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El Personaje

Urrutia: su vínculo con Camila Rajchman, una pérdida que lo marcó y el sueño de ser campeón del mundo

Debutó en carreras de moto a los 3, en karting a los 5 y se mudó solo a Italia con 14. Es piloto profesional hace tres años y el 20 de agosto hará historia corriendo una fecha del mundial en Uruguay.

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El piloto Santiago Urrutia.
El piloto Santiago Urrutia.
Foto: Juan Manuel Ramos.

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Son pocas pero representativas las imágenes que Santiago Urrutia atesora de sus primeros años de vida en Miguelete, Colonia. Ir de su casa en el campo a la escuela en auto con su mamá maestra; la motito que su abuelo Eduardo le regaló a sus nietos y con la que corrió su primera carrera con 3 años; los taquitos de madera que le colocaban en la largada para que llegara al piso; su abuelo enseñándole a manejar en el medio del campo cuando tenía 5; o el accidente en moto que lo marcó. Esa vez le erró al salto, cayó al vacío y se sintió tan cerca del peligro que se alejó del motociclismo con 6 años para dedicarse exclusivamente al karting.

Hoy, que logró ser piloto profesional cuando tres años atrás lo contrató el equipo sueco Cyan Racing -dejó de pagar para correr-, se mudó a Barcelona -aunque esté instalado temporalmente en Uruguay- y viaja por el mundo, no siente gran nostalgia de aquella paz del campo; lo que sí añora es haber perdido el anonimato.

“Ser conocido en Uruguay me ha ayudado en muchas cosas, lo disfruto, pero a veces lo sufro un poco por el lado de haber perdido la privacidad”, afirma a Domingo Santiago Urrutia.

No tuvo otra que aprender a convivir con la exposición y lo maneja bastante bien. Los comentarios sobre su vida privada, dice, no le van ni le vienen. Y este 2023 no se salvó de estar bajo la lupa por su vida sentimental. A principio de año fue por su romance con Cande Tinelli, con quien asegura “tener la mejor”. Sin embargo, reconoce que el medio argentino es bastante cruel: “Hacen de una frase una historia gigante pero ya sabemos que es así, entonces lo que digan me da lo mismo. Jamás salí a hablar de mirelación con Cande, ahora porque pasó un tiempo y tengo la mejor con ella. Me alegró un montón que volvió con su ex (Coti Sorokin) y vi que sacó música, tengo cero drama”.

Esta semana volvió a acaparar los titulares por una foto que publicó junto a la influencer Camila Rajchman: “No soy novio de Cami, eso es lo que pasa cuando uno es conocido: sacan una foto y ya prácticamente para el público pasás a estar en pareja y la verdad es que no estoy en pareja; la quiero mucho, tengo una excelente relación, es una persona muy iluminada que me ha enseñado muchísimo y estoy en un gran momento”, aclara.

El gran momento también se debe a que volverá a correr en Uruguay el 19 y 20 de agosto en la quinta fecha del TCR World Tour y es un hecho histórico por ser la primera vez que un campeonato del mundo de automovilismo se disputa en nuestro país. La carrera será en el autódromo de El Pinar, participarán más de 35 pilotos y se transmitirá a más de 100 países. Las entradas están a la venta por Tickantel.

“Sentir que voy a correr de local debe ser como para un jugador de fútbol cuando viste la Celeste y va a jugar al Centenario. Es épico”, expresa.

Y confiesa que le da clases del tema a Camila: “Me río porque no entiende absolutamente nada de autos. De a poco le voy explicando porque va a ir a la carrera del 20, entonces le digo ‘algo tenés que saber’”.

Lo que se hereda...

Nació hace 26 años en la localidad de Miguelete y entre sus señas típicas resalta el ser competitivo hasta la médula. Su hermana Romina, dos años mayor, lo padecía: de niño quería ganar a todo, no había amistosos para él y se enojaba si perdía. No ha cambiado, pero ya no juegan, así que pelean mucho menos.

Y cuenta una anécdota que pinta perfecto ese rasgo de su personalidad: “Fui a jugar con un amigo que es cuadripléjico al rugby en silla de ruedas y cuando terminó la práctica el entrenador dijo ‘quiero felicitar a Santi por su enfermedad de competir’. Había uno que iba más rápido que yo y le quería agarrar la técnica, estaba re caliente por haber perdido. A todo me gusta ganar”.

Heredó de su familia paterna el amor por los fierros; por el lado materno, dice, son seguidores suyos pero no entienden nada de autos. “Mi abuelo es un apasionado, de hecho mi padre se llama Carlos por Carlos Pairetti, un ex piloto argentino. Mis tíos habían corrido en moto, mi padre en cachila. Y yo mamé eso”, afirma.

