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La increíble crisis entre Argentina y Ecuador

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Justo cuando el embajador estaba por escuchar de boca del canciller ecuatoriano que era declarado persona non grata y que tenía 72 horas para irse, sonó su celular. Era Alberto Fernández y le pidió que le pasara el teléfono a Juan Carlos Holguin.

¿Por qué el presidente argentino no llamó directamente al canciller de Ecuador? La única explicación lógica es que quiso evitar el riesgo de que la conversación sea grabada y la única forma de asegurarse era no usar las líneas de la cancillería del país que estaba expulsando a su embajador.

¿Qué le dijo Fernández a Holguin en esa conversación a través del celular de Gabriel Fuks? El canciller ecuatoriano habría dicho en una sesión reservada en el Congreso que el presidente argentino le explicó que la salida de María de los Ángeles Duarte de la embajada donde se encontraba asilada y también de Ecuador, fue planeada por Oscar Laborde, embajador argentino en Caracas, quien responde a Cristina Kirchner y no al Poder Ejecutivo.

En rigor, lo lógico es pensar que agentes de inteligencia venezolanos y cubanos planearon, junto con Laborde, la operación de fuga que golpeó al debilitado gobierno ecuatoriano.

En otras palabras, Holguin habría explicado que Fernández le hizo un relato según el cual no fue él sino su vicepresidenta quien tuvo responsabilidad en la fuga de Duarte, la ex ministra correísta que desapareció de la embajada argentina en Quito y apareció en la embajada argentina en Caracas.

Por cierto, el ex embajador argentino negó las supuestas afirmaciones del canciller ecuatoriano, que lo había acusado de mentir sobre el caso Duarte. Y es imposible saber a ciencia cierta quién dice la verdad y quién miente. Tanto el gobierno políticamente famélico de Guillermo Lasso como el de Alberto Fernández, al que la inflación y las peleas con el kirchnerismo zarandean y lo tienen grogui, están obligados a culparse mutuamente de mentir. En todo caso, para la Argentina, lo grave es que el relato del gobierno ecuatoriano resulte verosímil.

Las internas políticas de Ecuador y Argentina chocaron en la “grieta” que atraviesa Latinoamérica. Por un lado, las trifulcas entre el correísmo y el anti-correísmo; por el otro, la atroz interna del gobierno argentino: kirchnerismo contra albertismo. El choque entre ambos puso a Quito y Buenos Aires al borde de la ruptura.

Este tipo de crisis tiene un antecedente que también le costó la embajada a un argentino. Cuando los presidentes eran Lenin Moreno y Mauricio Macri, el entonces embajador en Quito era el macrista Luis Juez. El presidente ecuatoriano era Lenin Moreno, ex vicepresidente de Rafael Correa, quien lo ungió candidato del correísmo, pero había roto relaciones con su mentor y saltado a la otra orilla de la grieta.

Luis Juez había cometido un grave error pero, de no haber quedado en medio del fuego cruzado entre Moreno y Correa, no hubiese tenido que dejar la embajada en Quito.

En esta oportunidad, vuelven a chocar las trifulcas internas de ambos países. Para el gobierno anti-correísta de Lasso, Duarte es una pieza clave en el tablero político ecuatoriano porque ha sido condenada por el mismo caso de corrupción por el que también fue condenado Rafael Correa, de quien fue ministra de Desarrollo Urbano. Por eso cuando ingresó a la embajada argentina para no ser detenida, comenzó también un conflicto entre Quito y Buenos Aires.

Al ser recibido por Cristina Kirchner en su despacho del Senado, Correa le pidió a la vicepresidenta que Argentina diera asilo político a su ex ministra. Cristina gestionó esa condición para Duarte.

Alberto Fernández le otorgó el asilo y Ecuador protestó diciendo que esa consideración no podía darse a personas que no eran perseguidas políticas sino condenadas por corrupción.

El gobierno argentino argumentó que Bélgica dio ese estatus a Correa, condenado por los mismos sobornos de Odebrecht y otras empresas. Pero Bruselas aún estaría estudiando ese pedido, mientras le permite residir en Bélgica porque es belga su esposa, la ex primera dama Anne Malherbe Gosseline.

Duarte no pudo salir de la sede diplomática porque Lasso no otorgó el salvoconducto, pero desapareció de la embajada argentina en Quito y apareció en la embajada argentina en Caracas.

Como la sede en Quito estaba custodiada por agentes ecuatorianos cuya misión principal era vigilar a Duarte, y debido a que funcionarios argentinos habían solicitado que los policías no revisaran los autos que entraban y salían por la incomodidad que generaban esas requisas, el gobierno de Guillermo Lasso sospechó que fue el embajador Fuks quien sacó a la prófuga de la embajada eludiendo a la guardia policial. Por eso lo declaró persona non grata y lo expulsó del país, a lo que el gobierno argentino respondió expulsando al embajador de Ecuador.

Lo desopilante es que Alberto Fernández sería la fuente que reveló la participación argentina, culpando de la gravísima transgresión diplomática a su vicepresidenta. Pero lo más grave es que la versión del canciller ecuatoriano resulte tan verosímil.

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Claudio Fantini

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