NOMBRES
El camino de las canchas de fútbol a los estudios de televisión no solo lo llevó a colgar los botines. También a pronunciarse sobre algunos temas urticantes entre los futboleros.
El argentino Sebastián Domínguez, exjugador de fútbol y ahora panelista y comentarista televisivo, sorprendió a muchos cuando habló de homosexualidad en el deporte más popular del mundo.
El fútbol ocupa un gran lugar en la agenda pública en todo el mundo, pero aunque a los futboleros les parezca insólito hay también mucha gente a la que el deporte rey le importa poco. O nada. Para esa gente es una sorpresa que un jugador (en este caso, exjugador) se destaque por otra cosa que no sea una gambeta, un cabezazo, un tiro libre o un gol. Eso fue lo que ocurrió la semana pasada, cuando muchos se desayunaron de la existencia de Sebastián Domínguez, un porteño que se hizo rosarino (se crió ahí a partir de los 4 años) que fue jugador profesional hasta 2017 y actualmente es panelista de un programa deportivo en la señal ESPN. A través de Twitter se viralizaron dos videos con participaciones de Domínguez.
En uno de ellos, el más extenso, decía algo que resulta una anomalía en boca de un jugador profesional. Un tuit le recriminaba al exdirector técnico de la selección argentina Alejandro Sabella no haber convocado a Domínguez para el Mundial 2014, a lo que el exjugador comentó: “Hizo bien en no llevarme al Mundial. Él me veía y sabía (...) Yo estaba todo el día maquinando, pensando, y a veces eso te juega en contra”. En otro momento de su aporte, relata otra experiencia en la selección argentina (vale señalar que Domínguez fue capitán de esa selección): “Al cuarto día (de la concentración), cuando ves que en reducido no tocás la pelota... te das cuenta que hay algo que no está bien”.
#ESPNF90 ? | SELECCIÓN, CONFIANZAS Y EGO
Atención a lo que contó @sebadominguez6 sobre su estadía en la Selección argentina. ¡Imperdible! pic.twitter.com/Pa6v0Rpuj5
— ESPN Fútbol Club Argentina (@ESPNFCarg) November 5, 2020
El otro video fue más “picante”. Domínguez empezó a hablar sobre la homosexualidad y el fútbol. “Todavía tenemos una deuda grande los futbolistas. No estamos viendo lo que pasa en el mundo si seguimos pensando que si sos ‘trolo’ no podés jugar al fútbol. ¡Dale! ¿Qué tiene que ver una cosa con la otra?”, dice.
#ESPNF90 Homosexualidad en el fútbol. Este es el fragmento final. Pero es el comienzo de un debate que tiene que ser coherente, honesto y sincero. Es una deuda muy nuestra, del futbolista y de los que amamos este deporte, que tenemos que asumir con respeto y empatía. pic.twitter.com/dDkNUt7Rbc
— Sebastian Domínguez (@sebadominguez6) November 5, 2020
En el hilo de los cientos de respuestas a ese video que Domínguez publicó en su cuenta, alguien se acordó del exdirector técnico de la selección uruguaya entre 1999 y 2000, el argentino Daniel Pasarella, que respondió así a una pregunta si aceptaría a un jugador gay en un equipo: “Es una situación complicada. Es una enfermedad (...) Para aceptarla tendría que ser una persona muy respetuosa, muy ubicada”. Al lado de esa declaración, había otra, del entonces presidente del club Boca Juniors y luego presidente de la Argentina, Mauricio Macri: “Ser gay es una enfermedad”.
Domínguez es de esos jugadores cuyos rasgos no podrían haberlo ubicado en otro sector de la cancha que el defensivo. Tiene la pinta de recio que parecía, hasta hace poco, ser condición sine qua non para los más destacados defensores. Arrancó su camino profesional en Newell’s, donde debutó en 1999 y donde cinco años más tarde obtuvo su primer título de campeón. De ahí a Brasil, al Corinthians. También ahí salió campeón. Una vuelta a Argentina (Estudiantes) y después a México, al América, donde no le fue demasiado bien: una lesión lo tuvo alejado de las canchas, además de que el América tuvo un período poco feliz.
