Faltan unos pocos días para la llegada de Rosh Hashaná —Año Nuevo Judío— y en el primer piso de la Comunidad Israelita del Uruguay —Kehilá— el movimiento empieza a ser un poco más intenso de lo habitual. Es que dos de los talleres del Departamento de Inclusión aceleran la elaboración de productos que tienen que ver con el recibimiento del año 5786. Taim se ocupa de los manjares; Avodatí de los objetos que acompañarán las distintas celebraciones.
“Estamos festejando la creación del mundo y la creación del ser humano. Es como el cumpleaños del ser humano a través del nacimiento de Adán y Eva como personajes arquetípicos”, explica Myriam Rozengurt, asistente de dirección del Departamento de Inclusión que este año está cumpliendo 25 años.
Myriam lo define como un lugar de encuentro en el que las personas con discapacidad, sea intelectual o psicosocial, pueden desarrollar sus habilidades. “Si bien tenemos sus diagnósticos para conocer su situación, no nos centramos en las limitaciones, sino en lo que cada uno puede hacer. Y es maravilloso, todos tienen capacidades increíbles y logran cosas increíbles”, destaca orgullosa.
Entonces se le iluminan los ojos cuando menciona los jalot que preparan en el taller de cocina, que son los panes que pasan de ser trenzados a tener una forma redonda porque se desea que todos tengan un año circular. O cuando muestra los cubre jalot que bordan los integrantes del taller de artesanía.
“En la mesa, los panes van cubiertos porque primero hacemos la bendición del vino y después del pan. Entonces, para que el pan no se sienta avergonzado, lo cubrimos. Luego lo descubrimos, hacemos la bendición, lo comemos y lo compartimos. Eso nos habilita a comer todos los manjares”, detalla Myriam en charla con Domingo.
Taim —que significa “sabroso”— y Avodatí —que se traduce como “mi trabajo”— son dos talleres de terapia ocupacional del Departamento de Inclusión de la Kehilá, que además cuenta con otros cuatro programas (ver recuadros).
“La idea es que sus integrantes vengan y se entrenen para el mundo laboral a través de la integración, de la inclusión y de la capacitación para diferentes tareas”, señala Myriam.
Para ello cuentan con equipos profesionales especialmente formados para cada taller, entre los que hay terapeutas ocupacionales, psicólogos y educadores.
La cocina —Taim— trabaja más con discapacidad intelectual. Además de Sara Jaia, profesora y supervisora kosher, que es quien les enseña a cocinar, hay dos coordinadoras que son psicólogas: una se encarga de la salud mental y la otra de coordinar la terapia ocupacional.
Avodatí, en tanto, tiene más integrantes con discapacidad psicosocial. Trabaja con tres profesionales que se ocupan cada uno de un área: productiva, terapia ocupacional y salud mental.
25 años del área que se inició con el Grupo Or
Hace 25 años se creó el Área de Discapacidad de la Kehilá, que luego pasó a llamarse Jalomi (mi sueño) hasta llegar a su actual nombre: Departamento de Inclusión.
El mismo cuenta con seis programas. En 1999 se fundó el primero, que es el Grupo Or (luz), con ocho integrantes. Se trata de un espacio de educación no formal que atendió a los primeros jóvenes y adultos con discapacidad que se integraron a la comunidad, proporcionándoles vivencias significativas que potenciaran sus capacidades y estimularan la vivencia de la cultura judía a través de diferentes dinámicas.
“Nos fue pasando que, poco a poco, hemos tenido que ir acompañando el ciclo de vida de personas que, por ahí, tienen discapacidad severa y persistente y que realmente este es el único lugar donde trabajan y reciben estimulaciones y apoyo de profesionales. Como seguían necesitando un espacio de integración, hace un año y medio nos dimos cuenta de que había que crear un programa para mayores de 60 años”, cuenta Geraldine Muñoz, directora técnica de la Kehilá.
Fue así que en 2024 surgió el grupo Jaim, el primer espacio para adultos mayores con discapacidad, mientras que Or quedó reservado para los más jóvenes.
Para todos
“Muchos de estos chicos estaban totalmente aislados y hoy son parte de este centro, que no solo los ayuda a salir de sus casas y tener hábitos, sino que les da la oportunidad de socializar”, señala Myriam y enseguida aclara que el Departamento de Inclusión está abierto a todo el mundo, no hace falta ser judío para acudir a él.
“Hay un 10% de personas no judías. Damos asesoramiento a cualquier familia que nos llame y diga ‘tengo un hijo con discapacidad’”, indica la asistente de dirección. Lo único que se pide a cambio es un aporte de acuerdo a las posibilidades de la familia, para poder seguir brindando el servicio. “Hay muchos casos de chicos que no pagan, pero son casos apoyados por personas solidarias que acompañan los procesos de integración de quienes no pueden hacer ese aporte económico”, explica.
