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La historia del árbol de Guernica: una semilla vasca que floreció en todo el Uruguay

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Alberto Irigoyen Guernica
Nota a Alberto Irigoyen y Robles, Plaza Guernica, Montevideo ND 20210423 foto Francisco Flores - Archivo El Pais
Francisco Flores/Archivo El Pais

HISTORIA

Un roble que se encuentra en varios departamentos como símbolo cultural y recuerdo del bombardeo a una población civil.

Si bien es universalmente conocida la obra Guernica en la que Pablo Picasso plasmó su denuncia a quienes desencadenaron la guerra civil española y destruyeron esta ciudad sagrada para los vascos, poco se sabe de la historia de la Villa de Gernika (como se escribe en euskera), que se remonta varios siglos antes de ser bombardeada por las fuerzas aéreas combinadas de Alemania, Italia y España, en aquel trágico 26 de abril de 1937. Menos se conoce que de esa zona proviene un roble cuyas semillas han ido a parar a los rincones más remotos, entre ellos Uruguay, como símbolo de la cultura y de la migración vasca por el mundo.

Hay plazas y parques que llevan el nombre “Guernica” en Montevideo (junto al Estadio Centenario), Colonia, Durazno, Florida, Maldonado, Soriano y Tacuarembó. Y calles con la misma denominación en San Ramón (Canelones) Juan Lacaze (Colonia), Minas (Lavalleja), Piriápolis (Maldonado) y Durazno. Pero el árbol de Guernica está presente incluso en más departamentos. Y en otros espacios al aire libre que llevan distintos nombres, así como en instituciones públicas y privadas.

La presencia de este roble en nuestro país ha sido motivo de un libro de investigación escrito por dos vascos que viven en Uruguay, Alberto Irigoyen Artetxe (foto superior) y Servando Echeverría Olalquiaga, que será publicado próximamente.

“En 1778 Miguel de la Cuadra recibió de manos de un capitán mercante un cajón conteniendo semillas de robles y encinas que había transportado desde Bizkaya. Se las obsequió a los navarros José Errazquin y Pedro Berro (padre de Bernardo Berro, expresidente uruguayo), quienes los plantaron en la chacra que ambos tenían en sociedad en Manga”, explica Irigoyen a Revista Domingo.

En la hoy conocida como Chacra de Berro, las encinas no prosperaron, pero sí los robles, que fueron amorosamente cuidados por Bernardo y su tío, el vicario apostólico Dámaso Antonio Larrañaga. Llegaron a su mayor esplendor y durante muchos años fueron los padres de todos los robles que hubo en la capital del país.

“En 1876 se fundó en Montevideo la sociedad vasca Laurak Bat (“cuatro en uno”, en referencia a las provincias de Álava, Vizcaya, Guipúzcoa y Navarra) y durante sus Fiestas Euskaras, que solían celebrar anualmente en las costas del Miguelete, a falta de un árbol de Guernica se reunían bajo un roble allí existente para entonar el himno uruguayo y el Gernika’ko arbola. También solían obsequiar hojas de este roble a los dignatarios visitantes”, agrega el escritor.

Tras el primer retoño

En 1886, la Sociedad Euskara construyó su sede social en el actual barrio Capurro, en la calle Uruguayana, recostada sobre el arroyo Miguelete, donde luego se erigió una plaza de toros. Allí montaron una cancha de pelota de 125 metros de largo, con paredes de 12 metros de altura y palcos para 2.000 personas. El día de la inauguración, para la que llegaron pelotaris del País Vasco continental, se le rindió especial homenaje a Victoriano Berra, quien había sido responsable de todos los asuntos legales de la adquisición del predio y de la obra, conminándolo a que, públicamente, aceptara el pago por sus servicios. Con reticencias, el homenajeado accedió, con la condición de que ese dinero fuera destinado a traer desde Euskadi un retoño del roble sagrado para ser plantado al lado de la cancha. Lamentablemente, la pronta desaparición de la sociedad, debido a la crisis que asolaba a nuestro país, postergó por muchos años el sueño de Berra.

A pocos años de su fundación, ocurrida en 1912, la Sociedad de Confraternidad Vasca Euskal Erria de Montevideo adquirió un amplio terreno en Malvín, donde hoy se asientan la Facultad de Ciencias, el Instituto Pasteur y parte del complejo de viviendas que lleva su nombre. Allí sembraron, en 1918, el primer roble de Guernica que existió en Uruguay. La prensa recogió el acto con estas palabras: “Tú vivirás feliz, noble blasón de nuestras libertades. De tierra de libres vienes y en tierra de libres vas a vivir. Solo has cambiado los agrestes y risueños paisajes de Euskadi, bajo el cielo plomizo, por la gravedad de la ondulada tierra uruguaya bajo su cielo azul; las brisas del Cantábrico, por las del Plata”. Los expresidentes Terra, Campisteguy y Baldomir solían asistir a las fiestas que esta institución celebraba en su aniversario. Y en la década de 1930, los pelotaris de la institución lucían en su pecho el escudo con el emblemático árbol.

Plaza Guernica
Placa en la Plaza Guernica de Montevideo.

La expansión del fruto

Al año siguiente, el Centro Euskaro, por entonces ubicado en Camino Larrañaga esquina Sancho Panza (Luis Alberto de Herrera), también hizo lo propio y trajo un retoño que se sembró frente a su sede. Fue tal la importancia que la institución daba a este símbolo, que figuró en el centro de su bandera social desde 1912. Luego, en 1923, el cónsul uruguayo Ignacio Arcos visitó Guernica y trajo sendos retoños para la Sociedad Euskal Erria, Centro Euskaro y Campo Español, este último ubicado sobre la avenida José Pedro Varela, donde hoy existe un complejo de viviendas.

Después del bombardeo de Guernica de 1937, ideado por el coronel nazi Wolfram von Richthofen, el roble adquirió un nuevo significado. Además de llorar a los más de 2.000 asesinados y el arrasamiento de su villa sagrada, los vascos debieron sufrir la ignominia de ser acusados por el dictador Francisco Franco de haberla dinamitado e incendiado ellos mismos. Esta mentira, que perduró durante toda la dictadura, es sostenida aún por algunos nostálgicos del fascismo.

Así lo comentó el diario sevillano ABC el 30 de abril de 1937: “Guernica ha sufrido el temporal apocalíptico de los que al huir dejan el incendio y la miseria como una estela de locura. Ha sido destruida por los rojos. Está probado ya y se probará todavía mejor con las declaraciones de los que han presenciado en la misma Guernica el incendio de esta villa, concienzudamente proyectado y realizado por los que se disponían a huir. Ningún avión nuestro voló aquel día sobre Vizcaya”.

El impacto de este horror recorrió un mundo que jamás había sido testigo de un ataque de tal saña a la población civil. “En Uruguay no solo reaccionaron los inmigrantes vascos y sus descendientes. También lo hizo el espectro intelectual y político”, comenta Irigoyen.

Los poetas Carlos Sabat Ercasty y Emilio Oribe dedicaron sendos poemas a las víctimas y, en el Congreso de Intendentes, Giordano Bruno Eccher, representante de Cerro Largo, propuso que en cada departamento se incorporara el nombre de Guernica a la nomenclatura “como homenaje de Uruguay a ese ejemplar pueblo de Euzkadi que sobrevive con sus tradiciones de libertad”. Curiosamente, el nombre de la villa no figura en el nomenclátor de ninguna localidad arachana.

Programa Guernica
Programa de actos de 1919, de la “gran fiesta social” con motivo de la plantación de un retoño de roble de Guernica.

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