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Amado y odiado: luego de haber recibido duros golpes en la vida, Baby Etchecopar no le teme a nada

Asegura que el periodismo “comprado” incrementa la brecha en Argentina y no cree que Javier Milei sea la salida

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Baby Etchecopar.

Oscar González Oro ha dicho de él: “Podrán amarlo, podrán odiarlo, pero olvidarlo, jamás”. Más allá de la amistad que los une, el “Negro” dio en la tecla. Baby Etchecopar es un periodista respetado y rechazado por igual. Parece no temerle a nada, máxime después del ataque que sufrió en su casa en el que le pegaron tres tiros a él, cuatro a su hijo, trataron de violar a su hija embarazada y mató a un delincuente. No tiene inconvenientes en mostrarse como un comunicador políticamente incorrecto. Y ello hará, con seguridad, que no sea olvidado.

La infancia de Baby Etchecopar no fue fácil. Con 13 años tuvo que salir a trabajar, vendiendo remeras por la calle. “A esa edad ya quería tener independencia y me daba vergüenza pedir. Pero más que en lo económico, mi infancia fue difícil en lo psicológico. Así eran muchas familias de antes, se hacían cosas que si las hacés hoy vas preso, como castigarnos mal. Había padres para los que tener un hijo era como tener una mascota. Y a la mascota se la tenía atada con una cadena”, comenta Ángel Etchecopar a Domingo.

Además de este recuerdo, vivió otras situaciones que hoy serían consideradas abuso, como el hecho de haber debutado sexualmente a los 13 años con una amiga de su madre. “Si yo lo hubiera contado en ese momento, queda la amiga y salgo yo. Pero en esa época a los chicos se los llevaba a debutar a un prostíbulo incluso con 11 y 12 años”, recuerda.

De chico ya le gustaban los autos y logró convencer a su padre -con quien no siempre tuvo la mejor relación- para que comprara uno. Se lo robó, lo chocó y su progenitor terminó por regalarlo.

“Los padres no son culpables de nada, hacen hasta donde pueden con la infancia y la vida que tuvieron. Después me di cuenta que todo lo que me infundió mi viejo sobre el respeto y la lectura me sirvió en la vida. A los 9 años ya me había regalado los nueve tomos de la Historia Argentina. Cuando los chicos escuchaban el Club del Clan, él me compraba los discos de ‘Así canta Argentina’, que eran longplays de tango, milonga y folklore”, señala. Con 16 o 17 años, cuando sus amigos bailaban rock and roll, él escuchaba a Atahualpa Yupanqui y Eduardo Falú.

Etchecopar dice que mantiene una mirada ambigua sobre sus padres: “Hay momentos en el que uno los odia o los ama. Mi madre era tan simpática como dañina; era psicótica, tenía una bipolaridad como la de Cristina Kirchner más o menos”.

Desde su infancia había algo que lo atrapaba: la lectura. Su tío tenía una amplia biblioteca y él acostumbraba a pasar horas allí, en soledad. “Hay un momento en el que leés mucho y sentís la necesidad de comunicarlo. A los 13 o 14 años empecé a tomar clases de teatro con un señor en un inquilinato de San Isidro. Arranqué con la prosa, a leer y a interpretar. Después me fui con Jorge Petraglia, un viejo director muy conocido de la década de 1970 y empezamos a hacer teatro en grupo. Era muy chico y mis compañero eran casi todos comunistas, pero yo hacía mis propios monólogos”, recuerda.

Tragedias que lo marcaron

Baby Etchecopar perdió un hermano mellizo al nacer y otro (diez años menor que él) en Malvinas. Esta fue la primera tragedia que le tocó vivir y un cimbronazo para su familia. “Fue una muerte larga, porque empezamos el duelo cuando a los chicos los convocaron a la guerra. Mi padre pegó un grito cuando se enteró lo de mi hermano. Se puso verde. Y yo le dije a la mamá de mis chicos: papá hizo un cáncer. A los 5 años murió de cáncer de páncreas. Y a mi madre, con esa bipolaridad que tenía, la muerte de mi hermano la llevó a la locura”, recuerda.

La segunda tragedia en su vida ocurrió hace 12 años y casi le cuesta la vida. Tres asaltantes coparon su casa, golpearon a su esposa, dejaron a su hijo al borde de la muerte, intentaron abusar de su hija embarazada de siete meses y lo dejaron a él malherido, con una pierna destrozada por un escopetazo. Etchecopar mató a un delincuente e hirió a otro.

