Tras fracasar el proyecto "paloma de la paz", proponen colocar el águila nazi en la Isla Gorriti

Se presentó en el Municipio de Punta del Este una iniciativa para darle destino al mascarón del Graf Spee, recreando la popa del barco y haciendo un mirador para turistas. El proyecto está a estudio del gobierno de Yamandú Orsi.

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La popa del barco. La escultura sería montada sobre una estructura que simularía la parte trasera del acorazado alemán, que fue hundido en el año 1939.

Durante casi dos décadas, el enorme mascarón de popa del acorazado alemán Admiral Graf Spee permanece oculto, guardado en un cajón del Ministerio de Defensa. Antes, pasó 69 años hundido en el lecho del Río de la Plata. Y, sin embargo, a casi 86 años de la Batalla del Río de la Plata, la pieza -una imponente águila de bronce con una esvástica- sigue provocando debates, incomodidades y proyectos frustrados. Esta semana, una nueva propuesta volvió a poner el tema sobre la mesa: el proyecto escultural y patrimonial “Águila del Graf Spee”, impulsado por Teresita Marzano Luissi, vecina de San Carlos y ex candidata a intendenta por el Partido Colorado.

La iniciativa fue presentada el martes en el Municipio de Punta del Este ante un grupo de vecinos, escritores, artistas y referentes culturales. Lejos de plantear una solución improvisada, Marzano asegura que se trata de un trabajo que lleva más de dos años de estudio y recopilación de información. “Esto es una propuesta absolutamente artística y, por decirlo de alguna manera, apolítica. Yo no soy artista, pero hace más de dos años que vengo trabajando, estudiando y recopilando material sobre un proyecto para el águila del Graf Spee”, explica a Domingo.

El planteo central consiste en utilizar el famoso mascarón como atractivo turístico, cultural y educativo, instalado en un sitio especialmente diseñado en la Isla Gorriti, uno de los enclaves históricos más relevantes del departamento de Maldonado. Allí, la escultura sería montada sobre una estructura que simularía la popa del propio acorazado alemán, acompañada de un mirador y un espacio expositivo.

Un debate estancado

La propuesta de Marzano surge luego del fracaso del último intento oficial por darle un destino a la polémica pieza. Durante el pasado período de gobierno, el entonces presidente Luis Lacalle Pou planteó fundir el águila nazi y transformarla en una “paloma de la paz”, obra que estaría a cargo del escultor Pablo Atchugarry. La idea, sin embargo, tuvo un vuelo muy corto. Fue duramente cuestionada desde ámbitos políticos, académicos, culturales y sociales, hasta que terminó siendo archivada.

Las críticas se apoyaron en un argumento común: los objetos vinculados al nazismo, por más sombrío que sea su pasado, forman parte de la historia. Su destrucción puede dar un mensaje inmediato, pero no necesariamente duradero. Así como Auschwitz o la Zona Cero de Nueva York se transformaron en espacios de memoria y reflexión, muchos sostuvieron que eliminar el símbolo implicaba borrar una parte incómoda del pasado en lugar de enfrentarla.

En ese contexto, el gobierno decidió no innovar más con el destino del águila durante lo que restaba de la pasada administración. Mientras tanto, sigue vigente un reclamo millonario del empresario Alfredo Etchegaray, quien obtuvo en su momento el permiso para extraer la pieza del fondo del río y reclama al Estado una compensación de US$ 25 millones.

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Balcón a la bahía. El proyecto incluye un mirador y un espacio expositivo.

Paisaje y memoria

El proyecto “Águila del Graf Spee” se apoya en una concepción territorial y patrimonial. Marzano propone ubicar la pieza en un sector específico de la Isla Gorriti, en una península rocosa elevada sobre el nivel del mar, sin afectar el medio ambiente. “Es un lugar donde no habría que depredar para nada el entorno. Es una plataforma natural, con rocas bastante por encima del nivel del mar”, detalla.

Sobre esa base se construiría una plataforma de hormigón rústico, sobre la cual se levantaría una estructura metálica que recrea la popa del famoso acorazado. Allí estaría adosada el águila. “Es una pieza de enormes dimensiones: pesa unos 360 kilos, mide 2,68 metros de altura y tiene una envergadura de 2,80 metros de ala a ala”, subraya la promotora del proyecto.