Un regalo colectivo de su abuelo Eduardo -una moto para compartir entre todos los nietos- terminó por marcar su vocación. Santiago se apoderó del birrodado y debutó en una carrera a los 3 años. Una caída donde voló por los aires precipitó su retiro del motociclismo, con apenas 6 años, y lo motivó a abocarse al karting.

Tenía 5 cuando su madre sacó un préstamo y le compró su primer kart, que se expondrá en El Pinar el 19 y 20 de agosto. “Fue en plena crisis, en la época de la aftosa, creo que lo hizo para sacar a mi padre del estrés del campo y algunos problemas familiares. Sacó ese crédito sin pensar que yo iba a llegar hasta donde llegué, simplemente para hacer una salida familiar: mi mecánico y el que me pintaba el casco eran amigos de papá, iban mis abuelos. Uno se lo tomaba en serio, pero no era el fin del mundo si salía último, lo importante era divertirse”, repasa.

Tesón

Su historia hubiese sido distinta sin el regalo de sus padres, sin Pablito (el que le pinta los cascos desde el día uno), sin el Cholo (su primer mecánico) y sin Jesús Chalela (su psicólogo desde los 5 años).

“Siempre agradezco a los que estuvieron desde el principio porque sin ellos no hubiera arrancado nada: el préstamo de mamá, el Cholo que me hacía el karting y papá”, enumera.

Tiene 26 años pero le suelen dar más edad. Es que su trajín ha sido intenso y acelerado. Y parece que hubiera vivido varias vidas en una.

Salió campeón argentino con 13, se fue al mundial en 2010, hizo un gran papel y la marca Intrepid le ofreció un lugar en su equipo. Y así, con 14 años se mudó solo a Europa. Su padre vendió la camioneta de sus sueños para que Santiago pudiera cumplir su anhelo. “Para mí fue fácil irme porque sabía lo que quería pero mis padres lo deben de haber debatido un montón, aunque nunca me lo hicieron saber”, remarca.

Se fue sin saber hablar inglés ni italiano. Su tío, que había vivido en Italia, lo acompañó la primera semana. Se instaló en Salizzole, un pueblito a las afueras de Verona donde estaba la fábrica del equipo. Vivía con otros obreros en un apartamento y hacía los cuatro kilómetros hasta la fábrica caminando o corriendo porque no tenía libreta. Nunca le pesó y menos al principio, que según dice, se sentía en Disney.

Aprendió desde prender la lavadora a hacerse pasta y limpiar. Maduró a los ponchazos y siente que se fue criando solo. Se perdió viajes y cumpleaños de 15, graduarse con su generación -dio exámenes libres para terminar el ciclo básico-; ver crecer a sus ahijadas, cumpleaños de familiares y pasó varios suyos lejos. Pero no se queja: “Es la vida que elegí para poder llegar a donde estoy hoy”, asevera. Y aunque al principio sufrió mucho por no poder comunicarse, siempre dijo que solo volvería a Uruguay si se quedaba sin oportunidades, jamás por extrañar.

El trago más amargo, sin embargo, no lo vivió en la profesión, sino al perder a un primo de su misma edad en 2019. “Me llevó un proceso y me duele hasta hoy pero lo acepto porque fue su decisión, no vio más salida. Me tocó sufrirlo de cerca y por eso le doy mucha bola a la salud mental”, revela quien encontró en la terapia un sostén para manejar la presión social.

Persevera

La única vez que pensó en tirar la toalla fue durante la pandemia, que se canceló la categoría que iba a correr (Indy Lights) y se quedó sin apoyo. “Ahí dije ‘no le veo solución’. Estaba en Estados Unidos y me llamaron para hacer una prueba de Europa, increíblemente, y quedé seleccionado en el equipo que estoy corriendo, pero estuve muy cerca de dejar de correr. No veía la luz al final del túnel, no porque no quisiera esforzarme más, simplemente porque se me habían agotado las posibilidades. Lo que estoy viviendo me cayó del cielo”, declara.

-¿Qué hubieras hecho si hubieras tenido que dejar el automovilismo?
-No sé qué hubiera hecho porque nunca tuve un plan B, siempre mi plan fue correr en auto, no sé si sé hacer otra cosa. Me hubiera dolido y costado mucho porque lo iba a sentir como un fracaso, pero no sé qué hubiera sido de mi vida si no salía esta oportunidad; quizás estaría laburando en la empresa de reparto de un amigo, en el campo con mi viejo o hubiera vuelto al liceo.

Ser profesional le cambió la vida -cobra un sueldo y su familia ya no tiene que aportar de su bolsillo porque además mantiene los sponsors- pero aún le quedan sueños por cumplir: “Quiero poder decirle a mis hijos que soy campeón del mundo”, cierra.

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