De trabajar con los mejores directores a manchar la paloma de un mago o montar una cena en el escenario del Solís

Dueño del Florencio de Oro a la Trayectoria, Nelson Mancebo es el diseñador, vestuarista y productor de eventos que más ha hecho cosas en Uruguay. Desde recibir reyes hasta trabajar en Carnaval.

Nelson Mancebo (20235252).jpg
Nelson Mancebo en el jardín de su apartamento.
Foto: Leo Mainé.

Sentado en su espacioso apartamento de la calle Convención, Nelson Mancebo (75 años) recuerda entre risas una anécdota con Danielle Miterrand cuando visitó el Uruguay como Primera Dama de Francia. “Hicimos un desfile en el Parque Hotel y se me ocurrió homenajearla con Eunice Castro vestida como la bandera francesa con una paloma blanca en la mano. Le pedí la paloma al Mago Ariel, que me dijo que, por favor, se la cuidara. Madame Miterrand se levantó y le dio un beso a la paloma con un lápiz labial imposible de sacar. ¡Le pasamos de todo y el rouge no salía! No sabía cómo devolvérsela al mago”, cuenta este hombre al que parece que ya no le queda evento por organizar o escenografía que diseñar.

Mancebo es una verdadera institución en nuestro país. Diseñador teatral, vestuarista, productor… El año de la visita de Miterrand fue reconocido como Caballero de la Orden de Mérito Nacional de la República Francesa. “Fue insólito todo lo que hicimos con Francia. Además, con ‘Bebe’ Cerminara trabajé muchísimo en la Alianza Francesa, sobre todas las obras de teatro en francés”, destaca de uno de los tantos directores con los que colaboró, quizás uno de los que le dio mayores libertades.

La obra Prometeo encadenado es el claro ejemplo. “Fue una vanguardia total. Cerminara, Restuccia… eran vanguardistas totalmente, de hacer pis en el escenario o cosas por el estilo”, cuenta quien considera que ya pasó por todo. “Todo eso ya lo viví, pero hay que saberlo hacer”, advierte alguien que no es amigo de los anacronismos si no están justificados.

“Tenés que conocer primero todo lo que es la obra, todo lo que es el texto, todo lo que es el trabajo y la época en que se hizo, para después poder desarmar eso y hacer anacronismos. Si no tenés el conocimiento y lo hacés solamente por hacerlo, no tiene ningún sentido”, sostiene quien prioriza trabajar con directores que tengan muy clara su propuesta, sean clásicos o vanguardistas, de la Comedia Nacional o del teatro independiente. Ha trabajado con todos.

Hace unas semanas que estrenó Perdidos en Yonkers, con dirección de Álvaro Ahunchain. “¡Qué bien salió el espectáculo!”, comenta y recuerda que ya había hecho está obra de Neil Simon hace 25 años con el director americano David Hammond. “Lo que yo aprendí con ese director fue maravilloso”, destaca y lo compara con lo realizado con otro extranjero, el brasileño Aderbal Jr.

Teatro costumbrista que exige estar en cada detalle para retratar una época pasada (1942), en un Teatro de la Alianza que en su otra sala tiene a Graciela Rodríguez contando Mis peores citas en un departamento súper moderno. “Es lo opuesto a Perdidos en Yonkers, la habitación de una mujer muy loca y adicta a los zapatos”, describe Mancebo y demuestra que disfruta jugar en todas las canchas.

“A mí me gusta hacer teatro, me fascina”, enfatiza y se lo agradece a su madre. “Ella estaba vinculada al teatro y cuando yo tenía 15 años empecé a hacer unas pelucas de lana. Fue ahí que me integré al teatro y nunca más lo dejé”, relata y menciona que fue Rosita Bafico quien lo llevó por primera vez a trabajar a las tablas.

Tras ganar 15 premios Florencio, pidió que no se lo dieran más; quería que otros tuvieran su oportunidad. La forma de zanjar el tema fue crear el Florencio de Oro a la Trayectoria y que él fuera el primero en recibirlo.

Elenco de "Perdidos en Yonkers".
Elenco de "Perdidos en Yonkers".
Foto: Difusión.

Sin querer

Cuando Mancebo y el diseñador de moda Oscar Álvarez tenían 18 años, abrieron un negocio unisex en Benito Blanco y Avenida Brasil que se transformó en todo un éxito. “Con Oscar nos conocimos en el teatro. Usábamos aquellas maxifaldas hasta acá —se señala el tobillo—, esos sobretodo largos, los zapatos de plataforma”, rememora.

En ese local de Pocitos se formaban largas colas para comprar la ropa que diseñaba Álvarez, mientras que a Mancebo le tocaba toda la parte de peluquería. “¡Nunca en mi vida había peinado!”, confiesa. Había empezado cortándole el pelo a una amiga y el resultado hizo que llegaran otras a pedirle lo mismo. “Después hice cursos y me integré a L’Oreal”, aclara.