La estructura incluiría una terraza-mirador de unos 100 metros cuadrados, accesible al público, con vistas panorámicas a la Bahía Mansa de Punta del Este. “Desde ahí se podría ver la salina, las troneras de la Parada 17 y toda una zona colonial que forma parte de la historia de la isla”, explica Marzano. Debajo del mirador, el proyecto prevé un espacio multifuncional con información sobre la Batalla del Río de la Plata y el contexto histórico que llevó a Uruguay a involucrarse, de manera indirecta, en la Segunda Guerra Mundial.

“La Isla Gorriti ya es un espacio con un enorme valor patrimonial: tiene el cementerio inglés, el polvorín, restos del Saladero de las Ballenas, cañones. La presencia del águila no estaría alejada de un ambiente museístico”, afirma.

Historia y prejuicios

Uno de los ejes centrales del planteo de Marzano es la necesidad de superar los prejuicios que rodean a la pieza, especialmente por la presencia de la esvástica. Para la impulsora del proyecto, ocultar o destruir el símbolo no contribuye a una comprensión crítica del pasado. “Tenemos que liberarnos de prejuicios. El águila forma parte de la historia. Tapar la esvástica, como se hizo hace 19 años cuando la mostraron por primera vez al público, me parece deplorable”, sostuvo. Y fue más allá: “Con ese criterio, vamos a tapar el Cristo de la cruz. No, no se trata de eso. Tenemos que estar educados para ver, reconocer y entender que eso no debe suceder nunca más”.

Marzano también respondió a las preocupaciones sobre posibles actos de vandalismo. “Hoy existen en el mundo cantidad de sistemas de protección contra el vandalismo, desde barnices hasta recubrimientos especiales. Eso no puede ser un argumento para esconder una pieza histórica única”, dijo.

Además del valor histórico, cultural y antropológico, la propuesta pone el acento en el potencial turístico. Marzano citó cifras que, según explicó, surgen de estudios sobre el turismo de memoria en Europa. “El año pasado, Berlín recibió 12 millones y medio de turistas. El 79% visitó museos del Holocausto, pagando entradas de unos 30 euros. Hay que imaginarse el impacto económico per cápita”, destaca.

Para Marzano, el águila no es solo un objeto histórico-cultural. “Es antropológico, arqueológico, le interesa a oceanógrafos, historiadores, a muchísima gente. Es una pieza única en el mundo por su porte y por su historia”, afirma.

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Ubicación. Estaría en una zona rocosa de la isla, elevada sobre el nivel del mar.

Expediente lento

El anteproyecto fue finalizado en noviembre del año pasado y presentado a Presidencia de la República cuando aún gobernaba Lacalle Pou. También fue entregado a la Intendencia de Maldonado y a los ministerios de Defensa, Educación y Cultura, Medio Ambiente y Turismo. “Hace un mes y medio me llamaron del Ministerio de Defensa para decirme que el expediente ya tenía número y que había pasado a Medio Ambiente. Eso quiere decir que, al menos desde el punto de vista administrativo, el proyecto se está moviendo”, explica Marzano.

La iniciativa fue registrada además en Derechos de Autor en la Biblioteca Nacional, aunque su promotora aclara que el proceso es largo y no garantiza su concreción. “Esto es una propuesta a futuro. Simplemente un puntapié inicial para que se empiecen a mover cosas”, remata.

Un sitio con historias de guerras y naufragios

Ubicada a poco más de un kilómetro de Punta del Este, la isla Gorriti es uno de los enclaves históricos más relevantes de Maldonado. Conocida desde el siglo XVI por navegantes europeos, tomó su nombre del comandante español Francisco Gorriti y adquirió importancia estratégica en el siglo XVIII, cuando se construyeron baterías y polvorines para defender la bahía de Maldonado de incursiones extranjeras.

Durante ese período, la isla funcionó como complemento defensivo de la costa continental, dejando como legado fortificaciones que aún hoy pueden recorrerse. Su posición privilegiada la convirtió también en testigo del intenso tráfico marítimo del Río de la Plata, no exento de peligros.

Las aguas que rodean a Gorriti fueron escenario de numerosos naufragios. Entre los más citados por la historiografía local se encuentran el Sea Horse, hundido en el siglo XVIII, y el mercante Salvador, naufragado en 1812 en la bahía de Maldonado. Estos episodios alimentaron leyendas de tesoros perdidos y dan cuenta de la dificultad de navegación en la zona, marcada por bancos de arena y temporales.

Hoy, la isla es reserva natural y patrimonio histórico. Sus playas tranquilas, senderos y restos militares atraen a visitantes que, entre pinos y cañones antiguos, recorren un espacio donde conviven naturaleza, memoria y relatos de un pasado marcado por el mar y sus riesgos.

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