Fernando Cabrera y Hugo Fattoruso: el cruce inédito de dos trayectorias inmensas que por fin confluyen en un disco

Tras un año de compartir escenarios, los referentes de la música uruguaya vuelven a encontrarse el 30 de setiembre en el Auditorio del Sodre. Esa noche lanzarán su primer material en conjunto. Antes de la fecha, esta charla con Domingo.

Fernando Cabrera y Hugo Fattoruso
Fernando Cabrera y Hugo Fattoruso.
Foto: Darwin Borelli

En un bar del Centro de Montevideo, la mañana avanza despacio. El aire frío se cuela por las rendijas de la puerta y, en una esquina, un piano parece observar la escena como testigo silencioso. Allí, entre tazas de café humeantes, se encuentran Hugo Fattoruso y Fernando Cabrera, dos referencias inevitables, dos trayectorias inmensas que, ahora, decidieron juntarse en un disco compartido. Hablan con calma, se interrumpen con bromas, se miran con complicidad. Se nota que en este último período han compartido viajes, conversaciones y escenarios.

La excusa de la entrevista es concreta: el 30 de setiembre, a las 21.00, lanzarán, en el Auditorio Nacional del Sodre, el álbum Cabrera Fattoruso, grabado en vivo hace exactamente un año en el Teatro Solís. Pero lo que se despliega en la charla va mucho más allá: historias de giras por Argentina, recuerdos en Brasil junto a Chico Buarque, debates sobre el orden de las canciones y hasta una insólita colección de miles de fotos de autos antiguos tomadas por Fattoruso.

A pesar de la larga trayectoria de ambos y de algunos encuentros puntuales en estos años, no se habían encontrado en escenarios o proyectos en común hasta el año pasado. “Fue una idea de Javier Celoria. Él conoció a Cabrera y se encantó. Y con él trabajamos juntos hace 20 años”, dice Hugo, recordando al productor argentino que los juntó. “No sé por qué no se dio antes, pero llegó justo. Es redundante decirlo, pero yo soy fan de él —señala a Cabrera— y llevar este dúo me da orgullo, me encanta”. Cabrera asiente: “Cuando se juntan dos artistas surge algo que no es ni uno ni el otro. Es lo más lindo: lo extraño, lo nuevo”.

Aunque pertenecen a generaciones distintas, sostienen que en la música eso no pesa. “Yo no sé qué edad tengo —dice Cabrera—. Puedo tener 700 o 15. Y Hugo tampoco tiene edad. Así lo siento”. Fattoruso coincide: “Estoy distraído, no me doy cuenta. El cuerpo lo sabe, pero yo no. No tengo tiempo para pensar en la edad”, dice y se ríe.

En verdad, sus caminos se habían cruzado en la década de 1980. Cabrera invitó a Hugo a tocar en el disco Buzos Azules, en 1986, y más tarde volvió a convocarlo para la banda sonora de la película El dirigible (1994). También compartieron en Brasil cuando Fattoruso integraba la banda de Chico Buarque. Pero recién ahora ese vínculo cristalizó en un proyecto en común.

Hugo Fattoruso y Fernando Cabrera
Hugo Fattoruso y Fernando Cabrera lanzan su primer disco juntos.
Foto: Darwin Borelli

En 2024 emprendieron más de 15 conciertos entre Uruguay y Argentina. La convivencia en las giras fue un aprendizaje que “se fue construyendo” ensayo tras ensayo, dice Hugo, hasta encontrar la armonía que se plasma en el disco. Recorrieron nueve ciudades argentinas, desde la nieve del sur hasta el calor misionero. Allí vivieron una de esas escenas que quedan tatuadas en la memoria: el bandoneonista y compositor Juan “Pico” Núñez se presentó en el hotel donde paraban y les regaló un mini concierto al aire libre, rodeados de vegetación. “Es un musicazo. Nos dejó de boca abierta y corazón contento”, recuerda Hugo.

Escuchar sin apuro en tiempos de aceleración

El álbum que lanzarán a fin de mes tiene formato vinilo y consta de 12 canciones entre las cuales entraron joyitas del cancionero de cada uno como “La casa de al lado” de Cabrera y “Palabras” de Fattoruso.

La foto de tapa, de Magela Ferraro, fue sacada en un taller mecánico donde se ven un motor y un par de llaves. El que la vea podrá preguntarse por qué un taller mecánico ilustra este trabajo. Y es que —lo explica Cabrera— el sonido de los motores forma parte del gusto musical de ambos artistas. Ya en la contratapa hay dos fotos aéreas de Mauricio Rodríguez, tomadas el día del concierto que se grabó el disco. Todo fue diseñado por Alejandro Echegoyen, lo que lo convierte en pieza de colección.

—¿Con repertorios tan extensos, me imagino que fue difícil elegir las canciones que entrarían en el concierto y en el disco. ¿Cómo fue ese proceso de selección?

— Fattoruso: Armó todo él.

—Cabrera: Armé yo el orden, digamos, porque este es un vago y no le gusta la parte administrativa (bromea). Yo armé el orden del concierto y después él me dijo que estaba de acuerdo y listo. Y el disco también, pero es otro orden, porque entraron solamente 12 canciones. Fue duro dejar afuera temas que nos encantaban, pero el vinilo tiene límites técnicos. Hay un máximo de minutos por cara y había que encajar seis y seis. Costó, pero quedó bien.