Una tercera tragedia sobrevino pocos años después, posiblemente a causa de aquella noche de horror en la que hubo 63 detonaciones dentro de su casa de San Isidro. “Fue tan vertiginoso el drama que no tuve tiempo para el replanteo. Atrás de eso se enfermó de cáncer la madre de mis hijos (la “Negra” Adriana Mercedes Paz) y falleció. Mi hijo Leandro estuvo al borde la muerte y tuve que pelear siempre para salvarlos. Porque cuando muere una madre en una casa, es como que te explota una garrafa en el medio de la mesa cuando están todos reunidos. Hubo que juntar los pedazos de toda la familia y rearmarlos”, señala.

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Baby Etchecopar.

Pelear otras batallas

Pese a la magnitud del copamiento en su casa, Etchecopar sostiene que “los delincuentes más importantes que entraron en su vida fueron los Kirchner”. Posee un odio visceral hacia la vicepresidenta Cristina Fernández y tiene a Alberto Fernández bloqueado en su WhatsApp desde el momento en que asumió como presidente.

“El gobierno de los Kirchner fue tremendamente nazi al rotular y castigar al enemigo”, sostiene. Y asegura que las censuras que él ha recibido de algunos grupos feministas tienen el mismo origen: “Las feminazis son un ejército de la señora esta (Fernández). Me rotulaban de misógino, pero yo amo a las mujeres. Iban a la puerta del teatro, me pegaron una trompada adentro de la radio. La guerra de Malvinas me la banco porque es para defender a la patria. El robo me lo banco porque es un hecho circunstancial. Lo que no me banco es que hayamos elegido a toda esta lacra para arruinarnos la vida”.

Según Etchecopar, bajo los gobiernos kirchneristas se perdieron muchas libertades. Y entre los perjudicados estuvieron los periodistas como él. “Estás todo el tiempo abajo de la lupa, le sacan fotos a tu auto, a tu casa, están pendientes de si te vas al Caribe y cuando lo hice dijeron que era con plata que me daba Macri”, destaca.

La exposición en los medios

Baby Etchecopar fue una de las primeras personas que entrevistó a Jey Mammón tras las denuncias de abuso sexual a un menor de edad.

—¿Qué opina de la “cancelación” de algunas figuras de la televisión a partir de este tipo de denuncias? También ocurrió con Juan Darthés, quien hace años que no puede trabajar en Argentina.

—Es un método fascista. A Jey Mammón lo tiene que condenar la Justicia. ¿Quién soy yo para prohibirlo? ¿Vamos a andar toda la vida atrás de Jey Mammón tirándole piedras cuando en el medio hay gente peor que él? Estoy en contra de la cancelación. Dady Brieva dijo que hay que pasarle por arriba con un camión a la gente en la 9 de Julio. Y nadie lo canceló…

—Bueno, en una reciente visita a Uruguay tuvo sus problemas...

—Que se joda por hablar boludeces.

Consultado sobre hasta qué punto los comunicadores tienen responsabilidad en la profundización de la grieta en Argentina, respondió: “El periodismo no tiene incidencia, la plata es la que la tiene. Acá estamos los que no cobramos y los que cobran. Ningún tipo que no recibe ‘sobre’ va a estar a favor de Cristina. Alguien que habla bien de ella es porque es asalariado del gobierno. Somos un grupo de 10 o 15 periodistas golpeados permanentemente que venimos denunciando a un gobierno corrupto. Acá no hay grieta, hay una cuestión de dignidad. Están los dignos y los indignos que apoyan a una persona procesada por chorra”.

—¿Le preocupa la posibilidad de que Javier Milei sea presidente?

—Es una mentira. Yo estoy grande para que me vengan a hablar de la libre portación de armas, de vender los órganos y de cerrar el Banco Central. Es una locura.

—¿Pero visualiza una salida en la próxima elección? Porque Milei ha dicho que no se puede cambiar algo con las mismas personas que lo provocaron. Y en ello incluye a Juntos por el Cambio y Patricia Bullrich.

—El que quiera votar a Milei o a Massa que los vote. Yo voy a votar a Bullrich. Quiero un presidente, es una locura pensar que porque un pibe anda con un chaleco antibalas y una motosierra puede dirigir bien a la Argentina.

Con 70 años de edad, Baby Etchecopar confiesa que atraviesa un buen momento en su vida, tranquilo, disfrutando la compañía de su pareja Silvina Cupeiro (60), de los hijos y nietos. El próximo sábado 14 de octubre se presentará en el Teatro Movie de Montevideo con un show que promete ser “más picante que nunca”.

“Si Mick Jagger puede seguir cantando con 80, yo puedo seguir hablando. Tampoco soy tan viejo”, remató.

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