Publicidad

Petru Valensky: "Fui precursor en hablar de mi sexualidad, elegir lo que quería y en todo"

Compartir esta noticia
Petru Valensky es actor, comunicador y humorista. Foto: Leonardo Mainé.

EL PERSONAJE

No podría haber dedicado su vida a otra cosa que el arte. Vive un año lleno de sorpresas y solo piensa en disfrutar. Debuta en murga y es Mamá Cora en Esperando la Carroza.

Se apuraba a salir de la Escuela Experimental de Malvín, corría hasta su casa, en la calle Arrascaeta, colgaba la túnica en un perchero y subía apurado las escaleras que lo conducían a su altillo. Petru Valensky (64) pasaba allí sus horas más felices entre un microscopio hecho por su abuelo, las revistas Colorín y Billiken, un escritorio y un ropero gigante lleno de ropa vieja. Ese sitio en las alturas de la casa -esa donde curiosamente hoy vive la poeta Ida Vitale, ganadora del premio Cervantes- era su paraíso: “Ahí dormía, comía, hacía los deberes. Y era el tipo más feliz del mundo. Ahí arriba actuaba e imitaba frente a los espejos. Era feliz, feliz”, repite Petru Valensky a Revista Domingo.

Y así, entre paseos familiares al circo, idas al cine, actuaciones en las fiestas del liceo, e imitaciones a Tita Merello y Catita (Niní Marshall) forjó su don artístico.

En su cabeza no cabía otra posibilidad que hacer del arte su profesión y su vida. Está convencido de que cuando deseás algo con fuerza se cumple. Y se ve que los sueños en ese altillo de Malvín eran potentes. “Siempre viví donde quise, como quise e hice lo que quise”, asegura este hombre a quien le bastó una primera vez frente al público leyendo un pasaje de la Biblia en una misa para quedar atrapado con la magia del auditorio. Y quizás por ese rápido enganche y sus imitaciones diarias no necesitó comunicar a su familia cuál era su vocación. Define a sus padres (Humberto y Elvira) como los tipos más liberales del mundo: “Me dejaban hacer lo que quería, eran de avanzada. No se metían en nada”, agrega.

-Sos el hombre que ha entrado en más casas vestido de mujer cuando nadie lo hacía, ¿te sentís un adelantado?
-Sí, fui precursor en muchas cosas: en hablar abiertamente de mi sexualidad, en elegir lo que quería, en todo. En mi familia no hubo necesidad de decirlo (sobre su orientación sexual). Es más, tuve pareja en los primeros años del liceo y mis padres me decían: ‘Cuidalo, mirá que es buena gente’. A la distancia, es una cosa rarísima, pero en ese momento para mí era natural.

Este capo del café concert, que dice deberle todo a Omar Varelay su histórica compañía teatral Italia Fausta, transita un año lleno de sorpresas y solo piensa en disfrutar. Volverá al Carnaval para debutar en murga con Nos obligan a salir. Estrenó Esperando la Carroza, el clásico de Jacobo Langsner con versión y dirección de Jimena Márquez, el 9 de septiembre en el Teatro Macció (San José) e inaugurará la temporada en la Sala Verdi de Montevideo el 12, 13 y 14 de octubre (luego habrá funciones de miércoles a domingos hasta fin de mes).

La entrañable Mamá Cora, que encarnó Antonio Gasalla y trascendió generaciones, lo tiene enamorado. “Gabriel Calderón (director de la Comedia Nacional) no terminó de decirme si me interesaba el proyecto que ya le dije que sí. Me han cuidado y mimado mucho. El elenco es impresionante, los admiro a todos. En los ensayos me sentaba atrás a mirar cuando actuaban porque es perfecto”, comenta.

Encarnando a Mamá Cora en la obra "Esperando la Carroza", junto al elenco de la Comedia Nacional. Foto: Lucía Martí (CFD)
Como Mamá Cora en "Esperando la Carroza", junto a la Comedia Nacional. Foto: Lucía Martí (CFD).

Famoso

Ama los animales, aunque no tiene mascotas porque vive solo y no está nunca en su casa. Promete que al otro día de jubilarse adoptará un perro. No en vano, uno de sus primeros trabajos fue en la veterinaria Angus. Ahí vacunó y bañó animales, cobró y hasta ayudó a operar.

Fue Gustavo Michelini, dueño de Angus, el principal responsable de olfatear un ápice talento en Petru y arrimarlo a la Asociación Cristiana de Jóvenes, donde se mezcló con el grupo de Washington Sassi, y pronto debutó en una obra infantil.

Siempre había tenido pasta para el humor y muy rápido se coló en el universo del café concert para no salir nunca más. En bares como Controversia, Arco Iris y Espejismo se puso al público en el bolsillo con cantidad de sketches y canciones que hoy no puede hacer más, gracias a que la mujer ha ganado muchos derechos.

“El Johnny, maltratame o la Petru Flora eran temas de café concert muy fuertes y hoy celebro que no se hagan más. En ese momento era muy natural, la gente aplaudía con una mujer que le pedía a un tipo que la maltratara”, reconoce.

