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Esos detalles que podrían transformarse en un microengaño

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Definiendo la microinfidelidad.

RELACIONES 

En la actualidad los límites de la infidelidad son más difusos. ¿Cuánto daño puede causar?

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"Enviar un whatsapp a una expareja (cuando no existe un vínculo de amistad real) el día de su cumpleaños, responder su saludo con un emoticón con corazones, comentar historias con mensajes ambiguos por Instagram, seguir y dar consecutivos likes a publicaciones de fotos personales de terceros en Facebook, mantener conversaciones por chats con un tercero desconocido (o antigua pareja) donde el contenido de la conversación es muy entusiasta o halagador, abrir o mantener activos perfiles en aplicaciones de citas como Tinder o Happn, tener contactos en su celular bajo nombres como ‘auto taller’, ‘carpintero’, etc. que corresponden a terceros con los cuales mantienen contacto amoroso o sexual en secreto”, son algunos de los ejemplos que enumera la psicóloga y sexóloga Rosana Pombo, directora de Plenus Centro Médico Sexológico, para ejemplificar aquellas situaciones que las parejas consideran “microengaños” cuando se acercan a la consulta.

El término circula actualmente por las redes sociales, por artículos en sitios de contenido general o, sin hacer uso de la expresión específicamente, en las terapias o en las charlas con amigos o amigas confidentes. Refiere a una falta de lealtad a las relaciones basadas en un acuerdo de exclusividad, de monogamia, pero que no llegan al acto sexual o al vínculo emocional con otro u otra.

¿Se trata de una falta menor? ¿Un engaño que no llega a romper del todo el pacto? ¿Heridas más fáciles de enmendar y superar? ¿Conductas más inconscientes que intencionales?

El acuerdo como base

Álvaro Alcuri, terapeuta gestáltico especializado en relación de parejas, explica que si bien la fidelidad depende de cada caso en particular, hay acuerdos que son comunes a casi todos y aunque se comienzan a desdibujar en estos tiempos, todavía imperan como parámetros para las relaciones. En este sentido, la exclusividad sexual, por ejemplo, es uno de esos puntos que incidían en cuán seria o no era una pareja.

“Muchos jóvenes no se plantean esa exclusividad hoy. Eso ha ido cambiando”, dice Alcuri. “Me parece que las parejas hoy en día se sienten mucho más libres de tener acuerdos que los aten. Pueden no hacer ninguno en particular. Es una buena noticia para los románticos y aventureros. Pero una muy mala para los que necesitan garantías para construir una vida en común”.

Todo depende de la subjetividad y el acuerdo previo de la pareja. Como explica el presidente de la Academia Internacional de Sexología Médica, Santiago Cedrés, ambos miembros deben acordar qué incluye y qué queda por fuera de estos límites. Sin embargo, hay detalles que por parecer menores permanecen en un gris y estos son los que luego entran en la categoría del microengaño.

A su vez hay que tener en cuenta que como la fidelidad depende de un pacto (implícito o explícito) y cada pareja es un mundo, puede suceder que haya un vínculo en el que estas conductas no signifiquen ningún mal, más allá de lo culturalmente aprendido.

“A mí hablar de microinfidelidad me hace un poquito de ruido, porque es como que entiendo que habilita y naturaliza de algún modo algunos comportamientos que le pueden generar dolor a quien queremos, y quizás corremos el riesgo de ampararnos en lo ‘micro’ entendiendo que es un daño chiquito y por lo tanto controlable o, peor, inocuo”, dice la psicóloga y terapeuta de parejas Roxana Gaudio. Es importante no perder de vista que en un gesto que parece “menor”, puede desencadenarse la herida al otro, el conflicto en la pareja. De ahí la importancia del diálogo abierto y sincero.

El daño también dependerá de lo que es importante para ese otro que es parte de la relación, si la lealtad es un valor fundamental o no tanto. “Tenemos más que presente que el amor y las relaciones son imperfectas, como lo somos las personas, y eso conlleva el error. Siempre vamos a fallar, como también el otro nos va a fallar a nosotros. Es parte del vivir. Ahora, es muy difícil evaluar el dolor que una traición, por más ‘micro’ que sea, le puede generar al otro, porque eso depende del lugar por donde lo pueda pasar esa persona y lo importante que pueda ser para ella y para el vínculo”.

A una pantalla de distancia

Dice Álvaro Alcuri que el filtreo con un tercero en discordia es un tema viejo, pero que reaparece enmarcado en nuevos parámetros y conceptos por la tecnología. “Las infidelidades son tan viejas como la especie humana. Los teléfonos nos dan posibilidades nuevas y las aprovechamos. También dejan evidencia”.

Lo de la tecnología y descubrir nuevas formas de filtreo tiene también que ver con algo que Pombo trae a la conversación y es que este desarrollo “ha permitido que las personas descubran nuevas formas de socializar y satisfacer necesidades emocionales y sexuales”.

