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Djokovic y la pandemia: el número 1 del tenis que desafía al sistema

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NOMBRES

No pudo jugar el Abierto de Australia por no tener las vacunas contra el coronavirus. Fue primero detenido y luego expulsado por el gobierno

El serbio Novak Djokovic es el deportista del momento. Además de ser el número uno del tenis mundial -podio al cual llegó en base a un sacrificio monumental y a la imprescindible cuota de talento- su rostro sale un día sí y otro también en los medios de comunicación por ser el protagonista de una polémica de escala planetaria, en medio de la pandemia del coronavirus. Hagamos un repaso, al menos sucinto de lo que han sido sus últimas semanas, porque así como no todo el mundo sabe dónde queda Serbia, tampoco tiene por qué estar al tanto de este affaire sobre vacunas anticovid y “responsabilidad social” de los deportistas famosos.

El tenista tenía una exención de vacunación para viajar a Melbourne después de haber dado positivo al COVID-19, para jugar el Abierto de Australia, pero una vez que llegó al mostrador de Migraciones, se le negó la entrada al país y su visa fue revocada por no haber recibido las dosis contra el coronavirus. En realidad, la visa le fue cancelada en dos oportunidades, la primera de ellas horas después de su llegada a la isla más grande del mundo, lo cual ocurrió el pasado 5 de enero, cuando los funcionarios de la Fuerza Fronteriza Australiana le indicaron que no hay exención que valga y que todos los recién llegados deben tener su esquema de vacunación completo.

El deportista les dijo que una infección anterior de COVID-19 justificaba que no tuviera las vacunas, pero según las reglas federales australianas, eso no es suficiente. Y acá es cuando la cosa se fue un poco de madre: Djokovic no regresó a su casa, sino que quedó en un centro de detención de inmigrantes, a la espera de un proceso judicial, lo cual provocó una controversia global. Los antivacunas alzaron su voz sin tapabocas. Y los ecos resonaron en los ámbitos políticos, judiciales y deportivos, al más alto nivel.

En principio, un juez dictaminó que la decisión de haberlo detenido fue “irrazonable”, porque no se le dio suficiente tiempo a la estrella del tenis para consultar a sus abogados. Djokovic fue liberado y reanudó su entrenamiento en Melbourne Park, con la esperanza de asegurar su título número 21° de Grand Slam.

Pero el gobierno australiano quería dar un discurso ejemplarizante. No estaba preocupado porque el tenista se pudiera enfermar o porque pudiera contagiar a algún alcanzapelotas. No, estaba pensando en el mensaje que supuestamente las estrellas del deporte mundial deben dar a sus millones de seguidores. El mismo que muchos le reclamaban a Diego Armando Maradona, por ejemplo, hasta el día que murió.

Además, la estrella del tenis había sentado un mal precedente: cuando tenía coronavirus, dio una entrevista sin avisar y le prohibió al periodista Franck Ramella, del famoso diario deportivos francés L’Equipe, preguntar por las vacunas y su viaje a Australia. También se había reunido con un grupo de niños.

Fue entonces que el gobierno australiano intervino para cancelar su visa nuevamente, afirmando que el jugador no vacunado era “una amenaza para la salud y el orden público”. La pelota de fieltro pasó a un tribunal superior. Y los tres jueces se reunieron el pasado domingo, cuando dictaminaron que no había habido error en el proceso. El ministro de Inmigración, Alex Hawke, tenía decidido expulsar a Djokovic desde hacía días. Y los jueces le dieron la razón. Fue el smash para el serbio, que cargó sus raquetas y abandonó el país.

Desde la cuna

Al desmembrarse la Yugoslavia socialista, las repúblicas de Serbia y Montenegro decidieron crear, en 1992, la República Federal de Yugoslavia, que finalmente desapareció en 2003 y dio lugar a un nuevo país llamado Serbia y Montenegro. Por esto, en rigor, Djokovic nació en la antigua Yugoslavia, más específicamente en la ciudad de Belgrado. Fue el 22 de mayo de 1987, en el primer día del signo de Géminis.

No vio la luz en un hogar acomodado, aunque sí con vínculos con el deporte. Su padre, Srdjan, y su madre, Dijana, eran propietarios de una pizzería. Y su padre, tío y primo fueron esquiadores profesionales. Novak tiene dos hermanos menores, Marko y Djordje, que también son tenistas.

Djokovic se inició en las canchas de polvo de ladrillo a los 4 años. Y a los 12 comenzó a concurrir a la Academia de Niki Pilic, en Munich, cuando su ídolo en este deporte era el estadounidense Pete Sampras.

Debutó profesionalmente a los 16 años y desde entonces comenzó a destacar por una derecha prodigiosa y su gran revés a dos manos. No era un chico que pasara desapercibido cuando se calzaba los tenis.

Fue en el año 2006 cuando comenzó su despegue y llegó al puesto 40, ingresando a cuartos en Roland Garros y a la cuarta ronda en Wimbledon. Poco después obtuvo su primer título ATP en Amersfoort, venciendo en la final al chileno Nicolas Massu. Así se colocó entre los primeros 20 mejores tenistas del mundo. Después siguieron muchas derrotas, triunfos y lesiones. Hasta que en el Abierto de Madrid de 2019 celebró las 250 semanas en el número uno del mundo en el ranking ATP.

Toda esta carrera la pudo acompasar perfectamente con su vida personal. Se casó en julio de 2014 año con Jelena Djokovic, quien estaba embarazada de varios meses del hijo de ambos, en una celebración que duró tres días en el lujoso balneario montenegrino de Sveti Stefan. Hacía pocos días que el astro había ganado la final de Wimbledon, recuperando el codiciado número 1 del ATP, que va y viene de mano en mano. Tres años después, nació su hija Tara.

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Djokovic terminó siendo expulsado de Australia.

Tenis y COVID-19

Tras los últimos sucesos en su vida, el nombre de Novak Djokovic quedará ligado por siempre a la pandemia del coronavirus. En días pasados se supo que el tenista adquirió junto a su esposa el 80% de las acciones de la biotecnológica danesa QuantBioRes, creada a mediados de 2020 y que busca una cura contra la enfermedad diferente a las vacunas que se están aplicando en el mundo.

La empresa viene desarrollando un producto que inhibe la infección del coronavirus en las células humanas, según le explicó el gerente general de QuantBioRes, Uvan Loncarevic, a la agencia Reuters. “Nuestro objetivo es desarrollar una nueva tecnología para combatir virus y bacterias resistentes y decidimos usar la COVID como escaparate”, afirmó el ejecutivo.

Merecida derrota de Novak Djokovic fue el título de un artículo de opinión que publicó esta semana el portal en español de la cadena alemana Deutsche Welle. “Djokovic parece vivir en un universo propio, en el que él es el sol alrededor del cual gira todo. El hecho de que sea venerado como un santo en su Serbia natal y que haya habido manifestaciones públicas para su liberación no lo ayuda, sin duda, a mantener los pies en la tierra. Tampoco las declaraciones del padre de Djokovic sobre que su hijo sería crucificado como Jesús”, dice la nota editorial.

Lo cierto es que el número uno del tenis mundial sigue estando en boca de todos. Y que no son pocos los que defienden su causa, en un mundo en el que las libertades están en debate y las vacunas han demostrado ser efectivas, mas no infalibles.

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