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Lado B

Martina Graf empezó la universidad a los 33 años y sueña con vivir de su profesión: ¿qué está estudiando?

La actriz y comunicadora se inscribió en la facultad de Psicología con el objetivo de dar un marco más profesional y responsable a la contención que brinda a sus seguidores desde las redes sociales.

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La modelo e influencer Martina Graf.
La modelo e influencer Martina Graf.
Foto: Estefanía Leal.

Un respiro a tanto compromiso laboral y haber encontrado tiempo libre impulsaron a Martina Grafpara que decidiera inscribirse en la Facultad de Psicología a los 33 años. Ella, que hace terapia desde niña y que el diván la ha ayudado a sanar varios conflictos y vivencias dolorosas, quiso dar un marco más profesional y responsable a la contención que brinda desde redes sociales, donde expone sus problemas, pesares y angustias haciendo que sus seguidores se sientan un poco menos solos.

“Hasta no ser adulta, me costó mucho encontrar otras historias de vida parecidas a la mía porque era muy fuerte, demasiadas cosas. La unión que te genera el sentirte acompañado, el saber que no estás solo a mí me hizo muy bien, entonces trato de hablarlo para tender una red de apoyo digital: tengo mucha gente a la que trato de contener y nos apoyamos”, cuenta Martina Graf a Domingo.

Su fascinación por los caballos la llevó a hacer un curso de profesora de equitación al culminar el liceo y más tarde saldó una deuda personal al estudiar la carrera de actuación en México. La carrera de Psicología y la universidad, en cambio, no eran pendientes, y si bien sus amigos le repetían que veían en ella a una potencial terapeuta, Martina no lo percibía. Sin embargo, había algo latente: “La gente me cuenta sus problemas desde siempre y para mí es un gran placer. Me gusta mucho ayudar a pensar, a hacer consciencia, a mover a las personas del lugar que les hace daño”, dice.

Es curiosa e inquieta, le gusta mirar documentales y leer sobre distintos temas. Era buena alumna y aplicada, aunque en la última etapa liceal andaba como bola sin manija porque no encontraba motivación. Por eso, haber descubierto esta vocación la llena de felicidad. Salvó cinco materias del primer semestre (unas con 10 y 11, otras las exoneró) y arrancó el segundo período entusiasmada.

“Fue un gran orgullo para mí porque mis últimos recuerdos académicos habían sido regulares y me volví a conectar con mi tenacidad para estudiar y mi inteligencia”, afirma.

Revela, además, que se siente “como pez en el agua” desde el primer día que entró a la Udelar y que descubrió una veta social que disfruta mucho: “Entiendo por qué transité todo lo anterior hasta llegar a ahí. Me gusta mucho sentirme útil y me veo atendiendo pacientes, haciendo clínica: el consultorio es donde me siento más cómoda. Me proyecto ejerciendo y dedicándome solo a eso. Es un cambio que pido a gritos hace tiempo”, cierra quien hoy integra el staff del programa A todo o nada (La Tele).

Inversión en diván dio sus frutos

“A todos nos pasan cosas, solo que yo las escribo”, dice la descripción de Instagram de Martina Graf, que comparte en redes las múltiples dificultades que le tocó sortear: su mamá enfermó de cáncer y murió cuando ella tenía 11, tuvo un papá alcohólico, la abandonaron y sufrió violencia de género. Ha hecho numerosas terapias y siente que es responsabilidad suya el trabajo interno para sanar: “Me encanta llegar al fondo de todo, no tengo miedo”, expresa. Y revela que en la adolescencia el psicólogo se convirtió en su tutor: “Como no tenía ninguna figura que me negara o avalara algo, iba a consultar si lo que decidía estaba bien”.

Con el psicoanálisis ordenó los lazos familiares y ahora hace EMDR, una terapia específica para traumas. Las horas de diván la ayudaron a dejar atrás los enojos con su familia a perdonar y hoy, asegura, “puedo hablar de mi historia sin renegar y entendiendo que no fue mi culpa”. Confirma, además, que no se acercó a la carrera de Psicología con la meta de seguir sanando: “La facultad es para estudiar y aprender; si algo te hace un clic, genial, pero no como objetivo en sí. Mi objetivo es más ayudar a otros”, concluye.

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