Nuestro vuelo desde el aeropuerto Changi de Singapur al de Ngurah Rai en Bali, así como muchos otros vuelos, se vio retrasado unas horas. El motivo fue la erupción de un volcán en lafamosa isla indonesia, cuyas cenizas impedían la visibilidad y las autoridades aeronáuticas debieron tomar precauciones. Mientras la noticia del retraso inquietó a algunos pasajeros, pasó casi desapercibida entre los lugareños que regresaban a sus casas y los vecinos de las islas cercanas que asumen con naturalidad que Indonesia es una zona altamente sísmica por su ubicación en el llamado “anillo de Fuego del Pacífico”.
Un par de horas después del aviso, finalmente abordamos el vuelo a Bali, en el que viajaban turistas de todo el mundo. Muchos eran jóvenes que ya llevaban puestas sus bermudas, casi listos para zambullirse en las aguas cristalinas de la isla o para practicar snorkel, buceo o surf.
Bali nos esperaba con toda su buena energía: cócteles de bienvenida, gran amabilidad de su gente y un entorno envolvente en el que la cultura hindú predomina y embriaga.
La invitación a Domingo para visitar Bali fue realizada por la Embajada de Indonesia en Argentina, concurrente con Uruguay y Paraguay, y la empresa Tafirel en el marco de un foro de comercio e industria organizado en la isla. Bien se dice que los negocios prosperan más en entornos bellos, donde las relaciones entre las partes se ven favorecidas. De hecho, tanto desde el sector empresarial como desde el ámbito público, las puertas quedaron abiertas para futuras colaboraciones entre Indonesia y Uruguay. Al mismo tiempo, la visita ofreció la oportunidad de conectar con una cultura distinta, hospitalaria y ávida de recibir nuevos visitantes.
Bali es la única provincia de Indonesia con mayoría hindú, y eso se refleja en su arquitectura, sus templos, esculturas y celebraciones. Si usted viaja a la isla, le recomendamos comenzar por disfrutar de los arrecifes de coral que la rodean. Mientras que las playas del sur se distinguen por su arena blanca, las del norte sorprenden con su arena negra. Todas, sin excepción, ofrecen paisajes de gran belleza que invitan a ser explorados.
Uno de nuestros destinos imprescindibles fue Denpasar, la capital de Bali, donde exploramos mercados tradicionales llenos de artesanías locales: desde madera tallada a mano, orfebrería y joyería, hasta muebles típicos, esculturas de deidades en diversos tamaños, instrumentos musicales autóctonos, telas y vestimentas batik e ikat, inciensos y mucho más.
Al norte de la capital se encuentra Ubud, famoso por su mercado de arte, museos y galerías; de hecho, es conocido como “el centro cultural de la isla”.
También -vale aclarar para muchos viajeros- existen centros comerciales internacionales que ofrecen productos de marcas reconocidas (ropa, zapatos, celulares, laptops y más), a precios convenientes en comparación con Occidente, al menos por ahora.
Sin embargo, le sugerimos dedicar el mayor tiempo posible a adentrarse de lleno en la naturaleza salvaje de la isla y en sus rincones más autóctonos, así como a embuirse de su idiosincrasia.
Bali se compone de una cadena montañosa, cuyo punto más alto es el monte Agung, de más de 3.100 metros de altura. Y a lo largo de partes de su geografía se extienden plantaciones de cultivos tradiciones de arroz y café, que hacen a un paisaje llamativo por sus grandes terrazas y sistemas de riego que siguen las curvas de las colinas.
Cabe recordar que la mayoría de los habitantes de Bali se dedican a la agricultura, principalmente al cultivo de arroz, aunque también cultivan café, frutas y verduras; además, muchos se dedican a la pesca.
Las plantaciones de Bali que visitamos no se destacan por el uso de grandes tecnologías; al contrario, son trabajadas por familias locales de manera tradicional, cuidando con detalle cada etapa del proceso. Las verdes terrazas escalonadas de arroz -base de la alimentación local y producto de exportación- conforman un paisaje visualmente impactante, como una postal que fascinó a todos durante el recorrido.