De ahí se lo llevaron al teatro y del teatro a la televisión, donde trabajó junto a los hermanos Jorge y Daniel Scheck en el recordado Telecataplum. Y fueron estos quienes lo terminaron acercando al mundo del Carnaval.

“Me llama Jorge y me dice: ‘Nelson, vamos a sacar una murga, quiero que la hagas vos’. Yo no tenía ni idea”, señala sobre lo que fue la primera época de Diablos Verdes con la presencia de una mujer: Mary Da Cunha.

“Encontré un estilo que no tenía la murga, que eran los trajes largos, los zapatos blancos, los guantes… Te imaginás lo que era eso para trabajadores del vidrio. Fue un cambio total”, destaca. Así pasó por parodistas como los Gaby’s y los Klaper’s, la revista Uruguay Show, y más recientemente Los Zíngaros y una puesta impresionante para la parodia sobre Roberto de las Carreras.

Entonces se lamenta que todo ese esfuerzo de producción se reserve solo para el Teatro de Verano. “Indudablemente el Carnaval es un negocio y es muy costoso llevar todo eso a los tablados, pero yo pienso que el barrio tiene derecho a ver un espectáculo de esa calidad también”, opina y se emociona al hablar de toda la gente que empeña hasta lo que no tiene para participar en la Fiesta de Momo sin esperar ninguna ganancia. “El amor por el Carnaval es una cosa muy especial”, acota.

Fue el publicista Walter Thompson quien lo convocó para otra tarea que desconocía: producir eventos. Se sumó a Corporación Thompson, que tenía sus oficinas en el mismo edificio en el que hoy vive, y comenzó a trabajar en todo tipo de eventos empresariales. Y, como no podía ser de otra manera, también destacó.

¿Qué fue lo más insólito que hizo? “En las azoteas del Museo Blanes puse al maestro Federico García Vigil, la Suite Figari y todos los tambores”, responde. A eso podríamos agregar la vez que montó una cena de gala en el escenario mismo del Teatro Solís para un evento del Banco Interamericano de Desarrollo en el que aparecían, entre otras cosas, unos diez bandoneonistas tocando. “Los europeos quedaron fascinados”, asegura.

Aunque quizás poco se compare a haber organizado la recepción de los Reyes de España —Juan Carlos y Sofía— las dos veces que visitaron Uruguay. Eso le exigió viajar antes a Madrid para instruirse sobre todo lo referido al protocolo. “Fue maravilloso”, comenta quien ha trabajado para casi todos los gobiernos desde Julio María Sanguinetti a esta parte, además de Intendencias como la de Montevideo y Canelones.

Recuerda que a solicitud del ex intendente Mariano Arana le cambió la cara al certamen Reinas del Carnaval. “A las chicas les enseñamos cómo presentarse, cómo usar tacos, cómo maquillarse… les enseñamos a ver otro mundo. Tengo historias realmente conmovedoras”, confiesa.

Nelson Mancebo (20235253).jpg
Nelson Mancebo.
Foto: Leo Mainé.

Exigente

Mancebo trabaja con el mismo equipo desde siempre, al que le va sumando integrantes, como recientemente un estudiante de las Escuela Multidisciplinaria de Arte Dramático. “He perdido gente maravillosa, artesanos maravillosos que me hacían bordados. Ya no se encuentran, se perdió todo lo que es la creatividad a mano, los sastres que tenía. De lo que se hace hoy no se puede usar nada, es todo para tirar”, lamenta.

Destaca que viajar es una gran escuela. “Siempre quiero ver cosas nuevas, aprender”, remarca y confiesa que le interesan mucho Madrid y Praga. Esta última ciudad se conecta con su trabajo para la obra El violinista en el tejado, que transcurre mucho en un cementerio judío similar al que él visitó en República Checa. “Fue muy conmovedor porque reviví lo que sentí en ese cementerio”, señala.

En teatro, va a ver todo menos el teatro que sabe que no tiene rigor. “No me interesa”, acota.

Dueño de una memoria fotográfica, revela que la noche le sirve muchísimo para ultimar detalles. “Veo cosas que me hacen terminar un proyecto”, apunta y reconoce que se sigue poniendo nervioso previo a un estreno. “Estoy creando todo el tiempo”, acota sobre esas horas de espera.

En los momentos libres le gusta irse a Punta del Este —donde tiene un apartamento— a caminar, aunque admite que le cuesta mucho dejar de pensar en lo que tiene que hacer. “Desde ayudar a una amiga a decorar un apartamento, hacer un evento, el Carnaval, la Filarmónica, el Teatro Solís o lo que sea”, enumera.

¿Jubilarse? “Ni loco, yo no me jubilo. Voy a seguir haciendo cosas, quiero seguir haciendo cosas. Me interesa proponer cosas que puedan servirle a la gente. Eso es lo que más me importa”, concluye sonriente.

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar