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La mujer que reparte su vida entre la Confitería Cantegrill, el Mides y Mirador Baby Fútbol, club para el que es candidata a presidente

Carmen Rimolli dirige la sub-11 y la sub-13 femeninas de Mirador, categorías que creó para que su hija pudiera jugar. También trabaja en la confitería familiar, un clásico de Punta Carretas, donde pone el hombro en todo lo que sea necesario.

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Carmen Rimolli.
Foto: Leo Mainé.

Carmen busca en su celular el video, lo muestra y se emociona. Allí aparecen varias de sus dirigidas en el Mirador Baby Fútbol deseándole mucha suerte a Agus, la jugadora que debía operarse por una fractura. Está orgullosa de todas esas niñas que son la razón de que emprendiera una aventura de la que no se arrepiente, pero que le lleva mucho tiempo y dedicación.

Carmen Rimolli (41 años) es la responsable, junto a Alejandra Torrado, de las dos categorías femeninas de baby fútbol del Mirador y, si no hay sorpresas, seguramente en abril se convierta en la nueva presidente de toda la institución. Así se lo pidieron las actuales autoridades —ella es vocal de la directiva en funciones— porque ya era tiempo de hacer las elecciones que se postergaron por la pandemia.

“Tengo un problema que no sé decir que no”, dice a las risas la madre de Joaquín (17), Aylén (15), Lucho (8) y Josefina (2). Si creen que cuatro hijos quitan mucho tiempo, agreguemos que trabaja siete horas diarias como administrativa en el Ministerio de Desarrollo Social (Mides) y pone el hombro en lo que sea que haya que hacer en la Confitería Cantegrill, el negocio familiar en la que es socia junto a su padre y uno de sus hermanos.

Fue el lugar en el que se crió, en el que tiene muchos recuerdos de cuando estaba en la calle 21 de Setiembre y que ahora en el local más pequeño de Williman y Montero recibe a clientes que le cuentan sus historias con esta clásica confitería de Punta Carretas.

Entonces trae la anécdota de lo que ocurrió hace un par de años, cuando su padre estuvo un mes y medio internado en cuidados intermedios por una infección y su hermano enfermó de covid. “Ahí no tuvimos más remedio que aprender un montón de cosas. Me acuerdo que llamaba a papá por teléfono y sacaba apuntes de a quién le compraba qué y qué cosas tenía que tener. Estábamos tan acostumbrados a que lo hiciera él que no teníamos ni idea. A partir de ahí hicimos un cuaderno para que cualquiera que lo vea sepa qué hacer”, comenta.

Cantegrill y fútbol en el Mides

Desde que tenía 5 años Carmen iba a la Confitería Cantegrill, de la que su padre era dueño junto con su tío. Hace unos años dejaron el local de 21 de Setiembre y Williman y se mudaron a uno más pequeño en Williman y Montero.

Ella y sus hermanos comenzaron ayudando a su padre en temas administrativos —ya el tío no era más socio— y terminaron asociándose tres familias: su padre y su madre, Carmen y su marido, y uno de sus hermanos con su esposa. El hermano menor no es dueño, pero los ayuda.

Carmen además trabaja en el Ministerio de Desarrollo Social, donde también supo disfrutar del fútbol. “Teníamos un equipo femenino, nos anotamos a algún torneo, pero un día caí mal y me dejé la rodilla horrible. Tenía dos nenes chicos, estaba sola con ellos y no podía dejar de trabajar. Entonces desistí”, contó.

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Carmen Rimolli y su hija más chica, Josefina.

El fútbol

A Carmen siempre le gustó el fútbol, recuerda que jugaba con su hermano. Cuando su hijo mayor tuvo la edad, con su esposo buscó un equipo de baby fútbol donde mandarlo. Si bien viven en La Aguada, les gustó la propuesta del Mirador Rosado —desde 2014 Mirador Baby Fútbol— y el ambiente que se respiraba.

“Había un grupo de padres divino y eso ayuda un montón porque mi marido es militar y muchas veces está viajando. Estuvo dos años y medio en Misión de Paz, fue a la Antártida y luego trabajó en el Capitán Miranda. Entonces si yo estaba ajustada de tiempo o lo que sea, los demás padres me daban una mano”, destaca.

Su hija mayor también quiso ser parte activa de ese mundo. “Me preguntaba cuándo íbamos a hacer fútbol femenino. Un día Eduardo Miñón, que era el presidente del club, me propuso hacer el curso de entrenadora y ocuparme yo. Dudé un poco porque si agarro un proyecto me gusta dedicarle su tiempo y ponerle cabeza. Al final acepté porque yo quería que mi hija llegara a jugar al baby fútbol”, señala.

No fue fácil. Al principio eran muy poquitas niñas y Carmen no se animaba a lanzarse a competir. Entonces llegó la pandemia y todo se detuvo. Además, cuando a su hija la estaban por fichar en River se fracturó la tibia y quedó un año sin poder jugar.