Antes de que Omar Varela irrumpiera en su vida, el género pasó a ser mala palabra: el café concert se prohibió durante la dictadura militar y aunque le costó más de un dolor de cabeza (llegaron incluso a detenerlo), no se quedó quieto. “Para ellos (los militares), donde hacíamos café concert eran cloacas. Sin embargo, luchábamos por hacerlo. Yo hacía shows clandestinos en casas de familia donde se juntaba mucha gente y me sentía en mis anchas porque era experimentar, poder actuar y sentirme libre”, rememora.

En esos café concert también ganaron popularidad sus piernas, uno de sus sellos característicos. Hoy, cuando le dicen que tiene las mejores piernas del país lo acepta, aunque asimilarlo le llevó años. “La primera foto que tengo de un espectáculo de café concert estaba con un tailleur blanco, sin nada abajo, cruzado de piernas y cuando se dio a conocer todo el mundo me decía: ‘Qué piernas’, y yo inventaba que estaba trucado, porque me moría de vergüenza”, revela.

Dato: nunca las trabajó ni ejercitó, es una cuestión genética. “Mi madre y mi abuela, como buenas europeas, tenían unas piernas brutales”, sentencia.

Cholulo

Petru interrumpe la charla dos veces a lo largo de la entrevista: una para saber si la que está en la fila de la cafetería, de espaldas a nosotros, es la China Suárez, y otra para que me dé vuelta y le diga quién es el señor sentado en la mesa de atrás al que se le acercan para pedirle fotos. La primera es una falsa alarma pero el segundo resulta ser el técnico argentino Marcelo Bielsa. Es que Petru, a pesar de haber tenido mano a mano a muchas celebridades, mantiene intacta su esencia naif y cholula.

Cuando Liza Minnelli vino a Uruguay pidió en el Hotel Conrad que lo autorizaran porque quería conocerla: “Le dije que la admiraba, que me encantaba y tengo una foto firmada por ella encuadrada en casa”, cuenta.

La lista es larga. Compartió camarín con Celia Cruz en Miami y ha ido a ver obras de Gasalla con Susana Giménez (“es muy genia”, corrobora). También se codeó con la princesa Ana y el hoy rey Carlos III de Inglaterra. Ana lo vio actuar cuando hacía Solo Petru en el Millington Drake, actual Teatro Anglo. “Fue a saludarme y a felicitarme”, cuenta. Al tiempo, vino Carlos III y lo citaron por ser la figura del teatro: “Me acuerdo que fui de traje, con Ana estaba vestido de personaje. Fue hace años. Macanudazo. Me dio la mano”, repasa. Y se sacó fotos con ambos, claro.

Humano

Su boca grande siempre tiene una sonrisa dibujada. No lee noticias feas. Le huye a la tristeza y a la política: rechazó invitaciones de todos los partidos. “La política es como la nieve: cuando cae te arma un paisaje pero cuando se ensucia te la querés sacar de arriba”, compara. Y agrega: “La quiero lejos”.

Reconoce haber amado mucho y haber sido amado, aunque el tema pareja hoy no le inquieta: “A esta edad ya no le doy bola. Me llevo muy bien con mi soledad”, comenta. Ansía llegar de los shows cada fin de semana para mirar películas solo hasta el amanecer.

Antes de esta nota, lo llamaron de Cerro Largo para hacer una actuación a beneficio de unas viviendas y ahí estará. No esquiva una sola causa solidaria. “Soy generoso, me encanta, ¿qué me voy a llevar? Mirá la reina de Inglaterra, ¿qué se llevó? La gente no se lleva nada”, reflexiona.

No se compró una casa porque no tiene herederos y, además, le aporta más libertad: “Al Estado no se la voy a dejar y me puedo mudar cuando quiero”, acota.

Le gustaría ser recordado como un tipo alegre que no hizo daño: “No juzgo, no critico y no censuro. Simple. La vida es eso”, resume este artista.

-¿Qué más te queda por hacer?
-Ahora nada: hice drama, comedia, musicales, ópera, zarzuelas, radio, tele, cine, espectáculos de tango, Carnaval, clásicos, café concert. El otro día hice una lista con unas amigas y decía: ‘He hecho todo y he sido feliz en todo’.

Sus cosas

Su extravagancia: No hace más de dos shows por noche porque se agota. No se baja del escenario porque le encanta y por dinero. Aunque ahora solo le interesa pagar las cuentas y darse un gustito, supo tener uno caro: es fanático de los relojes. Antes compraba uno, lo usaba un tiempo y lo regalaba: “Todo el mundo tiene alguno regalado por mí”, se jacta.

Su personaje actual: Sintió que había captado a Mamá Cora en el primer ensayo, aunque el vestuario y la peluca (se mandó a hacer a Argentina y es igual a la que usó Antonio Gasalla), lo ayudaron a terminar de conectar. “Antonio se enteró que la estoy haciendo porque unos amigos en común le mandaron una foto. No he hablado porque anda mal de salud y no he querido invadirlo”, cuenta.

Su nombre real: Se llama Fernando Enciso Balparda pero pocos lo saben. Desde 1978 se bautizó Petru (en honor a los pájaros griegos de pico grande y al futbolista Eliseo Petrocelli) y Valensky (por Daisy Valenski, del cuento de Judith Krantz). Solo su madre le decía Fernando cuando lo llamaba desde Asunción, donde residió hasta su fallecimiento, en junio de 2021.

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad