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Camila Rajchman: “Ahora tengo la cabeza de empresaria”

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Camila Rajchman. Foto: Marcelo Bonjour
ND20181227, foto Marcelo Bonjour - Archivo El Pais
Marcelo Bonjour/Archivo El Pais

Personaje

Desde Rombai, la cantante y comunicadora siente que creció mucho. Ahora está al frente de Blonda, una banda de cumbia pop en la que toma las decisiones.

Dicen que cuando estaba en el backstage del Luna Park, ese que fue su último escenario con Rombai, Camila Rajchman lloró. Emoción, nervios, enojo o lágrimas de despedida. Lloró, sintió. Sabía que era el final de algo que no había sido del todo lo que había esperado, que había tenido más grises que cálidos y que ese final era necesario -era salud y amor propio-, pero también se terminaba eso que había sacudido sus últimos dos años por completo. Para unos, los de afuera, Rombai había sacado a la luz a una rubia divertida y fiestera; para ella, la que lo vivía, Rombai le había demostrado toda la fuerza que tenía dentro, todo aquello de lo que estaba hecha y que por unos meses previos marcados por una depresión había olvidado. Rombai fue oscuro, pero no tanto como para derribarla ni para sacarle la fuerza ni para hacer que ella fuera su propia enemiga, la peor enemiga. Lo supo ser.

Camila Rajchman, Blonda
Escuchá "Actitud", el primer sencillo de Blonda

“Yo sabía lo que era estar en contra de mí misma. Entonces, que los demás quieran hablar de mí sin conocerme u opinar o decir lo que les parece que hago mal o que soy fea o gorda o lo que sea, no me va a poner en contra de mí de vuelta, no me voy a volver a boicotear”, afirma Camila, que habla fuerte y segura, como si la fuerza de su voz confirmara sus palabras. También porque hace mucho que viene hablando de esto. Porque Rombai fue para Camila convertirse en el centro de los comentarios maliciosos, del cyberbullying. Camila leía y escuchaba palabras hirientes diariamente, expresiones que a muchos hubiesen derribado, o al menos causado lágrimas, pero dice, y una vez más con una voz segura: “A mí no me sacaron las críticas, al contrario, me demostraron lo fuerte que era”.

Asimismo, pararse en el escenario de la TEDx en 2016 para hablar de su depresión y de ese cyberbullying fue lo más difícil que le tocó hacer a nivel profesional. Camila ya era una persona pública, había dado muchas notas y había estado en unos cuantos escenarios, pero Camila, la que sentía, la que había ido al psiquiatra, la que leía los mensajes de ataque en las redes, esa Camila nunca se había mostrado: fue en ese escenario que habló de ella, de lo que le importa, por primera vez.

En Rombai, lo que a Camila más la desarmó fue la falta de sostén. Es una chica para quien familia y amigas -los vínculos- son esenciales. En la banda creía extender esa red -bien se sabe que todo empezó como un grupo de amigos de la universidad que querían divertirse y divertir-, pero los nudos no eran firmes, más bien demasiado flojos, y resultó no ser sostén alguno.

—¿Cuándo te diste cuenta de que ya no era algo para vos?

—Cuando dejó de ser joda de amigos, cuando era más importante lo que decían de nosotros que lo que nosotros mismos pensábamos, cuando el ambiente estaba contaminado por críticas. Yo no digo que las críticas me sacaron, pero obviamente después del show que todos sabemos, el de Villa María, para mí la respuesta era ensayar más para todo lo que viniera por delante. Nos pasó y se enteró todo el mundo, pero yo creía que podíamos imponernos ante esa situación. Entonces dejé de sentir contención, dejé de sentir que era la elegida para hacer eso y me di cuenta de que no estaba a la altura para poder hacer shows así como si nada. No parábamos.

Pasaron casi tres años desde aquel video en el patio de su casa junto a Fer Vázquez dando la noticia de su salida de Rombai a los fanáticos. Desde entonces tomó distancia. Se despidió en el Luna Park de Buenos Aires, volvió a casa y sintió de todo: estaba el vacío por la falta de algo que ocupaba casi toda su vida, al tiempo que encontró el espacio para menguar el mucho o poco daño que hubiese dejado esa experiencia. En el entretiempo, estuvo su pase a la televisión, algún que otro salpicón por la música, incluida un video cantando con Ruben Rada (hay otra canción que está guardada y que posiblemente algún día salga a la luz), clases de canto, unas redes sociales que estallan, un vínculo cada vez más roto al punto del destrato con Fer Vázquez, y entonces, después de sanar, llegó Blonda.

Blonda
"Re-llename a besos", segundo sencillo de la banda de Camila Rajchman. Escuchalo.

“Para mí no existe eso de lo laboral por un lado y lo personal por el otro. Cuando me fui no pensé nunca en volver a la música. Tuve que sanar a nivel personal para poder volver a querer hacer algo para estar en la música”, confiesa. Porque más allá de que muchas veces no se haya sentido preparada, más allá de que haya dudado de si misma y de que haya dicho en entrevistas que no es cantante, hay algo que para Camila ha estado siempre ahí: quiere hacer música. Puede que sea una deuda pendiente con la niña que revoloteaba en la casa haciendo karaokes de Shakira o con la adolescente que hacía comedia musical e invitaba a amigas y familia a ir a verla. “Para mí era el gran evento, aunque hiciera la última fila en la esquina porque era la torpe del grupo. Para mí era todo un acontecimiento subir a un escenario a bailar y cantar”.

