Del terror de bajo presupuesto al cine internacional: la trayectoria del productor Ignacio García Cucucovich

Hizo 11 películas en tres años. Estuvo en producciones conocidas y de culto, como El mejor infarto de mi vida y Sánguche caliente.

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Ignacio García Cucucovich
N. Rovira

La casa muda, en 2010, fue una película de terror de bajísimo presupuesto que disparó la carrera de su realizador, Gustavo Hernández. Tuvo una extensa circulación internacional, movida en parte porque estaba filmada en una sola toma, e incluso hubo una remake en Estados Unidos. En cierta forma, fue un hito comercial para el cine uruguayo. De manera invisible para el público, además de afirmar el nombre de su director, también impulsó la carrera de uno de sus productores, Ignacio García Cucucovich.

Tanto producciones conocidas como El mejor infarto de mi vida o Culpa cero o películas de culto como Sánguche caliente o producciones de género y gran presupuesto como Lobo feroz y El hombre del saco llevan su nombre asociado en mayor o menor medida. En enero se verá una más, El susurro, coproducción con España que se gestó desde Uruguay junto a Hernández y el guionista Juma Fodde.

En sus tiempos de estudiante en la Escuela de Cine del Uruguay nada de esto parecía probable. De hecho, ni siquiera se había anotado para dedicarse a la producción. “Si bien mis ideas iban por otros lados cuando estudiaba, todo el mundo me ponía de productor. Siempre”, dice.

Había algo ahí en su comportamiento o en su manera de planificar que le abría caminos en ese trabajo. “Yo creo que esto es porque hay que tener cierto perfil para ser productor. Un perfil como de gestor, de alguien que quiere que las cosas sucedan y trasciendan”, agrega.

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Película La casa muda

Década sinuosa.

El comienzo explosivo con La casa muda fue seguido por un proceso gradual de experiencias y aprendizajes a lo largo de distintas producciones. En ese trayecto, pudo fundar la casa productora Mother Superior, gracias al trabajo con Dios local (2013), la segunda película de Gustavo Hernández. Debido a eso, además, ambos empezaron a ser asociados con el cine fantástico y el terror, un terreno en el que se adentrarían cada vez más durante la siguiente década.

Dios local no consiguió el impacto comercial que tuvo su película anterior en la taquilla uruguaya. Sin embargo, marcó un mojó importante en cuanto a los aprendizajes y a las puertas que se le abrieron. “Acepté del todo mi camino como productor con esa película. Digamos que tomé las riendas”, aclara.

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Ignacio García Cucucovich

Aunque el éxito comercial explosivo en cines muchas veces abre puertas, los siguientes pasos de Cucucovich y su equipo fueron posibles gracias a Dios local: “Esa película nos permitió viajar al Fantastic Fest en Austin, Texas, donde hicimos muchos contactos”. Todos esos canales que se abrieron en la recorrida de su película les permitieron generar su siguiente proyecto, No dormirás, que se filmó entre Argentina y España con distribución internacional de Fox.

“Por eso siempre digo que una película es buena cuando te permite hacer otra. Y Dios local fue como agarrar el tren de La casa muda y mantenerlo en movimiento”, agrega.

A partir de ahí aprovecharon toda oportunidad que surgía para generar proyectos. De esa manera, se hicieron con los derechos de la película Big bad wolves, calificada por diversos medios como una de las mejores del año 2013. Y avanzaron en la producción de una remake filmada en España, que cambiaría algunos códigos de la original y los llevaría hacia terrenos que le interesaban más al director Hernández y al guionista Juma Fodde. Su versión se llamó Lobo feroz y se estrenó en 2023.

Antes de que estallara la pandemia, su equipo tenía previsto el rodaje de una película de zombies. Tras varios cambios y la irrupción del covid, la historia debió adaptarse y se concentró en un único espacio, el club Neptuno. Filmada en condiciones bastante restringidas por las medidas de protección sanitaria, Virus 32 fue protagonizada por Daniel Hendler y estrenada en 2022 con distribución de Disney. A esa altura, Cucucovich y su equipo ya estaban detrás de varios proyectos y esa fue una de las 11 películas de estos últimos años.

Paula Silva en la película "Virus 32". Foto: Difusión

Trabajo de productor.