Fue cuando regresó a Argentina en 2009 y empezó a jugar en Vélez Sarsfield que tuvo su racha más exitosa: Domínguez obtuvo cinco títulos de campeón en diferentes torneos.
Eso cimentó, claro, una relación de cariño y adhesión con los hinchas de ese club y lo colocó en ese lugar al que aspiran tantos: un jugador con la categoría necesaria para poder, en caso de ser convocado, jugar en la selección de su país. Pero como él mismo dijo en uno de los videos: “La selección me llevó puesto, siempre. Soy muy bueno en el fútbol local, y también en el continental. Lo marco a Neymar en el Santos. Pero siempre que llegaba a un nivel, me daba cuenta: ‘Hasta acá no me da’”.
De la pelota al micrófono
“Entré al medio del periodismo (televisivo) pensando que sería algo muy sencillo de hacer y hoy los tiempos para hablar, la modulación, la dicción, los tiempos de aire, redondear una idea... Son cosas que yo nunca las trabajé en ningún lado y que las aprendo a los porrazos, como puedo, preguntando qué está bien y qué está mal”.
En una entrevista, cuando aún era jugador en actividad, decía: “Juego tanto el partido en la cabeza que a veces llego agotado y no lo disfruto”.
Para aliviar esa presión interna, Domínguez recurría a la música: empezó tocando la armónica y luego le entró a la guitarra. En esa misma entrevista de 2014 (para El Gráfico) contaba que para él tocar un instrumento era una terapia y que había arrancado con la armónica en 2000, presentándose en boliches e interpretando música de otros: “Tan solo de Los Piojos, con esa robaba bastante. Después seguí con La Renga, Bob Dylan... Siempre traté de entrar en la música, pero no lo conseguí. Me convencí que es un hobby y lo disfruto, no da para más que eso”.
Cuando concluyó su etapa como jugador le preguntaron qué era lo que más extrañaba: “El tiempo. Creo que es lo más valioso que teníamos. Empecé a trabajar, como una persona normal, ocho horas por día en un canal de televisión, y me di cuenta que lo que me falta es tiempo”.
Una conexión a Uruguay a través de las letras
Además de sus logros como jugador y de su notoriedad como figura televisiva, Domínguez también tiene éxitos editoriales: Pelota de papel, una colección de cuentos escritos por futbolistas. Según relató, se involucró en ese proyecto porque lo llamaron. “Me contaron que había una idea de dos jugadores uruguayos, Jorge Cazulo y Agustín Lucas. Consulté a un amigo, para ver qué se le ocurría qué se podía hacer con esa idea”. Su amigo le propuso juntar a los jugadores y entrenadores en cuestión con periodistas o escritores que ayudaran a los deportistas a contar su historia. El primer volumen, que reunía relatos de personalidades del fútbol como Jorge Valdano, Jorge “Patrón” Bermúdez, Cazulo, Lucas y el propio Domínguez fue tan exitoso que se editaron dos volúmenes más. Además, el libro cuenta con ilustraciones de dibujantes y artistas como Tute (hijo de Caloi y actualmente en La Nación) y el recientemente fallecido Eduardo Maicas.
En esa misma nota dice que le encantaría ser director técnico, pero que probablemente nunca llegue a serlo: “Convivo con esas ganas constantes de dirigir, de inferiores a Primera División, lo que sea. Me recibí en 2014 y es algo que creo que no voy a hacer y que me voy a reprochar toda la vida. Porque es una elección de vida muy cruel para la familia, que ya soportó bastante mi etapa como jugador. Sobre todo mi esposa, que es pediatra y que siempre está en esa postergación constante, pensando que en algún momento va a llegar el tiempo de ella, de ser la protagonista de la familia y siempre, por una cosa o por otra —ahora por la televisión— me toca a mí”.