Vitruvio gigante: proyecto educativo y turístico en Punta Espinillo se transformará en una experiencia inmersiva

El museo interactivo fue reconocido como uno de los tres ganadores en la categoría de Sostenibilidad de la 2ª edición del Fondo DTI (Destino Turístico Inteligente) de la Intendencia de Montevideo.

Adriana Perla
Adriana Perla, directora del Museo Interactivo Vitruvio (MIV), ubicado en Punta Espinillo.
Francisco Flores/Archivo El Pais

El Museo Interactivo Vitruvio, un proyecto cultural ubicado en la zona rural de Montevideo, fue reconocido como uno de los tres ganadores en la categoría de Sostenibilidad de la 2ª edición del Fondo DTI (Destino Turístico Inteligente) de la intendencia. Este espacio innovador busca reconectar a las personas con su cuerpo y el conocimiento a través del juego, la experiencia sensorial y la vivencia en un entorno al aire libre.

La pieza central del museo es una impresionante figura humana de 112 metros de longitud, inspirada en el célebre dibujo del Hombre de Vitruvio de Leonardo da Vinci. Un aspecto destacable es su compromiso con la sostenibilidad, con la utilización de materiales reciclados, lo que ya le valió el Sello Verde de la IMM en noviembre de 2024.

Una parte significativa del Fondo se destinará a mejorar la comunicación y potenciar el desarrollo turístico del oeste montevideano.

Para ello, se contratará a una empresa encargada de desarrollar un plan de comunicación y marketing que incluirá una campaña de atracción y la mejora de la accesibilidad.

“Se implementará un sistema de audioguía interactiva con códigos QR ubicados en diferentes órganos de la figura, complementado con audio inmersivo 8D. Además, se instalará un sistema de WIFI para brindar conectividad a los dispositivos de los visitantes”, comenta a Domingo la doctora Adriana Perla, responsable del emprendimiento.

En cuanto a la infraestructura, se concretarán instalaciones lúdicas para una experiencia más significativa del cuerpo humano. “Se trabajará en colaboración con TACHO (Tacho.uy) para co-diseñar, fabricar e instalar 12 estructuras metálicas tipo ‘palmeras’ y un tobogán elaborado a partir de metales descartables e insumos reciclados”, agrega Perla.

Estas estructuras crearán áreas de sombra en la representación de los pulmones, mientras que el tobogán simbolizará la arteria aorta emergiendo de lo que actualmente representa el corazón: un ómnibus reciclado.

El proyecto no solo busca continuar con la reutilización de materiales y promover prácticas sostenibles, sino también fortalecer el vínculo entre adolescentes de Don Bosco en Casavalle y niños de la comunidad del oeste rural a través del trabajo conjunto en talleres supervisados, fomentando valores de inclusión, creatividad y responsabilidad ambiental.

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Hombre de Vitruvio en Punta Espinillo.

Desarrollo del proyecto

Hace 12 años, el programa Google Earth le permitió a la doctora Adriana Perla ver que lo que había comenzado a construir en su chacra de Punta Espinillo tenía la forma con la que tanto había soñado. No existían los drones y ella jamás había sobrevolado la zona. Pero el programa informático, que permite conocer el mundo a vuelo de pájaro con millones de fotografías tomadas por satélite, le confirmó que su gigantesco Hombre de Vitruvio, construido con viejas cubiertas de camiones, se parecía al dibujo que hace cinco siglos hizo el genio del Renacimiento Leonardo Da Vinci.

El Museo Interactivo Vitruvio nació de la iniciativa autogestionada de la propietaria del predio y ha evolucionado hasta convertirse en una Asociación Civil registrada en el Ministerio de Educación y Cultura. A lo largo estos años, ha experimentado un crecimiento constante gracias al entusiasmo por transmitir una visión transversal del conocimiento. “Amigos, vecinos, prensa, estudiantes de diversas edades, adultos mayores, empresas turísticas y público en general han visitado este espacio singular”, dice la doctora Perla.

La propuesta es intrínsecamente innovadora al ofrecer la posibilidad única de “entrar” a una figura humana gigantesca hecha a escala, recorrerla e identificarse con ella para aprender de forma lúdica sobre el cuerpo y el ser humano en general.

Su ubicación, a 17 kilómetros del centro de Montevideo, permite una “escapada” hacia el oeste, facilitando la conexión con la naturaleza, la contemplación del horizonte y la convivencia con la fauna local, entre otras cosas con una familia de lechuzas que reside en el sitio.

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