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Opinión |Heidegger ha muerto un poco más

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Washington Abdala

CABEZA DE TURCO

Sus infames cuadernos negros lo prueban todo. Por Washington Abdala

Somos el prejuicio en la tierra. Lo somos porque nos facilita estar sumidos en la ignorancia, y por vagos. Hablamos de lo que no sabemos y prejuzgamos casi todo. Bienvenidos a la esencia del ser humano en una corte o en el barrio.

El prejuicio hace creer lo que no es y solo construye una apariencia de juicio, sostenida en ignorancias varias. Si le sumamos las ideologías y religiones, el festival es total y se puede creer lo que sea.

Este enojo surge porque vengo leyendo material de los cuadernos negros de Martin Heidegger, y me vino una sensación de asco imponente. Buena parte de mi vida idealicé algunas de sus miradas sobre el humanismo, la idea sobre la metafísica y las interrogantes que nos planteamos como entes desde uno mismo. O sea, todo lo que problematizó sobre “el ser” me pareció valioso. No es un autor sencillo, pero, a mi edad ya llevo décadas lidiando con gente que piensa complejo. Su visión sobre la muerte también me parecía atrapante. Es cierto, estuvo siempre el run run de su antisemitismo -libros al respecto- pero siempre tuve dudas. Listo, se hicieron añicos. Es cierto todo, es verdad todo, sus infames cuadernos negros lo prueban todo.

Empiezo a descubrir que su visión antisemita era algo concreto, sistemático, pensado. Los que sostenían que era un antisemita consistente tenían razón. Es más, la mirada de Heidegger sobre los judíos es que no hay lugar para ellos en el mundo. No sostiene la teoría del judío errante (otro barbarismo) sino que produce un antisemitismo metafísico. Los considera como “una piedra sin acceso al mundo” y hablando esta semana con amigos especialistas que manejan el alemán (carezco de ese atributo) la cosa es aún peor en su lenguaje original.

El libro de Donatella Di Cesare La cuestión hebrea lo aclara todo. Por cierto, los que de alguna forma aún lo justifican son cretinos y no asumen su totalitarismo. Heidegger nunca se arrepintió de su antisemitismo. No fue una época en su vida. Esa visión lo acompañó siempre y los cuadernos negros así lo prueban. Fin de la interpretación y esa es la realidad. Se terminó el debate.

¿Qué se hace con alguien así? Se explica la verdad histórica, se da cuenta que no fue un error en su pasaje por el mundo y se cuenta esto. No es un escrache intelectual, es simplemente conocer la verdad. Se tiene derecho a ello.

¿Cae entonces todo lo otro que habíamos asumido como coronaciones intelectuales en su construcción filosófica? Dependerá del lente nuevo que ahora tenemos: algunas cosas serán siempre útiles -por su ontología y fundamento- y otras pasan a revisión. Tengo claro que no todos coinciden. Muchos son maniqueos y estarán de un lado o del otro. O se salva porque es genial lo que produjo (no importa “eso” que pensó) o se lo proscribe porque “eso” que pensó lo anula para siempre. Para mi todo se conecta, veremos toda la panorámica de vuelta, y caso a caso iremos encriptando lo que se mantiene y lo que ya no vale. Pienso así.

Y esto que me pasa con Heidegger me pasa con literatos, con artistas, con otros filósofos en diversas disciplinas en sus miradas en torno a derechos y a personas.

Es una época de revisión, no una de incendiar libros. Es una época de entender lo de Karl Mannheim sobre el contexto histórico (necesario entenderlo para entender el pensamiento de época, decía) pero también de ver quiénes miraban más lejos. Hoy es Heidegger pero está lleno de “Heideggers”.

Cuando mi hija era adolescente le di el Lolita de Vladimir Nabokov. De esto hace muchos años. No creo que hoy lo haría. ¿Me explico? Todos vamos creciendo, observando nuestros fantasmas y corrigiendo. Es bueno que sea así. No habría que tener miedos y afirmar críticamente nuestro nuevo parecer.

Ya no se puede aplaudir todo. ¿Si la Mona Lisa la hubiese pintado Hitler la veríamos igual de maravillosa a como la vemos hoy?

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