Tapa disco Fernando Cabrera y Hugo Fattoruso
Foto de Magela Ferraro y diseño de Alejandro Echegoyen.

— El vinilo es, de cierta manera, una invitación a la pausa, al estar en el presente en tiempos de inmediatez digital. Va un poco en contra de la aceleración que vivimos ahora.

—Cabrera: Sí. Todos estamos acelerados. A veces en casa estoy, como se dice... escroleando, o cambio rápido de canal, me aburro más que antes. A la humanidad entera nos pasa eso. Pero se puede las dos cosas. Controlar esa aceleración y estar más sosegados y destinar el tiempo a leer un libro, ver una película, escuchar un vinilo.

—Fattoruso: Sí. Yo igual no tengo celular, solo lo uso para hablar con mis hijos. Uso el mail, que es mi oficina. Nunca estoy más de 15 minutos con eso. No estoy en la compu.

Cabrera: Cuando la gente compra un vinilo es porque lo va a escuchar muchas veces. Te invita a escucharlo entero, a respetar el orden de las canciones. Y uno piensa muy bien el orden, cuál canción viene después de la otra, qué atmósfera se transmite, qué clima tiene. Es un formato que invita a la apreciación sí.

Entre los desvíos de la charla aparece el recuerdo de aquel video viral donde Cabrera canta “No me arrepiento de este amor” de Gilda, invitado por la banda Bolsa de Naylon en la Rama de un Árbol.

“No pensé que lo iban a editar. Pero estos vivos estaban filmando. Hicieron un video y lo subieron a las redes. Creo que tuvo repercusión porque es raro que yo cante una cumbia”, se ríe.

—Hay algo en el escenario actual de la música uruguaya o rioplatense que les sorprenda o entusiasme?

— Cabrera: No mucho. No tengo la capacidad de estar al día con millones de cosas que pasan acá. Pero estoy muy impresionado con Bolsa de Naylon en La Rama de Un Árbol, con las cuales estoy trabajando también. Me impresionan porque andan por un rumbo que es de ellos nomás, tienen su misterio. Son originales. Y eso falta hoy en día, un poco de ser vos mismo. Ahora todo se parece. Yo escucho, por ejemplo, en las redes o en la televisión, todos los días uno distinto, un nuevo cantautor que se presenta, un conjunto medio roquero, medio pop. Y la verdad, todo suena igual. No hay un matiz que vos diga, "Qué original es" o, "Ah, mirá por dónde agarró". No. Todo muy pop, así tipo fogón, ¿viste? tipo campamento. Después hay otros de antes, como Martín Buscaglia, por ejemplo, que me gustan. También hay una chica que escuché hace poco, se llama Sofía Alvez, interesante, con raíces medio brasileras, pero aplicadas a la música uruguaya. Y músicos buenos hay muchos también en el plano instrumental. Gente que hace jazz, que hace candombe moderno, bajistas, tecladistas, vientos, guitarras, Hugo toca con varios de ellos, gente nueva que la rompe.

— Fattoruso: Yo ando distraído, estoy muy metido con mis proyectos.

Una etapa luminosa para el encuentro

Cabrera asegura que tocar con Hugo lo enriquece y lo exige. “Él es un mundo musical muy diferente al mío. Meterme en su mundo me lleva a concentrarme mucho. Yo sé que no estoy en su liga, pero me esfuerzo, trato de dejarlo contento. Gracias a su humildad encontramos un punto de armonía”, sostiene.

Fattoruso, por su parte, disfruta de un espacio distinto a todos los demás proyectos que integra: “En este dúo puedo presentar canciones. En otros grupos lo que aporto es diferente. Con Cabrera estoy como pez en el agua”, afirma.

Hugo Fattoruso y Fernando Cabrera
En 2024 los referentes de la música giraron por Argentina y agotaron dos Teatro Solís.
Foto: Darwin Borelli

—¿Después del concierto en el Sodre piensan seguir tocando juntos?

—Cabrera: Sí, vamos a Buenos Aires.

—Fattoruso: España estaba ahí también, dando vueltas.

En la recta final de la charla, aparece inevitable la pregunta sobre cómo viven esta etapa de sus vidas. “Cero kilómetro”, responde Fattoruso sin dudar. Cabrera agrega: “Es la mejor fase de mi vida. Me contagio de él, me transmite vitalidad. Además de los beneficios musicales, trabajar con Hugo me rejuvenece. Tengo tendencia a la haraganería, pero lo veo y me da vergüenza, me obliga a ponerme las pilas”.

En ese momento, la frase que alguna vez dijo Hugo en una entrevista vuelve como un eco: “Mi momento no ha llegado todavía”. Cabrera la comparte: “Yo también siento que lo mejor está por delante. Es una ilusión que uno tiene. Queda mucho por hacer”.

Ese es, quizás, el verdadero centro de esta historia. Dos artistas que llevan décadas en los escenarios, siguen creyendo que lo más importante está por venir. Y lo hacen con la energía intacta de quien arranca de nuevo, con la curiosidad abierta y la música como combustible. Todavía hay mucho por tocar, por decir y, sobre todo, por crear.

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