Aún muchos campesinos rinden homenaje a la Diosa del Arroz, Dewi Sri, y pudimos observar pequeños santuarios colocados en las plantaciones. “Se dice que acá está el alma de Bali”, nos dijo un productor local que suele tener contacto con turistas que viajan desde Australia, según explicó.
Otra recomendación es visitar a los templos hindúes, como el Tahah Lot (Pura Tanah Lot), el templo de Uluwatu (Pura Luhur Uluwatu), el Ulun Banu Beratan (Pura Ulun Danu Bratan) y el Pura Kehen (dedicado a Shiva, uno de los edificios más venerados), entre otros. En las cercanías de algunos de estos templos, se realizan espectáculos que recrean rituales para las divinidades.
Por supuesto, son muchos los lugares para visitar en este archipiélago que causan asombro, y sobra decir que nuestra estadía nos resultó “corta”. Quedamos con ganas, por ejemplo, de conocer el templo Tanah Lot, que se alza sobre una roca en el sur de la isla. Es un lugar ideal para meditar y ofrece atardeceres que tiñen de color especial la infraestructura del templo, que data del siglo XVI.
Quizás usted pueda ir.
Otra recomendación que le hacemos es visitar el “Bosque Sagrado de los Monos de Ubud”, una reserva natural que forma parte de un complejo de templos. Allí habitan más de 1.200 macacos de cola larga, considerados sagrados por los balineses. El bosque que los acoge cuenta con más de cien especies de árboles y plantas, según explicó un guía local.
Sobre los monos, una advertencia: le conviene ir sin los lentes puestos porque estas ágiles criaturas tienen gran habilidad para tomarlos y pasearse con ellos en sus manos, sin entregarlos a pesar de jugar con el amago de hacerlo. Lo mismo con otro tipo de artículos de fácil agarre, como las llaves del auto.
Finalmente, queremos dedicar un espacio a los emblemáticos hoteles cinco estrellas de Bali, que se integran completamente a las bellezas naturales de la isla.
Algunos cuentan con seis o siete piscinas, que incluyen áreas con arena y aguas dulces o saladas. Las habitaciones, además de terrazas, tienen salidas directas a pequeñas piscinas privadas. También ofrecen múltiples restaurantes donde se sirven frutas exóticas y una variedad de comidas típicas locales e internacionales.
Algunos de los platos más típicos que no debería perderse, según nuestra opinión, son el nasi goreng (arroz frito) acompañado de diversas carnes y guarniciones, el gado-gado (ensalada con salsa de cacahuete) y el lawar (mezcla de carne picada, verduras y coco). También le recomendamos probar el bubur injun (arroz negro con leche de coco) para disfrutarlo cómodo bajo palmeras y con música tradicional balinesa de fondo, con sus característicos gongs, tambores y xilófonos que, sin duda, lo transportarán.
Realmente, Bali es una isla de dioses, y para todos.
Pura Besakih es considerado “el templo madre”, el más importante para los balineses. Anualmente atrae a miles de peregrinos de todo el mundo, quienes suelen llevar ofrendas: arreglos florales hechos por ellos mismos.
El complejo reúne más de 20 santuarios que se alzan en las faldas del volcán Agung -el monte más alto de la isla-, a más de 1.000 metros de altura.
El templo fue construido antes del año 1000 en honor al dios dragón Besakih, que habitaba en la “montaña sagrada”. Muchas leyendas giran en torno a este lugar, siendo la más difundida la que dice que los dioses descansan allí cuando bajan a la Tierra.
Cuenta con tres altares principales dedicados a Shiva el destructor, Brahma el creador y Vishnu el preservador, alrededor de los cuales se disponen numerosos otros santuarios. La extensión total del predio es de unos 2,5 kilómetros cuadrados.
Algunos espacios del templo permanecen cerrados al turismo, pero la mayoría están abiertos, y los guías locales explican su historia y leyendas, que aún viven en la tradición. En muchos templos de Bali, o en sus alrededores, se organizan espectáculos que recrean los bailes y rituales tradicionales de la isla, por lo que conviene estar preparado para quedarse más tiempo del previsto; algunos shows incluso se realizan durante la noche.