, la discrecionalidad argentina y la competitividad uruguaya, desde la óptica de la Cámara de Industrias

Las deudas con los exportadores es importante, pero el comercio con Argentina ingresó en uan dinámica más auspiciosa, asegura el director de Comercio Exterior de la Cámara de Industria, César Bourdiel

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Cesar Bourdiel
Cesar Bourdiel, Director de comercio exterior y certificaciones de la Cámara de Industrias del Uruguay
Francisco Flores/El Pais

El cierre de actividades de la autopartista brasileña Fanacif en Uruguay se presenta como un “gran alerta” de lo que puede ocurrir con la combinación de las dificultades para comerciar con Argentina y los problemas competitivos del país, advierte el director de Comercio Exterior de la Cámara de Industrias (CIU), César Bourdiel. Admite que “es probable que haya aspectos en los que, desde el sector público y el privado, no reaccionamos a tiempo”, para evitar ese desenlace. La historia de Fanacif, una empresa con 60 años de actividad en el país, no difiere de otras que han corrido la misma suerte, “en una lista que lamentablemente se puede ampliar de futuro”, advierte. Las empresas que venden a Argentina acumulan decenas de millones de dólares de una deuda difícil de cobrar, al tiempo que en la actualidad la situación “es más auspiciosa”. No obstante, hay una importante discrecionalidad de parte del gobierno argentino a la hora de priorizar productos y establecer cronograma de pagos. En ese contexto, los industriales elaboraron su “Plan de Acción para el Desarrollo Industrial”, “enfocado en fortalecer la competitividad”, destaca Bourdiel, y que será presentado ante todo el sistema político. A continuación, un resumen de la entrevista.

—¿Cuál es la actual situación de las empresas industriales exportadores a Argentina, respecto de la deuda generada en el pasado?

—No es homogénea. Debemos distinguir dos capítulos en esta historia: lo que ocurrió durante aproximadamente un año y medio, hasta mediados de diciembre de 2023, y lo que viene pasando desde entonces, con un nuevo gobierno en el país vecino.
En el período anterior tuvimos que hacer seguimiento caso a caso desde la CIU, viajando a Argentina para tratar de destrabar las operaciones. Luego todo empeoró, porque no se cobraba. Y las deudas generalizadas de ese período representan montos importantes pendientes de cobro para las empresas uruguayas de diversos sectores. Hemos podido recabar, a partir del contacto regular con nuestros asociados, que en algunos casos se ha logrado cobrar parte de la deuda, ya sea a partir de los bonos emitidos por el gobierno (Bopreal) o por otras vías. Pero otros tantos, quizás los que acumulan mayores montos adeudados, no han podido cobrar nada.

—¿Qué montos se adeudan aún?

—Según el último relevamiento que realizamos en enero pasado, obtuvimos información de 25 empresas de distintos sectores, o que representaba una deuda de 80 millones de dólares; estimamos que en total debería ser una deuda de alrededor de 100 millones de dólares, tema sobre el cual alertamos a las autoridades oportunamente.
Recientemente realizamos otros sondeos y allí conocimos que, si bien un porcentaje de esa deuda se pudo cobrar, la mayor parte sigue pendiente.

—¿Y qué ocurre con los negocios que se están concretando desde diciembre pasado?

—Ahí la situación es diferente, y yo diría que auspiciosa. Al menos lo que hemos podido monitorear, se vienen cobrando, aunque depende de qué producto se trate y qué cronograma de pagos le corresponda, según la nueva legislación argentina en la materia.

—El bono emitido por el gobierno argentino para los deudores, ¿ha sido un buen instrumento?

—El Bopreal (Bonos para la Reconstrucción de una Argentina Libre) es un instrumento financiero que procuró ofrecer previsibilidad y certeza en el acceso a dólares para lo importador argentino. La adquisición de estos bonos implica, o un diferimiento en el tiempo para su liquidez, o una merma en el valor, cercana al 30%, si se lo comercializa en el mercado secundario. Teniendo en cuenta ello y las condiciones que negocien el importador argentino, tenedor del bono con el exportador uruguayo, el resultado ha sido bastante variado.
Hay algunos socios de la cámara que mediante este mecanismo han podido cobrar parcialmente, otros cobraron todo, pero un grueso de la deuda, se mantiene. Realmente es muy difícil cuantificarlo, aunque podríamos considerar que es un instrumento que debería permitir que la situación comience a regularizarse.

—¿En qué se basa la priorización de productos o programas que hace el gobierno argentino?

—Es muy discrecional, de acuerdo con los productos y condiciones que le interese priorizar, de acuerdo con las necesidades del país. Un universo de productos Pago inmediato, otro pago a 30, 60, 90 y 120 días, para el caso de pymes hay plazos menores, etc. Sabiendo de qué producto se trate, se conoce de antemano cuáles son os plazos previstos para que el importador pueda acceder al mercado único y libre de cambios (MULC) y los pagos se concreten. No es que esté totalmente normalizado, pero lo importante es que esos cronogramas de pago se vienen respetando.

—El reciente anuncio de la autopartista brasileña Fanacif que deja de producir en la plaza uruguaya, ¿es un ejemplo de lo que está pasando con las empresas que venden hacia Argentina?

