¿Los Simpson merecen aún ser vistos en 2022?

En 1989 se creía que la serie de la familia Simpson no duraría ni seis semanas al aire.

ENTRETENIMIENTO

La serie de Matt Groening lleva 33 años y está tan zurcida en el subconsciente mundial como Shakespeare y Superman. Estas son las conclusiones tras ver todos los capítulos.

A veces parece sencillo menospreciar Los Simpson. Es una serie tan fundida a nuestros huesos que se da por hecho. Pero cuando aterrizó en 1989 no solo era la primera serie animada emitida en horario de máxima audiencia en EE.UU. en dos décadas -desde Los Picapiedra-, sino que además en la recién fundada Fox les pareció espantosa. Ni los guionistas querían trabajar allí. Apostaron que no pasaría de seis semanas. Con tres meses de retraso, se estrenó el último domingo antes de Navidad con un especial. La mañana siguiente ya era un fenómeno llamado a cambiar la animación y la comedia televisiva. Para algunos guionistas, seis semanas se convirtieron en 33 años. La ficción semanal más longeva de la historia está hoy tan zurcida en el subconsciente anglosajón y global como Shakespeare y Superman.

Hasta 2020 no pudimos, sin embargo, ver todas las temporadas en un mismo lugar. Entonces llegó Disney+, nueva dueña, y creó nuevas rutinas. Yo preparé la mía: ver cada día un episodio de esta serie solo dos meses más joven que yo. Ver Los Simpson se ha convertido en lo primero que he hecho cada mañana durante 716 capítulos. Empecé un 24 de marzo de 2020, encerrados por la pandemia global, y acabé el 9 de marzo de 2022, con una guerra en Europa. Perdonen la rimbombancia, pero Charles Dickens lo dijo mejor: “Era el mejor de los tiempos y era el peor de los tiempos; la edad de la sabiduría y también de la locura”. Tiempo suficiente para quedarme sin abuelas, viajar a nuevos lugares (menos de lo que me gustaría) y para que el pelo me creciera de un uno de maquinilla a tocar los hombros. En los años más convulsos, la familia hija-de-tontos ha sido mi lugar feliz. He aprendido a apreciarlos mejor y visto nuevas facetas.

Los guionistas tardaron en entender a Lisa pero para la tercera temporada había lanzado proclamas ecologistas, feministas, recitado a Allen Ginsberg y luchado contra los cánones de belleza y la corrupción política. Hoy es vegetariana, bisexual y budista. Nos enseñó lo que teníamos que ser, aunque en los 90 no la creyéramos. Los Simpson contó todo antes (incluso varias veces) y seguramente mejor. Por eso parece quepredicen todo.

La madurez de los personajes

 Eres adulto cuando dejas de querer ser cool como Bart y entiendes el cabreo de Chalmers, te identificas con el desamor de la Edna Krabappel o la desgana vital de Patty y Selma. En tres décadas, además, vemos una sociedad diferente. El discurso paródico sobre la homosexualidad ha evolucionado a través de una mirada comprensiva de Homero y la aceptación de otras tramas personales. También los personajes negros, latinos o asiáticos tienen voces que concuerdan con su etnia, y el equipo ya no es un club masculino, lo que ha dado para perspectivas novedosas.

Despegarse del suelo

Los Simpson era una clásica sitcom de familia de clase media estadounidense. El veterano James L. Brooks quería ligar los dibujos de Groening a la realidad. Pero hay un punto donde el costumbrismo comienza a desaparecer. En la quinta temporada estaban viajando al espacio o con un elefante de mascota. En la vigesimosexta, viajan en el tiempo con Futurama. Tampoco ayudaron los intentos de atraer titulares: un episodio de Lego, uno en directo, viajes que ofenden a australianos o japoneses, publicitar muertes... Ese surrealismo creó un universo alejado del costumbrismo en el que era más fácil patinar.

Sus escritores quizás ya no tocan el suelo, y la familia dejó de tener problemas monetarios. Al verla de carrerilla se aprecia el cambio de tono según los guionistas jefe en cada etapa. Para Sam Simon y Brooks era una sitcom clásica; David Mirkin apostó por personajes y política; Mike Reiss estaba obsesionado con los guiños a Hollywood; Oakley y Weinstein buscaron a la familia; Mike Scully (la peor era) cambió a Homero de un apasionado niño pequeño a un egoísta sin alma; Al Jean trajo la estabilidad repetitiva 20 años, y Matt Selman establece la modernidad, el diálogo social y los mejores tiempos.

Decir que la serie ya no es lo que era está más desfasado que la propia serie. Sería exagerado comparar con la primera década, pero las dos últimas han recuperado una voz que envidiaría cualquiera de sus competidores.

Antes de empezar este viaje, pensaba que deberían acabar. Hoy creo que debería ser infinita. Porque el espectador y la televisión siguen necesitando lugares de confianza semanales donde encontrar consuelo. Rutinas que nunca fallan. Los Simpson es un monolito en nuestra cultura porque logra parodiarnos en nuestro momento más vergonzoso. Huele a casa como el café recién hecho. Y la tele también es eso.

¿Encontraste un error?

Reportar

Temas relacionados

Los Simpson

Te puede interesar