Nada es como parece, nada. Cuando llegó el VAR al fútbol, todos creímos que la objetividad sería definitiva, que un penal sería un penal y que la infracción no podría ser un asunto de análisis sino de “objetividad”. Que el video, que se vería todo, que la prueba, en fin. Hasta idiotas varios decían que llegaba la muerte del fútbol. ¡La muerte del fútbol! ¡Como la muerte de la historia! A los humanos nos fascina hablar de la muerte de los otros, nunca de la nuestra. La imbecilidad es gratis.
¿Qué pasó? Que en muchos casos es así, se advierte la falta técnica en el fútbol cuando es grosera (¿ya lo era antes, verdad?), sin embargo -no en pocas oportunidades-, la escena sigue confusa, lo milimétrico es imposible y los movimientos son tan sutiles, que ni con VAR reproduciendo por fotogramas se puede definir un comportamiento o movimiento de forma absoluta. Con un aditamento: la cámara lenta acentúa movimientos del cuerpo que a la velocidad real son otro asunto, así que estamos alterando la evidencia empírica para construir: “la verdad” que necesitamos y se supone que ahora tiene prueba. ¡Pitá el penal, juez chorro! Claro, acá no estamos visualizando una pistola que mata, acá estamos analizando si un empujón o una mano es un penal. No es lo mismo, está claro, pero no se puede afirmar el asunto de manera tajante, siempre hay lugar para la interpretación, la intención, la entidad, lo que sea. ¿Se capta por dónde voy?
¿Qué creo que está pasando? Que el VAR es burdo y barato. Y que acorde a la tecnología del presente, no sirve aplicarlo con seis o diez cámaras: ya llegó la hora de aplicarlo con tecnología perfeccionada. Quizás hasta con más gente por detrás de cámaras (más jueces, sí, que los pague la Fifa o la Conmebol, que me importa), no lo sé, pero resulta que el VAR enlentece, no es claro y no logra estar a la altura de lo que se necesita. Ayudó, pero la embola y los poderosos siempre ven lo que quieren ver. Curioso descubrimiento en pleno 2025. ¡Perdón!
Saltemos, lo propio puede suceder con una escena de legítima defensa: ¿alcanza con un tiro, dos o un montón para repeler una agresión? ¿No es raro que, si alguien tiene un arma, amaga con usarla, si se repele con varios tiros: pasa de ser agredido a agresor? No lo sé, me pregunto. ¿Quién mide el estado de nervios para repeler en la cantidad exacta que el juez o el fiscal evalúan? Digo para pensar nomás. Y, de repente, hay grabaciones de la acción con un arma, pero si se tira “más de lo necesario” capaz no tipifica legítima defensa. ¿Me explico? No son claros estos asuntos.
O sea: las imágenes son fieles con la realidad, o más o menos fieles, muestran costados, no muestran los rostros de pánico, no miden el estado anímico del momento, en fin, vienen a colaborar, pero no lo hacen de manera perfecta. La escena del hecho es compleja, igual que la escena o falta técnica en una cancha de fútbol: todos vemos lo mismo, pero no todos decodificamos igual lo que vemos.
Con los que escribimos pasa algo parecido. Uno puede estampar una frase, con un adjetivo, o puede manifestar algo que no siente que tenga connotación agraviante o lo que sea, y, sin embargo, muchos, o pocos, te hacen ver que la cosa no es como la dijiste o la escribiste. Por eso los lenguajes deben ser preferentemente universales y las expresiones coloquiales son hermosas, pero peligrosas. Además, cada momento histórico tiene su sentir epocal. Al final, los humanos siempre sentimos y hacemos más o menos lo mismo. Lindo domingo.