¿Dejando atrás las turbulencias bancarias en Estados Unidos?

El ajuste en la política monetaria de Estados Unidos y una inadecuada gestión trajeron los fantasmas del 2008, según análisis de Balanz

Banco Silicon Valley
Silicon Valley Bank
AFP

Columna Balanz (*)

El derrumbe de Signature Bank, Silvergate y Silicon Valley Bank (SVB) en Estados Unidos, y luego Credit Suisse en Europa, trajeron los fantasmas de la crisis bancaria de 2008, en medio del ajuste más rápido y de mayor magnitud en la tasa de política monetaria de la Reserva Federal (Fed) en más de 40 años. A diferencia de 2008, donde los bancos tenían activos “tóxicos” ligados a las hipotecas, la pérdida de valor en los bancos regionales de Estados Unidos provino, en buena parte, de la caída en los precios de los bonos del tesoro americano, los cuales son considerados activos libres de riesgo, y de una inadecuada gestión de activos y pasivos. En cambio, en Credit Suisse, los problemas ya venían acumulándose hace tiempo y terminaron de implosionar con los eventos en los bancos regionales en Estados Unidos.

Si bien hubo momentos de especulación en el mercado durante marzo respecto a la dicotomía entre estabilidad financiera y la lucha de los bancos centrales contra la inflación, lo cierto es que las autoridades utilizaron las herramientas necesarias para asegurar la estabilidad financiera. De esta manera, la política monetaria se podría enfocar en combatir la todavía muy elevada inflación, la cual sigue siendo un problema para los bancos centrales en general. De hecho, los bancos centrales de Estados Unidos, Europa e Inglaterra subieron su tasa de política monetaria en marzo, manteniendo en curso el ajuste monetario.

La rápida y marcada reacción de los reguladores en Estados Unidos (y Suiza con Credit Suisse), jugó un rol central en evitar que la crisis bancaria escalara. Entre el 8 y 22 de marzo, la hoja de balance de la Fed (medida a través del activo) se expandió en US$ 391.504 millones producto de la provisión de liquidez a bancos en US$ 338.982 millones y US$ 60.000 millones a un banco central extranjero. Adicionalmente, la Reserva Federal activó una línea de liquidez para dólares americanos con los bancos centrales de Canadá, Europa, Inglaterra, Japón y Suiza que no tuvo que ser usada. Esta rápida provisión de liquidez y el compromiso de las autoridades en Estados Unidos jugaron un rol clave para calmar las preocupaciones respecto a un contagio masivo al resto del sistema bancario.

Desde el 22 de marzo hasta ahora, los activos totales de la Fed se redujeron en US$ 118.990 millones, favorecidos por una menor demanda de liquidez de los bancos en US$ 33.104 millones y US$ 30.000 millones del banco central extranjero (el resto se explica por la continuación del ajuste cuantitativo de la Fed, el cual reduce las tenencias de bonos del tesoro y de activos respaldados por hipotecas). Esto sugiere que la demanda de liquidez por parte de los bancos se habría tranquilizado. Por el lado de los depósitos, entre el 8 y 22 de marzo, salieron US$ 232.026 millones de bancos pequeños en Estados Unidos, mientras que los bancos grandes captaron US$ 24.005 millones en el período. Sin embargo, entre fines de marzo y principios de abril los depósitos de los bancos grandes y chicos crecieron US$ 76.641 y 53.945 millones, respectivamente, una clara señal de que el estrés en los bancos americanos se habría estabilizado.

El inicio de la temporada de balances en Estados Unidos está trayendo, por el momento, resultados tranquilizadores respecto a las ganancias de los bancos durante el primer trimestre de 2023. Hasta ahora, reportaron 27 de 60 instituciones financieras dentro del S&P 500, entre las que se encuentran Bank of America, Citigroup, Goldman Sachs, J.P. Morgan y Morgan Stanley, por nombrar algunas. De estas 27 instituciones, 17 presentaron resultados por encima de lo esperado. Si bien la temporada de balances está en sus inicios, los datos conocidos hasta ahora traen vientos de alivio.

En lo que va de abril, las acciones dentro del sector financiero del Standard and Poor’s 500 están mostrando un retorno de 3,6%, el mejor dentro de los 11 sectores del S&P 500. En cambio, el índice general muestra un retorno cercano a 0,7%. La dinámica en los precios de las acciones da soporte al mensaje de los datos de que la turbulencia desatada a principios de marzo en el sector bancario parecería estar quedando atrás.

Sin embargo, no es tiempo de bajar la guardia. Con la estabilidad financiera bajo control, los bancos centrales volverán a enfocarse en la lucha contra la inflación en medio de mercados laborales que lucen muy ajustados, no sólo en Estados Unidos, sino que en varias economías desarrolladas y emergentes. Por su lado, la Reserva Federal se apresta a volver a subir su tasa de política monetaria en 25pbs en su reunión de mayo y muy probablemente a mantenerla en el rango de 5-5.25% por lo que queda de 2023. Debido a los rezagos con lo que opera la política monetaria, es de esperarse que volvamos a tener turbulencias en los próximos meses, tal como lo auguran los modelos de predicción de recesión, los cuales señalan una muy elevada probabilidad para los próximos 12 meses en Estados Unidos.

(*)   Nicolas Kohn, Head de Research para wealth management (Balanz)

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