“Para mí, el lobby es el 60% del trabajo de un productor”, asegura. Implica recordar nombres y caras, aprovechar toda circunstancia social para presentarse, conocer posibles aliados, mostrar o generar proyectos. “Vivimos en un esquema de fondos públicos y privados. El fondo público es finito, o sea, se acaba, y el fondo privado puede ser infinito. Entonces, es donde nosotros tenemos que tratar de hacer ese mix de relaciones”, señala. Lamenta que en Uruguay no exista un mercado natural que genere estas instancias de encuentro con la misma facilidad, insistiendo en que “tenés que viajar”; y estar presente en espacios como Cannes, Ventana Sur o el festival de Sitges.

Claro que hay aspectos administrativos y formales, que tienen que ver con postularse a fondos, armar coproducciones y cuidar las cuentas, que son parte de la tarea. Por eso Mother Superior es más que él, sino que se basa en un equipo que ha llegado a ser de ocho personas.

Esa capacidad de gestión, basada en su propia habilidad para el relacionamiento, la afinó a partir de sus experiencias en el exterior, luego de trabajar en España con María Luisa Gutiérrez, de la productora Bowfinger. De esa manera, creó una armazón interna que le permite al productor ser “la cara visible” y, sobre todo, un “caza talentos”, como define parte de su tarea, enfocado en buscar nuevas ideas y oportunidades. Esto no implica estabilidad ni proyecciones eternamente positivas.

Sostener una casa productora tan especializada es un trabajo constante en el que los ingresos y egresos varían, por lo que se requieren iniciativas constantes para generar proyectos o ampliar las posibilidades. El modelo de trabajo de Mother Superior busca un equilibrio entre la producción local y la coproducción minoritaria en el extranjero.

Cucucovich compara esta doble línea de acción con alimentar “dos perros” diferentes. El primero es el de las producciones nacionales, como Virus 32 y Dios local. El segundo, el de las coproducciones internacionales de mayor escala, como No dormirás y Lobo feroz, que manejan presupuestos de entre tres y cuatro millones de euros.

“Coproducimos desde un lado minoritario para intentar poner talento uruguayo en el exterior”, explica. En sus palabras, es un modo de “ponerle la bandera uruguaya” a proyectos grandes con apoyo de entidades como Televisión Española o Amazon. Esta se plasma en películas como Caminando con el diablo o Hugo 24 en las que incluyeron actores y actrices nacionales que representan personajes uruguayos.

Además de los actores, la productora se esfuerza por involucrar a otros rubros, ya que, en sus palabras, “tenemos que desarrollar lo que son guionistas, montajistas, músicos uruguayos”.

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Ignacio García Cucucovich
N. Rovira

Drama y culto.

En la carrera de Cucucovich parece haber una suerte de dualidad en sus elecciones. O amplitud, si se quiere. Por un lado, están las producciones de género y las dramáticas, y por otro, las de cine fantástico, bizarro y de culto. Así es que participó en la serie El mejor infarto de mi vida. O se puede decir que aplicó su carácter de caza talentos para la película Simón de la montaña, coproducción con Argentina y Chile estrenada en 2024. Cucucovich seguía los cortometrajes del realizador Federico Luis y gracias a eso se enteró de este proyecto de largometraje, inspirado en sus historias reales, relacionadas a discapacidades.

La producción uruguaya para dicha película entró a ser minoritaria y Cucucovich gestionó los servicios de música, efectos visuales, corrección de color y mezcla de sonido. “La película entró en el festival de Cannes y ganó el premio de la Semana de la Crítica. Y pudimos estar ahí como parte del festejo”, recuerda.

Por el otro lado, aparecen en su filmografía ciertos proyectos que son de culto, como la comedia bizarra uruguaya Sánguche caliente, de Manuel Facal. “En casos como ese, lo que encuentro es una afinidad filosófica con la persona que la hace. Es lo mismo que me pasó en Fiesta nibiru. No las hago por el dinero, sino porque me interesa el equipo de trabajo y su forma de hacer comedia que busca conectar con el público desde otros lugares, sin depender del presupuesto”.

Otro distintivo que ha logrado en su carrera ha sido que todas sus producciones fueron hechas para salas de cine, aunque luego hayan ido a streaming. Desde hace varios años, Netflix se convirtió en uno de los principales productores de películas y, sin embargo, Cucucovich se ha mantenido del lado de quienes defienden la pantalla grande como primera forma de disfrute de una película.

De aquí en más, tiene algunos otros proyectos en agenda. El susurro se estrena el 22 de enero. En mayo se estrenará Las siete balas, coproducción con españoles y argentinos. En marzo, en tanto, empezará a filmar Amalia y el diablo, una película de época que es posible gracias a una coproducción con Argentina, Brasil y España.

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