"Ponsonbyland": el documental que revela las zonas grises de la historia fundacional de Uruguay y Bélgica

Hay historias que no entran en los libros. Algunas se deslizan por los márgenes y la de John Ponsonby, diplomático británico del siglo XIX, es una de ellas. Enviado primero al Río de la Plata y luego a Bélgica, fue una pieza lateral —pero crucial— en los acuerdos que dieron lugar a la independencia de Uruguay y al nacimiento del reino belga. Dos países chicos, tapones estratégicos en medio de potencias mayores, marcados por una misma sombra fundacional.

Esa huella invisible es la que rastrea el realizador Ramiro Cabrera en Ponsonbyland, documental que recorre, con archivos y mirada crítica, las zonas opacas de la historia oficial. Se estrena el 19 de agosto y desde el 21 recorrerá salas comerciales de Montevideo.

Más que una película sobre un personaje, Ponsonbyland es una invitación a repensar el relato fundacional uruguayo —y por extensión, belga— desde los márgenes de la historia oficial. “Me interesa hablar de lo que no se habla. Donde no se discute radica el poder, decía Foucault”, sostiene Cabrera, que trabajó tres años en esta producción.

A través de entrevistas a figuras políticas —entre ellas la última entrevista de Pepe Mujica para una película— y familiares de John Ponsonby, el documental propone un cruce entre la “Historia con H mayúscula” y las pequeñas historias personales que configuran una identidad colectiva.

También participan voces expertas como el fallecido historiador uruguayo Guillermo Vázquez Franco, a quien está dedicada la película, Ana Ribeiro y Carlos Demasi.

Para tejer ese relato,el realizador uruguayo se unió a Eva Moeraert, podcaster reconocida en Europa, hispanohablante fluida gracias a sus años en Nicaragua y con una conexión personal con el Río de la Plata.

Bélgica, con su división entre flamencos, valones y una minoría germanoparlante, arrastra una identidad escindida que resuena con la fragilidad fundacional del Uruguay. Es también por eso que Eva no solo prestó su voz, sino que vivió una transformación personal a lo largo del proceso. “Se hizo preguntas como belga que nunca se había hecho”, cuenta Cabrera.

Foto: gentileza

“Logramos dar con los últimos descendientes de Ponsonby en Irlanda y accedimos a archivos familiares inéditos”, comenta el director para contextualizar cómo emergió el hombre detrás del título: “Un bohemio, esgrimista, mujeriego, que fue enviado al sur para alejarlo de la amante del rey. Era el roto de la familia y, sin embargo, desde los cuartos del fondo, incidió en el nacimiento de dos países”, anota.

Más allá de Ponsonby, se explora cómo se construyen las narrativas nacionales, qué lugar ocupa la historia oficial en la memoria colectiva y cómo la forma en que nace un país repercute en su cultura y autoestima. “No somos países muy nacionalistas. Somos hermanos putativos. Nuestra independencia se firmó en un escritorio, somos el resultado de una negociación”, apunta Cabrera.

En ese sentido, traza un paralelismo entre Uruguay y Bélgica como países conscientes de su pequeñez frente a vecinos gigantes. “Hay una especie de orgullo herido, un complejo de inferioridad silenciado, una incomodidad con la palabra nación. Y eso moldea nuestra forma de contarnos a nosotros mismos”, concluye como reflexión y adelanto de lo que el público verá en la pantalla grande.

Realizado de forma autogestionada, Ponsonbyland nació gracias a un crowdfunding pionero en Uruguay. Inspirado en el modelo de La uruguaya de Orsai, Cabrera y su equipo lograron financiar la etapa inicial del proyecto y, sobre todo, generar una comunidad. “El crowdfunding no solo te da plata: te da acompañamiento, te da gente que se compromete con el proyecto desde el comienzo”, explica.

El equipo recorrió Bélgica de sur a norte y visitó Irlanda, donde filmaron con la familia Ponsonby. El rodaje contó con unas 20 personas, y a pesar de tratarse de una coproducción con Bélgica, acceder a fondos europeos resultó complejo. Sí accedieron a fondos uruguayos, pero el director advierte una paradoja sobre la industria audiovisual local: “Vivimos la era donde más contenido audiovisual se consume, pero al mismo tiempo es muy difícil financiar proyectos. Hay un fetichismo de la mercancía, como si las películas se hicieran por ósmosis”.

Foto: gentileza

Para el director, el proceso de hacer Ponsonbyland fue también una forma de reconciliación con su propio país. “Aprendí más sobre la historia de Uruguay que en toda la educación formal. Me ayudó a entender este sitio áspero en el que crecí. Y eso me hizo quererlo más”, detalla y cita a Carlos Maggi para resumir su experiencia: "Investigar una verdad histórica se parece a una de misterio: poco a poco se va develando morosamente, la trama escondida, los motivos y el modus operandi. Yo sé. A lo largo de toda la Historia se incluyen explicaciones, golpes y ademanes defensivos; son momentos karatecas, dónde predomina el shadow box. Suprimir esas alegaciones me hubiera obligado a fingir. Yo creo lo que digo y ese sentimiento (esa esperanza, ese calor) me permite prometer que la nueva Historia que se ofrece, además de verdadera, es apasionante; a mi, me apasiona".

Luego de la avant premier, el 19 de agosto en la Sala Zitarrosa, el documental recorrerá salas comerciales de Montevideo y su estreno digital está previsto para el 25 de agosto —fecha simbólica, sí las hay—, como parte de los 200 años de la “independencia” de Uruguay. Cabrera no escapa a las comillas.
Desde ese día se podrá comprar un ticket y mirar por pay-per-view este documental que no busca dar respuestas definitivas, sino encender preguntas. “Ojalá la gente salga de la sala más intrigada que cuando entró. Ojalá vean que detrás de cada bandera hay sombras, pasillos, personas rotas y alianzas inesperadas”, concluye su director.