Se recibe a chicos a partir de los 18 años de edad cronológica, que no siempre condice con la edad mental, hasta personas con entre 65 y 70 años. En general acuden unas 50 personas sumando los seis programas.
En Taim, hay en promedio unos 10 alumnos que diariamente elaboran panes, galletitas, alfajores y menús saludables para abastecer a los distintos departamentos de la Kehilá y sus diferentes eventos. “Hacemos de todo. Comida tradicional como knishes y gefite fish, y también lo no judaico. Es una mezcla de todos lados”, cuenta Sara Jaia.
La profesora asegura que sus alumnos son “unos genios”. “Son los mejores ayudantes que hay. Son muy buenos y muy inteligentes; yo les voy explicando todo y ellos lo hacen solos”, destaca sobre una formación que los prepara para salir al mercado laboral. Uno de ellos, por ejemplo, trabaja en McDonald’s.
Por el lado de Avodatí, son un poco más de 20 y se les enseña a hacer todo tipo de artesanías. Cuando Domingo los visitó había un grupo preparando velas para un bar mitzvah, en otro sector dos alumnas bordaban cubre jalot y en otras mesas los demás dibujaban o barnizaban soportes.
En un rincón había en exhibición algunos de los objetos ya terminados destinados a Rosh Hashaná, como unas bandejas de madera decoradas, kits de velas aromáticas —“todas las festividades comienzan iluminando nuestro hogar con dos velas”, apunta Myriam— y las tarjetas kadish.
“Es una costumbre milenaria. Durante el mes previo a Rosh Hashaná y en Rosh Hashaná nos mandábamos tarjetas. Yo tengo las mías del colegio, históricas, deseándonos un año bueno y dulce con diferentes dibujos alusivos a esta festividad. Por ejemplo una granada o una manzana con miel. Ahora, con los teléfonos celulares tenemos cantidad de emoticones y de stickers que las sustituyen”, cuenta Myriam y se ríe.
Por estos días, gracias a Avodatí algunos volverán a las viejas tarjetas. Y de Taim degustarán varios manjares con los que el lunes comenzar a celebrar el nuevo año. “El objetivo es sacar lo mejor de cada uno de los chicos”, resume Myriam.
Taller Avodatí
En 2003 se fundó el primer taller ocupacional para personas con discapacidad, un hito a nivel comunitario y a nivel país. El mismo permite a jóvenes capacitarse en tareas diversas, posibilitando su pleno desarrollo después de la etapa liceal. Funciona de lunes a viernes, de 12 a 16 horas (se les brinda el almuerzo), de febrero a diciembre.
Taller Taim
El segundo taller ocupacional se creó en 2005. Se trata de una cocina kosher supervisada por el rabinato, que comenzó a capacitar a jóvenes y adultos en tareas culinarias para darles una herramienta de desarrollo laboral. Actualmente está a cargo de la profesora Sara Jaia, y se dicta de lunes a viernes, de 10 a 14:30 (los alumnos almuerzan allí).
Rosh Hashaná
Este lunes comenzará la celebración del año judío 5786. Se trata de una festividad cargada de simbología que el Departamento de Inclusión de la Kehilá ha trasladado, por ejemplo, al taller Avodatí. En la foto se pueden apreciar algunos de los objetos que realizan los alumnos para recibir el nuevo año: velas, bandejas, cubre jalot. También se elaboran objetos para otras festividades, como bar mitzvah.
Dos grupos que aplican la arteterapia
En 2016 se fundó el primer espacio en el área de Arteterapia, Calanit (flor típica de Israel), grupo de teatro y expresión para personas con discapacidad. Permite desarrollar las capacidades expresivas y artísticas de las personas para que, por medio de estas técnicas, puedan comunicarse. Una profesora los orienta para que armen una obra que a fin de año comparten con todo el Departamento de Inclusión.
En 2024, en tanto, se dio inicio a Briah (creación), un segundo taller de arteterapia, enfocado en personas con problemas de salud mental. “Surgió como un programa piloto que tiene que ver con arteterapia en papel. Tuvo tanto éxito que quedó implementado para todo el año”, explica Geraldine Muñoz.
“En ambos talleres lo que se está buscando es que los muchachos a los que les cuesta expresar con palabras sus sentimientos, un dolor, una bronca, lo que sea, pueda hacerlo por medio del teatro o del papel. Con estos programas los ayudamos a expresarse”, agrega.
El arteterapia es una forma de psicoterapia que alienta a quien la practica a explorar sus emociones más profundas, disfrutar la expresión emocional y comunicarse a través de actividades artísticas.