Dos frases sorprendieron a Pilar Sordo en su consulta en 2025 y con ellas armó la charla que estrena en Uruguay

La sensación de estar permanentemente en falta es el tema de "Des-en.red-ate en tu vida", charla que presentará el 10 de enero en el Enjoy y que forma parte de su próximo libro "Decidir con sentido".

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Pilar Sordo.

Así como Google publica cada año las palabras o los temas que más buscaron los internautas, Pilar Sordo hace un recuento de las cosas que más escuchó en sus consultas. “En 2025 fueron dos frases: ‘No alcanzo a hacer todo lo que hay que hacer’ y ‘no me siento suficiente’”, señala la psicóloga y escritora chilena. Con ellas armó Des-en.red-ate en tu vida, la charla que estrenará el sábado 10 de enero en el Enjoy y con la que cumple el ritual de comenzar el año visitando Punta del Este.

“Ya se ha hecho un clásico, parece ¿no?”, comenta a Domingo sobre lo que define como “un espacio de reflexión dentro del inicio de las vacaciones”. “Hace bien a veces detener un poquito el tiempo”, sostiene quien le gustaría quedarse unos días más en el balneario uruguayo, pero tiene un libro que entregar, el decimosegundo de su bibliografía.

Pilar afirma que el disparador de su nueva charla se podría resumir en esa sensación de que estamos total y permanentemente en falta. Y entonces pone ejemplos: siento que podría haber hecho mucho más, siento que debería hacer ejercicio y no lo hago, debería haber dejado el azúcar y no pude, debería ser mucho más cariñosa con mis hijos, debería haber estado más tiempo en pareja…

“Nunca, en ningún año en mi vida profesional había escuchado con tanta intensidad eso”, confiesa alarmada y enseguida identifica al culpable: las redes. “Claramente esto tiene que ver con estar en vidriera”, explica y dice que lo primero que habría que entender es que somos adictos al celular. “Estamos todos necesitando la dopamina que el celular genera”, admite, porque no se siente una excepción. A ella también le pasa.

Entonces realiza un diagnóstico de las redes y apunta que tienen un efecto adicional: “Producen dos sensaciones en la población a nivel colectivo, pero que se perciben como individual, que son la permanente comparación y la insatisfacción”.

La psicóloga detalla que tenemos la sensación de que otros alcanzan a hacer todo lo que tienen que hacer en el día, menos nosotros, y que además tienen vidas mucho mejores que la nuestra. “Permanentemente pareciera que vamos detrás de otros”, grafica y entonces se acuerda de una frase de su amigo Gustavo que le parece tremendamente clarificadora de la situación: “Me levanto a las 7 de la mañana y ya hay un idiota que corrió 12 kilómetros”.

Lo agrava el hecho de que se han subido los estándares de todo.

“Mis padres eran comerciantes. Mi madre llegaba en la tarde de la tienda, me hacía un arroz con huevo y se sentía súper buena mamá porque me había dado de comer. Hoy, si esa mamá no le pone un tomate cherry al arroz, no le pone dos hojitas de cilantro para decorar el plato, no prepara un jugo de naranja y no instala una mesa maravillosa con una vela, no se va a acostar sintiéndose buena mamá. O sea, el arroz con huevo ya no basta”, evalúa con cierto enojo.

Pilar no está en contra de que se intente hacer las cosas lo mejor posible, pero lamenta que hoy haya que hacer un montón para sentirse satisfecho: pensar en positivo, caminar descalzo, vivir en el presente, comer saludable, hacer ejercicio, meditar, educar responsablemente a tus hijos… “Es una locura”, reconoce.

Cómo actuar

Pilar considera que la batalla la tenemos perdida. Entonces, ¿no hay nada para hacer? “El desafío y la sabiduría están en cuánto te demoras en volver a ti”, aconseja. “Para eso hay que mejorar el diálogo interno. Hay que desconectarse de las redes para conectarse con uno”, explica sabiendo que no es sencillo, pero tampoco imposible.

El silencio y las pausas son claves. Pero también lo es entender que eso que se hizo desde la más profunda inocencia, que fue darle el celular a los niños, hoy en día “está súper claro que nos está liquidando el cerebro”, dice. Por eso comparte las nuevas medidas adoptadas en Australia, que por ley prohíben a los menores de 16 años el uso de redes sociales. “Tenemos que entender que somos mejores personas sin el celular en la mano”, insiste la chilena.

La neurociencia ha demostrado que al despertar, la primera media hora no se debe tomar el celular para que el cerebro programe el día desde un lugar mucho más positivo. O que para dormir bien hay que dejar el teléfono móvil por lo menos una hora antes de acostarse.

