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Opinión |La mística maravillosa, ¿será?

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Washington Abdala

CABEZA DE TURCO

"Estamos cansados de egos históricos, personales y corporativos". Por Washington Abdala.

La cosa es que nos hemos atragantado con los versos que nos embuchan. Y lo peor es que los siguen recitando y suenan preciosos. Pero son versos. La idea de que todo andaría fenómeno si se hacen mágicamente algunas cosas, no es cierta. Y el continente americano lo debería saber, se gastó mucha vida y se entregaron demasiadas muertes en esa alienación. Eso no se recupera nunca más.

Que algunos son mejores que otros por superioridad ideológica o moral es un disparate. En política eso pasa con los dogmáticos. Y el sentido mesiánico de varios son chascarrillos al viento, porque al final no queda nada de tanto autopercibido personaje. Con solo oír a algjunos, uno sabe que si tienen dos minutos te matan con un Tramontina oxidado, creyendo, además, que hacen una tarea noble para el destino de la humanidad. El rencor lo puede todo y luego el odio, que es el hijo del rencor. Y no es cierto que se arrepienten. En el fondo, rascás y te cantan: “era una basura” (usan otra expresión) como si semejante interpretación ameritara la banalización del mal. Otros ni siquiera son conscientes de su criminalidad filosófica. Aún más penoso.

La revolución no cambia nunca la realidad, la escanea al vivo, pero no cambia casi nada. Solo le pone sangre a borbotones, pero no otra cosa. Cansa repetir que las revoluciones son terribles y le salen caras a los que las empujan, a los que dicen beneficiar y a todos. No soy revolucionario por naturaleza porque con violencia no se llega a ningún lado. Soy hijo de un tiempo violento, lo viví. No quiero nada de eso.

Por su parte, la derecha conservadora, con parecida vocación autoritaria, tampoco es redentora de nada. A prepotencia pura no se gana un vintén. El gorilismo no es opción jamás. El tema nunca es la autoridad y el orden, sino la ley y el orden. Solo la ley define el orden dentro de la libertad. Los extremos no lo entienden: a la libertad siempre la quieren sacudir. Sátrapas.

Por eso hay que salir de lo antinómico, del maniqueísmo, de lo infantil de creer en el monopolio exclusivo de algunos dotados por epifanías propias. Mienten a cara de perro. Si algo demuestra el presente es que estamos cansados de egos históricos, personales y corporativos. Narcisismo pueril. En unas décadas todos seremos una fotito sepia. Basta entonces con la supuesta verdad a tambor batiente. Es tu verdad, no la mía. Hay muchas verdades y todas tienen sus ágoras. Y si alguno insiste que su mundo es el único que vale y el resto comemos piñones, es solo una gilada que no da para contestar. Sobre un mismo hecho versionamos distintas narrativas según el lugar en el que estamos. Bienvenido al club.

El Uruguay del presente es hijo del esfuerzo de los partidos históricos y del aporte de las izquierdas que pasado dejaron lo suyo para construir la actual identidad del país. El sindicalismo hizo su aporte. Los empresarios remaron también. Y los artistas, intelectuales y deportistas son la magia de este país. Uruguay es desde Torres García hasta la selección de fútbol. De José Pedro Varela al Lucho. Somos todos. Sí, existe la uruguayez aunque la discutamos tanto.

Por eso, la mística maravillosa no es monopolio de nadie. Es más, no existe la mística maravillosa o cada uno tiene la que se le antoja. Tengo claro que escribo desde el viaje por la mística del país, esa sí que sigue enamorando, pero no lo siento así con las místicas reduccionistas que nos encierran en espacios donde siempre se pretende que no se meta el sol. El sol siempre quema. Respeto las místicas sectoriales pero soy universalista, me perdonarán. Demasiado golpe para creer en la mística maravillosa o en la juventud maravillosa.

Quizás mi mirada al ver en el continente tantos problemas y zonas que están crujiendo me motoriza la visión del país todo, el de todos. Es bueno verlo así porque así se mira más lo que nos une que lo que nos separa. Seré ingenuo, pero es lo que veo y quiero creer. Más de esta vitamina no le haría mal a nadie.

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