Un lugar en la tele

Para el verano de 2017, mientras se recuperaba de los escenarios de la cumbia pop, Camila recibió varias propuestas para trabajar en la televisión. En la época en la que iba a dar entrevistas a Teledoce sentía buena energía con la gente de allí, así que aceptó ir a cubrir las licencias. La comunicación, hasta entonces, había sido una carrera por descarte. “Era mi primer verano sin Rombai, había cortado con mi novio, me quedé en Montevideo, sola, llovió todo el verano y me pasé haciendo móviles de ‘hay árboles y cables caídos’. Pero la verdad, después de todo eso pensé: ‘La TV me gusta’. Y cuando terminó me puse re triste”, confiesa. Después la llamaron desde Desayunos informales para contrato fijo y no lo dudó. El verano pasado estuvo en Súbete a mi moto. “Para mí fue un desafío la televisión porque parezco así extrovertida, pero me incomoda molestar a la gente. Rafa (Villanueva) tiene un talento que va y a nadie le molesta. Y si molesta termina cayendo bien. Yo me acuerdo que a mí a veces me pegaban unos gritos que eran horribles. Pero también me encontré con gente buena onda y me parece que terminé por caer simpática, que las devoluciones fueron positivas”.

Y sí, Rombai fue un juego que fue tomando trascendencia y avanzando demasiado rápido, un torbellino en su vida, pero Blonda, este proyecto que por ahora tiene dos canciones y un año de trabajo, es todo lo contrario: “Es un hijo”, dice Camila, porque hay amor, pero también es una empresa, un producto en el que entró desde otra posición, sabiendo todo lo que antes creía que no era necesario y, sobre todo, al mando: “Ahora tengo la cabeza de empresaria, creo que la llevé en mí siempre, pero antes no era mi lugar aplicarla. Ahora todo lo que hago lo veo desde la parte de la música y de la empresa. Soy el todo, más allá de que tengo a mis representantes que también son parte del todo y a los chicos -Tomás y Facundo- que me gusta involucrarlos”.

Hacer Blonda implicó además un reencuentro laboral con Enrique Quinteros y Catriel Sagardoy, los exrepresentantes de Rombai con los que Camila se fue peleada, enojada y dolida, pero la cantante dice que en aquellos tiempos fallaba la comunicación. El canal entre todos era siempre Fer Vázquez y eso no funcionó. “Todo lo que yo sabía de ellos era lo que Fer decía y pasaba lo mismo a la inversa”, comenta. Sobre los últimos encontronazos de sus representantes con su excolega de banda, dice que prefiere no opinar, que no puede hablar con propiedad. Después de todo, no sabía mucho nada de lo que sucedía en aquel entonces. Ahora todo empezó con una reunión en donde las posiciones y la cabeza que cada uno tenía sobre Blonda quedaron expuestas y aclaradas.

“Yo me re apoyo mucho en mis padres y en mis amigas, y cuando les conté que volvía a la música me decían que no lo haga, me vieron sufrir mucho, todos”, cuenta. Naiara, una amiga con la que Camila compartía la tarde lluviosa cuando llegamos para la entrevista y que la conoce desde el jardín, añade: “Por su seguridad”. Pero Camila está sumamente convencida. Se siente más madura. Además, la música ya no es lo único en su vida, y aunque dice que Blonda es un trabajo de 24 horas al día y a eso hay que sumarle las clases de canto a las que va dos veces a la semana, también está la tele, su otro trabajo. Un paréntesis que por estos días la tiene haciendo móviles veraniegos en el Este.

—Tanto en Rombai como en Blonda tu imagen es la de una “rubia fiestera”, ¿no le temés a los estereotipos?

—No le tengo miedo a ningún estereotipo. Entiendo que me puedan asociar a todos los estereotipos que quieran, pero me resbalan, absolutamente todos. Estoy muy segura de quién soy.

—¿Y ya no tenés miedo de no estar a la altura?

—No. Primero porque me preparé mucho, y más allá de eso, porque soy quien maneja mi carrera. Si hoy me decís que hagamos un teatro con Blonda, te digo que no. No tuvimos tantos shows como para conocernos bien, todavía nos pasan cosas que no podrían pasar en un teatro. Con Rombai no importaba, pero yo hoy tomo las decisiones que me parecen certeras y si me dicen qué querés con Blonda hoy, yo digo que quiero que suene, que la gente escuche una canción y le pase lo mismo que a mí. Que pidan “Re-llename a besos” en la previa. Eso te lleva al resto y eso quiero hoy.

Sus cosas

Camila Rajchman. Foto: Instagram

22 amigas

“Puedo hablar cinco minutos con alguien y es mi nuevo mejor amigo”, dice Camila, y aunque a veces se da contra la pared, hay un grupo que siempre está: entre el jardín de infantes y la adolescencia formaron una barra de 22 amigas unidas. Y no hay día en el que por lo menos algunas, no se encuentren y pasen el rato.

Sagrada Familia. foto: Sagrada Familia. org

Los viajes

Camila detesta armar las valijas, lo ha dejado claro en varias historias de Instagram. Pero lo que viene después, el viaje, es lo que más le gusta, es su hobby y Barcelona es su ciudad favorita. A nivel local, ama Punta del Este: “Me encanta ir para allá en cualquier época del año, aunque pase encerrada, me da otro aire”.

Shakira.

Shakira

Camila subió un video en Instagram en el que se cantaba Ciega Sordomuda, de Shakira. En ese video, Camila era una niña y Shakira su cantante favorita. Se lo inculcaron sus hermanas -entre 8 y 13 años mayores- porque la escuchaban siempre. “Me gusta mucho más lo que hacía antes, pero admiro cómo se reinventó”, comenta.

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