—Es un claro ejemplo de lo que pasa cuando todos, privados y públicos, no reaccionamos a tempo cuando aparecen medidas arbitrarias en un país socio, que distorsionan las condiciones de competencia en el mercado regional.
Tal como venía la situación, no nos sorprendió este anuncio, dado que era una de las empresas que tenía mayores cobros pendientes.
Fanacif no fue una empresa que vino a especular en el país y se fue ante la primera dificultad. Estaba en Uruguay desde hace 60 años, con unos 200 empleados y entre 12 y 15 millones de dólares de exportación al año a diversos destinos, principalmente a Argentina. Una empresa con una gran tradición y conocimiento de transformación industrial en el país, que como consecuencia de decisiones contrarias a todo compromiso de integración regional y de no haberse hallado soluciones a tiempo, cesa su actividad industrial con todo lo que ello significa.
No solo se pierde una empresa, se pierde conocimiento industrial en el país. Como consecuencia de incumplimientos en el proceso de integración por parte de un socio, distorsionando los flujos de comercio, perdemos una buena empresa. Y el país no reacciona a tiempo.

— ¿Cómo debió haber reaccionado?

—No tengo la solución; lo que sí sé que no podemos quedar a la espera de los tiempos de la diplomacia o gestiones de un gobierno. Las empresas no pueden esperar, si no reaccionamos enseguida no podemos pedirle paciencia cuando vienen tratando de sobrellevar la situación desde hace largo tiempo. Un día se termina. Algo no hicimos bien como país. Fanacif no fue la primera empresa que terminó tomando una decisión así. Y nadie puede decir que vaya a ser la última.

—Sectores como el de autopartes, ¿tienen cabida en esta coyuntura comercial?

—La arbitrariedad de criterios, el apartamiento de los compromisos asumidos como socios de un proceso de integración como el Mercosur, no es que crean una coyuntura desfavorable para el sector autopartista en especial, sino para cualquier otro.
Por otro lado, el perfeccionamiento y la mejora continua de las condiciones de competitividad, es un factor crítico para el éxito de cualquier sector en el país.
Creo que si lo que empezó a mostrar Argentina a partir del cambio de gobierno se mantiene y Uruguay sigue trabajando para mejorar las condiciones de competitividad para la actividad industrial en el país, el sector automotor en su conjunto tiene cabida, sin dudas.

—Se fueron varias autopartistas y de armado de vehículos últimamente…

—Es verdad, pero también hay otros proyectos en marcha. Es un sector importante, que genera mano de obra y se provee de otras industrias locales. Un sector que tiene varias décadas de desarrollo en el país.
Hay buenos instrumentos normativos que favorecen la producción industrial en el país, hay acuerdos bilaterales que incentivan su producción. Están dadas las condiciones para su presencia en el país.

—¿Uruguay debería definir sectores industriales estratégicos a los cuales apoyar apostando a su potencial de crecimiento?

—Lógicamente, hay sectores y productos que, por su naturaleza, cuentan con condiciones comparativas y competitivas superiores a las de otros sectores, todo lo cual, a priori, permitiría sostener que tienen mejor oportunidad de crecimiento.
Pero prefiero pensar que lo que el país debe hacer no es priorizar sectores, sino esforzarse en construir, perfeccionar y mantener condiciones de competitividad transversales, que permitan desarrollar una actividad industrial competitiva.

—El reordenamiento del mercado de cambios con Argentina, ¿trajo alguna consecuencia directa a las empresas uruguayas?

—Entiendo que sí. El acortamiento de la brecha cambiaria que viene ocurriendo en el vecino país, crea previsibilidad para la concreción de nuestras ventas de exportación, al tiempo que corrige las condiciones en que productos argentinos compiten en nuestro mercado doméstico, principal mente en zona de frontera.
Si comparamos el primer cuatrimestre de este año con los anteriores, podemos decir que las ventas a Argentina se han mantenido medianamente constantes.

—El documento que la CIU presentará ante los precandidatos hace énfasis en la competitividad del sector industrial y en la inserción internacional…

—El 56% de las ventas de la industria manufacturera están destinadas a la exportación. Y para que Uruguay crezca y alcance niveles de desarrollo debemos pensar en crecer hacia afuera. Por eso es impostergable la búsqueda de nuevos mercados y de mejores condiciones de acceso.
Por un lado, queremos que se consolide el efectivo libre comercio en el mercado regional, eliminándose toda restricción o distorsión existente y con efecto sobre los flujos de comercio y, por otro, avanzar en materia de nuevos acuerdos.
En el documento hablamos de “persistir” en la necesidad de lograr acuerdos con terceros países, junto con los demás socios del Mercosur o individualmente, si el esfuerzo conjunto no fuera posible.

—El camino de buscar acuerdos en solitario, parece bastante complejo…

—Lo sabemos; no planteamos las cosas en términos de Mercosur Sí- Mercosur No, pero debemos persistir en la búsqueda de soluciones a una solución que condiciona el desarrollo del país.
Nosotros no podemos prescindir del Mercosur. Hay sectores industriales “sanamente dependientes” de los países vecinos. Es donde se puede competir, donde hay oportunidades, para donde nos preparamos a comerciar, no es malo que así sea.

—¿Una apertura mayor genera recelos en algunos sectores industriales?

—Los industriales queremos más oportunidades de comercio exterior. El ejemplo claro es el de un eventual TLC con China. Dijimos que estábamos de acuerdo, no sin dejar de marcar los riesgos para algunos sectores. Institucionalmente siempre hemos tenido una postura favorable con negociaciones con terceros.

—¿Qué opinión tiene la cámara de industrias sobre el tratado de patentes (TCP)?

—Parece un tema inevitable. No nos hemos pronunciado como CIU. Por otra parte, es razonable que los sectores farmacéuticos tengan reparos y hagan su propia evaluación sobre el tema. Hay que trabajarlo más y buscar consensos para construir una postura institucional en la Cámara de Industrias.

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