EN SUS PROPIAS PALABRAS
"No soy el mejor del mundo, pero creo que no hay nadie mejor que yo".
"No gano 9 millones, quizá 11, incluso 14 con la publicidad". "
¿Si la Juve me preocupa? Miren las ojeras que tengo, no duermo por las noches".
"Dios debe pensar que soy un tipo cojonudo. Lo tiene que pensar, sino, no me daría tanto".
"¿Qué quejas? No son quejas, son verdades. ¿O eres hipócrita?".
"Estoy agradecido a Dios por no tener modestia porque es una cualidad que no ayuda en nada". "No sé si será la publicidad a Unicef, pero a mí me daría vergüenza ganar una Champions como la han ganado ellos" (en referencia al Barcelona).
"En mi diccionario no existe la palabra miedo y quiero que no figure en el de mis jugadores".
LEONEL GARCIA
Era junio de 2004. En Londres, el portugués José Mourinho (49) daba su primera conferencia de prensa como técnico del Chelsea. Lo hacía en correcto inglés. Es que además de ese y de su idioma de nacimiento también habla español, italiano y francés. En un momento, el luso dio una muestra gratuita de su carácter: "Por favor, no me llamen arrogante. Pero soy campeón de Europa y pienso que soy especial". Ahí nació el apodo que lo acompaña hasta el día de hoy: The Special One (El Especial).
Además de ser un técnico ultraexitoso, "Mou" se ha hecho experto en declaraciones altisonantes, en pelearse con colegas, periodistas, jueces, jugadores rivales y propios, en mantener un perfil altísimo y ostentar ahí donde pisa un poder más propio del presidente de un club que el de un entrenador.
Esto parece haberse amplificado desde que dirige al Real Madrid, club al que llegó en junio de 2010. Es que en España, según un artículo publicado por el periodista John Carlin el 28 de enero en El País de Madrid, "posiblemente nadie haya provocado más división -más repulsa o más fanática adhesión- desde tiempos de Franco". Todo gracias a un ego a prueba de cañonazos capaz de sacar de quicio a cualquiera; también gracias a un espíritu ganador que la ha permitido gozar de un palmarés profesional impresionante y ser considerado en reiteradas oportunidades como el mejor técnico del mundo.
TÓMELO, DÉJELO. Mourinho siempre tiene, en algún bolsillo de sus Armani, una foto de su mujer, Tami, y una estampilla de la Virgen de Fátima. Las playas de estacionamiento de clubes como el Inter italiano o el Madrid, están habituadas a vehículos de super lujo; aún así, la Ferrari Scaglietti o el Audi A7 Sportback del portugués se hacen notar. Es el entrenador mejor pago del mundo: 13,5 millones de euros por año, según la revista deportiva española AS. Y además, es pintón; tanto, que en 2006 el actor George Clooney afirmó que no le molestaría representarlo en una película. Sí, sobran los motivos para tenerle envidia.
Sus detractores -y más de uno de sus dirigidos- le han recriminado su falta de experiencia como jugador, más allá de una inconclusa carrera como juvenil. Menos mal. Porque este hombre que no ha sabido calzarse los cortos ya ha ganado en diez años dos copas de Europa (Champions League), además de seis ligas y nueve copas nacionales como técnico del Oporto de su país, del Chelsea, del Inter y del Madrid. A nivel de resultados no se lo discute. Entonces, ¿qué justifica tanto rechazo?
"Mourinho es tan prepotente y grosero que se considera por encima de cualquier ley, humana o divina; sus éxitos en el fútbol le han hecho creer que está más allá del bien y el mal", afirma Carlin en el ar- tículo ya citado, más allá que la comparación con Franco pareciera a todas luces exagerada. La frase que dio inicio al mote de The Special One puede considerase light dentro de su prontuario dialéctico. Es que en su etapa española está dando muestras de lo peor de su personalidad. Y todo gracias al archirrival del Madrid, el Barcelona, y a su técnico Pep Guardiola, quien en carácter y gusto por el escándalo parece estar en las antípodas.
"El Barcelona debería ganar por su poder futbolístico y no lo hacen"; "Guardiola tiene una Champions que a mí me daría vergüenza ganarla"; "¿`Pito` Vilanova? No sé quién es ese señor", refiriéndose al técnico alterno del Barcelona, a quien Mourinho agredió metiéndole un dedo en un ojo; "Vaya artista, cómo te gusta joder a los profesionales", al árbitro Fernando Texeira, luego de una nueva derrota en el clásico.
Es que en el historial de enfrentamientos con Mourinho en la banca, el Barcelona ha mantenido una paternidad ominosa. Pero el portugués es de los que rara vez asumen culpas: prefiere echársela a los jueces, a la suerte, al clima... Solo una vez pudo ganarle en los diez clásicos que ha jugado: justo el partido que le permitió alzar la Copa del Rey, único título que ostenta en su estancia española.
IMAGEN ATRACTIVA. La constante "teoría de la conspiración" ha provocado el desagrado de muchos simpatizantes del Madrid pero, también, el apoyo de los "forofos" más radicales, que parecen encantados en el papel "anti-Barca" que ha asumido Mou. Lo cierto es que, con el Real llevándole en el campeonato una considerable ventaja al segundo -el Barcelona-, con la posibilidad cierta de romper los récords de goles y puntos, más una buena actuación en la actual Champions League, el luso vive el mejor momento en los 20 meses que lleva en España. Si además pudiera lograr alguna victoria ante el enemigo odiado, hasta los hinchas -especie voluble en lo que refiere a amores y odios si los hay- menos seducidos seguirán el camino de sus pares del Porto, Chelsea e Inter, para quienes Mourinho es lo más parecido a un dios pagano que han visto.
Algo es cierto: ni siguiera los berrinches tras las reiteradas hocicadas frente a su clásico rival, le ha hecho mella en lo económico. De acuerdo con el diario La Vanguardia de Barcelona (medio que no le dispensa el menor cariño), Mou sigue siendo The Special One. Este matutino señala que Mourinho aceptó una oferta de 400 mil euros de la firma deLaCour para que utilizara sus relojes; a nadie le llamó la atención que la colección se llamara "Mourinho city ego" (ver imagen). El técnico ya le había puesto el rostro a firmas como Adidas o Samsung.
Además, posiblemente saque campeón al Madrid -que ya se cortó solo en la punta de la liga- al final de esta temporada, que muchos aventuran que será su última en el club. De lograrlo, se encargará de resignificar la palabra ego. Otra vez.