“Cuando retomamos, una amiga trajo a la otra y así fuimos sumando”, apunta. Al año siguiente, Rosario, una referente del fútbol femenino que trabaja en el club Alas Rojas, la invitó a incorporarse a la Liga Palermo y Carmen se tiró al agua.

Comenzó con la categoría sub-11 y el trabajo fue arduo. “El primer año no terminábamos el primer tiempo porque nos hacían ocho goles”, cuenta quien nunca bajó los brazos. Para estimular a las niñas se le ocurrió pedirle a jugadoras de Defensor Sporting que hicieran un video contando su experiencia, porque ellas también comenzaron así y terminaron siendo campeonas. “Se represtaron y les decían a nuestras niñas que tenían la posibilidad de arrancar de chicas, cosa que ellas no pudieron”, comenta.

La evolución comenzó a hacerse sentir y el primer gran logro fue jugar un partido completo. “Nos hicieron cinco goles, pero terminamos el partido”, le decían orgullosas a Carmen.

Le faltó concretar el sueño de tener a su hija jugando en Mirador porque estaba pasada de edad, pero ahora lo compensa viéndola ser parte de la sub-16 de Boston River.

Lo conseguido con la sub-11 hizo que le propusieran armar la sub-13. Y, ya sabemos, no sabe decir que no así que allá fue, ahora con la ayuda de Alejandra, y el ciclo volvió a repetirse en cuanto a las goleadas de los inicios. Pero ahora había experiencia y resultados para mostrar. Al principio eran muy pocas niñas y Carmen debía cambiar sus planes sobre la marcha. Hoy son alrededor de 30 y ella tiene como norma no tomar más de las que puede fichar y hacer que en cada partido todas jueguen al menos unos minutos.

“Como hice el curso en pandemia no tuve prácticas, entonces miraba videos de acuerdo a la edad y lo que quería trabajar, me hacía dibujitos… Cuando se sumó Ale empezamos video para acá, video para allá, qué te parece esto, qué te parece aquello y así nos fuimos organizando”, recuerda.

Hoy lleva un parlante a las prácticas y pone música. “Es la manera que encontré para que no se quejen tanto. Ellas van cantando, chochas de la vida y no se quejan”, acota.

Un aspecto en el que pone espacial hincapié es en inculcar valores, entre ellos el respeto a sus rivales y a los árbitros. “Nosotras les decimos a las nenas que el respeto es para adentro y para afuera; que si el juez cobró, cobró, y así como hay un juez en la vida diaria, hay un juez en la cancha y dentro de la cancha manda él y hay que respetar su decisión”, remarca.

También procura que eso se traslade a la hinchada porque es consciente de que en el baby fútbol muchas veces los padres son un problema. “En el caso de nuestro cuadro no son de criticar al juez, ni de quejarse, ni de gritarle a las niñas… son súper tranquilos y respetuosos”, destaca Carmen.

Reconoce que en el baby fútbol femenino lleva alrededor de un año que los padres se adapten y entiendan el compromiso con el equipo. Por ejemplo, a los partidos de varones van más padres, con las niñas cuesta.

Entre sus objetivos está crear una sub-15 para las niñas, aunque sabe que a esa edad son más difíciles de enganchar, y que haya una categoría por año como ocurre con los varones.

Cuando mira hacia atrás se siente feliz con todo lo conseguido. “Los resultados están bárbaro, ganar está buenísimo, pero los valores y el respeto están por encima de todo y eso es lo que queremos fomentar”, dice y asegura que va por más.

Hay dos categorías de niñas: sub-11 y sub-13

Mirador Baby Fútbol integra la Liga Palermo y tiene su cancha frente al Estadio Centenario.

Como ocurre en todos los clubes de varones, hay una categoría por año de nacimiento, lo que hace que los niños sean todos de la misma edad.

Con las niñas no pasa lo mismo, hay dos categorías: sub-11 y sub-13. Eso provoca que haya niñas de 6 años jugando con otras de 11, lo que hace las competencias más desparejas. Además solo hay una selección, la sub-13. Mirador llegó a tener una niña convocada, pero como tenía apenas 9 años no quedó. “Yo siempre le digo que cuando vaya a jugar a Uruguay voy a estar ahí alentándola”, dice Carmen.

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Mirador Baby Fútbol femenino.

Mirador elige nuevo presidente en abril

Las categorías sub-11 y sub-13 de niñas practican los fines de semana. “Los sábados de mañana es mi rato y lo disfruto con ellas. A veces hacía la práctica los viernes a última hora, que estás cansada de toda la semana, pero era mi momento para estar con ellas y me bajaban a tierra”, destaca Carmen.

El 8 de abril son las elecciones para renovar la directiva de todo el club y Carmen es candidata por pedido de José “Pepe” Fernández, el presidente actual, y Eduardo Miñón, quien fuera presidente otros años. Hay tiempo para que se presenten otras listas, pero todo hace pensar que será la nueva presidente.

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Mirador Baby Fútbol femenino.

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