Lo que sucede con lo instantáneo y efímero de las redes sociales (fotos y videos que desaparecen automáticamente ni bien se abren, chats que se eliminan con clics, por ejemplo) es que las barreras se diluyen casi como las stories.

“¿Cómo borra la barrera de la fidelidad? Entre otras cosas la tecnología ‘te va llevando’, las aplicaciones están hechas para que la persona navegue ‘pasivamente’ por la misma, surgen ventanas emergentes-sugerentes”, plantea Cedrés. Lo primero que se reconfigura es la distancia, el único paso que hay que dar es tener la tecnología adecuada para descargar una aplicación y disponer de la información de contacto del otro. La infidelidad puede ser lo siguiente.

Un “me gusta” en una foto en sí mismo no tiene por qué significar algo, pero todo depende de la intención que hay detrás del acto. Lo que sucede después es a conciencia de cada quien. “Ahora las barreras no están afuera (ya no tengo que pedirle el teléfono, luego llamar, generar un encuentro, etc.), están en uno mismo (todo ese espacio está en el teléfono que cada uno lleva para todos lados)”, añade el sexólogo consultado.

Para sanar una herida

Los casos de microinfidelidad también llegan a la terapia. Como indican los especialistas, que la pareja logre recuperarse al punto de mantener una relación saludable después es posible.

“Hay casos en los que luego de una infidelidad la pareja se separa, otras veces no habla del tema, otras tantas actúa reestructurando su encuadre y decide ‘abrir’ la pareja, diluyendo los límites”, comenta el sexólogo Santiago Cedrés.

Roxana Gaudio comenta sobre las personas que luego logran convivir en una pareja que cambió, que es distinta, pero fortalecida. Asimismo, hay otras relaciones que no perduran en el tiempo tras situaciones que, incluso en su propio discurso, eran menores.

“Si la fidelidad es un valor fundacional no pasan desapercibidas, ni se trascienden en forma tan liviana, ya que suponen un temblor en un punto de apoyo importante como lo es la confianza”.

Puede que no se viva con la misma intensidad emocional que una infidelidad “con todas las letras”. Pero, dice Rosana Pombo, es “un síntoma de alarma, de riesgo, con fuertes sensaciones de ansiedad, angustia y enojo”. Aquellos valores sobre los que se cimentó la relación en un inicio son puestos en entredicho.

Por un lado está la naturalización de comportamientos que están al límite que mencionaba Gaudio. Por el otro, la intención. Subir fotos sensuales a una red social —ejemplo de microengaño en artículos que circulan por la red— es un derecho y depende siempre de la opción de cada uno, no implica nada de por sí, por fuera de la discusión entre lo público y lo privado que sería asunto de otra nota. Pero si la foto está pensada para alguien más que no es la pareja con la que se tiene un acuerdo, habría microengaño.

“A todos los seres humanos les sucede de sentirse atraídos por alguien más que la pareja y eso es normal y no quiere decir que algo en la relación está fallando. La atracción es algo que no se puede controlar y, por lo tanto, es normal y sano sentirla, y también tener fantasías con otras personas, incluso es inevitable a veces tener comportamientos o actitudes donde se muestra que la otra persona nos llama la atención, nos resulta atractiva o interesante. El problema comienza cuando nos atrevemos a dar un paso más y otro”, comenta Pombo.

Es importante ser plenamente consciente de la relación en la que se está, empático y, en esto pone énfasis Gaudio, no perder la capacidad de percibir los errores propios. Aquí entra en juego laresponsabilidad emocional, un concepto en boga. Si no se percibe dónde se está fallando, no se puede trabajar en mejorar y sanar ni la persona ni la pareja. No sirve la terapia cuando la franqueza se pierde.

“Si somos conscientes de que estamos filtreando, seduciendo, dando mensajes ambiguos a un tercero, ocultándolo a nuestra pareja, a riesgo de generar un conflicto, una crisis y hasta una ruptura, quizás sea el momento de replantearnos si realmente estamos satisfechos con nuestra relación. Sería más saludable y honesto con nosotros mismos y con nuestra pareja, intentar centrarnos en detectar los problemas, comunicarnos y destinar esfuerzos en mejorar la relación”, sostiene Pombo.

infidelidad
Foto: Pexels

Es fundamental comprender las verdaderas consecuencias de los actos, la empatía para entender cuál sería la reacción del otro o de uno mismo si el asunto fuese al revés. Para que el vínculo se construya y perdure debe ser sano. Incluso la infidelidad y la monogamia son dos términos que se revisan cada vez más. Pero, concluye Gaudio, “cuando la relación es de a dos, los acuerdos o cambios deben ser también entre las dos partes”.

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