¿Y cómo se hace? Pilar propone administrar el uso del celular sabiendo que cuesta mucho y que incluso a ella le resulta muy difícil porque es su herramienta de trabajo. Cuenta que, por ejemplo, no mira el teléfono mientras come o se pone alarmas para leer porque reconoce que su concentración se dañó. “Son alarmas de media hora para hacer lapsus de lectura, porque sino leo dos páginas y vuelvo a mirar mi celular”, reconoce.

Comenta que la pandemia mostró cosas que ya estaban ahí. “No la responsabilizo de causas, la responsabilizo de visibilizar cosas”, afirma al analizar si el encierro al que nos sometió el covid incidió en eso de estar más pendientes del celular o de las redes.

Para la psicóloga quedamos en deuda con la pandemia porque en ese contexto mucha gente advirtió cosas que luego no fue capaz de cambiar. “Por ejemplo, tomó conciencia de que tenía que estar más con los papás porque ya estaban viejos y resulta que hoy día los ve lo mismo que los veía antes. O te diste cuenta que no podías seguir en pareja con la persona que estabas viviendo y sigues con ella”, enumera y sentencia: “Yo creo que nos faltó coraje”.

Morir acompañado

Hace 28 años que Pilar Sordo acompaña gente a morir. Ella lo considera un privilegio y lo define como “ayudar a cruzar el puente” y aclara: “Hasta la primera mitad”. Relata que le han tocado casos de suspensión de medicamentos o de tratamientos.

Considera que no le corresponde evaluar la decisión que toman las personas porque se trata de un proceso muy individual que va atado a lo que cada uno está atravesando en ese momento.

Más allá de lo difícil de cada experiencia, ella encuentra un denominador común que también se da en otras situaciones como puede ser el parto, y es que lo doloroso tiene algo de hermoso.

“El momento de más dolor tiene algo de sublime, en el contacto del traspaso no sé si a otra vida, pero sí a otro estado. Pero también es muy hermoso cuando se vive bien, se vive soltando, se vive desde el amor, desde la fe, desde la compañía”, asegura y confiesa que en ese momento se siente “súper cómplice de Dios”. “Porque en el funeral, los únicos que saben toda la historia de verdad de ese ser humano somos Dios y yo”, explica.

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Pilar Sordo.

Pendientes

Pilar tiene un libro que entregar la segunda semana de febrero. Se titula Decidir con sentido y es una investigación que ya lleva ocho años en la que estudia de qué depende la salud mental. La misma arrojó que había cinco habilidades más para vivir situaciones difíciles que las siete que había identificado en su libro anterior, Del amor propio al amor al otro.

Para la chilena el problema es que no estamos hablando de salud, sino que estamos hablando de enfermedades. La gente se ha ido “psiquiatrizando” tanto y de forma tan peligrosa, que llega a la consulta con su propio diagnóstico de lo que tiene y le reclama al profesional el tratamiento.

“Creo que eso nos ha hecho mucho daño porque la palabras generan realidades. Si yo me autodiagnostico con un trastorno ansioso generalizado o con crisis de pánico, voy a actuar de acuerdo a eso y así pierdo todo el potencial de tener todos los recursos posibles para estar lo mejor posible”, analiza.

Yendo a su presente personal, Pilar viene de cumplir 60 años en octubre y ese número le generó varias cosas. “Primero, entender que tengo mucho menos adelante de lo que ya caminé y por lo tanto tengo que ser extremadamente consciente de mis decisiones para poder disfrutar plenamente de los años que me quedan. Pero, al mismo tiempo, se me produce una liberación, como que me empieza a importar todo un poquito un carajo y el temor al ridículo me da lo mismo. Siento que no le debo rendir cuentas a nadie de nada”, dice de ese juego en el cual se mueve en esta etapa de su vida.

Y aclara: “Nunca en la vida he dejado de hacer algo por miedo”.

Hoy para ella disfrutar es viajar menos y estar más en su casa en el sur de Chile. Quizás solo interrumpido para tomar un avión rumbo a Europa para visitar a sus hijos, una en España y el otro en Italia. O para disfrutar de su pequeño nieto Matías, de apenas 7 meses.

“Estoy aprendiendo a ser abuela, es otro de los desafíos”, lanza y antes de despedirse destaca que su charla en el Enjoy (entradas en Suticket) es para toda la familia, sobre todo para adolescentes. “Vayan que se van a reír un montón”, asegura.

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