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España y un retrato de la decadencia

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No fue el mejor camino para volver al hemiciclo de las Cortes. Al filo de los noventa años, el economista que fue parte del Pacto de la Moncloa y ocupó escaños en el parlamento como diputado del Partido Comunista Español (PCE), volvió a entrar al recinto donde protagonizó históricos debates, pero está vez como parte de un retrato de la decadencia política en España.

Uno de sus tantos libros llegó a ser tan utilizado en las facultades de economía, que lo llamaban “el Tamames”. No era común que un comunista formara a los economistas en la España de la decrepitud franquista. Pero fue el caso de Ramón Tamames.

¿Por qué uno de los líderes del PCE en los complejos tiempos de la transición, reaparece encabezando una moción de censura condenada de antemano a fracasar de manera patética? ¿Por qué el intelectual al que “el generalismo” Franco encerró en una celda de Carabanchel, se prestó a ser el ariete con el que embiste contra el actual gobierno un partido ultraconservador que reivindica aquella dictadura?

Después de haber estado junto a Tierno Galván, el primer marxista que ocupó la alcaldía de Madrid, Tamames abandonó el PCE por discrepancias con Santiago Carrillo, el histórico líder de los comunistas españoles. Pero continuó en el izquierdismo, donde fundó la Federación Progresista” y desde allí impulsó la creación de la coalición Izquierda Unida (IU).

A muchos entristeció verlo con las fatigas de la edad y con “las nieves del tiempo” camufladas en tintura, sentado en el hemiciclo junto a Santiago Abascal, poniéndole su nombre a la embestida de un partido ultraconservador que lo usó como caballo de Troya.

Por cierto, en el voto de censura que impulsó Vox pero con la firma y el prestigio de Tamames, hay aspectos por el que el gobierno de Sánchez debería responder. En lugar de hacer lo que hizo Angela Merkel en Alemania (fortalecer el centro para cerrar el paso a la izquierda y a la derecha contrarias a la democracia liberal) lo que hizo el líder del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) fue aliarse con la izquierda anti-sistema y marchar anudando acuerdos con Bildu, que es una parte oscura del nacionalismo vasco por sus raíces cercanas al terrorismo etarra, y con el controversial separatismo catalán que representa Esquerra Republicana.

Hasta ahora, Sánchez ha podido mantener esa explosiva mezcolanza bajo control, librándose incluso de quien representaba el ala más ideológicamente autoritaria de Unidas Podemos: Pablo Iglesias. Pero eso no implica que su experimento político no sea peligroso.

La ambición de poder llevó a Sánchez ha tejer esos pactos con agrupaciones de posiciones ideológicas que cuestionan el sistema liberal-demócrata y la propia existencia de España con la totalidad del territorio que abarca desde hace largos siglos.

Por cierto, la oposición centroderechista no aportó voluntad de unir el centro, porque Mariano Rajoy priorizó su desprecio al PSOE por sobre la necesidad de conjurar el fortalecimiento de la izquierda marxista y de la ultraderecha franquista.

El PP pos-Rajoy, con Pablo Casado primero y ahora con Alberto Núñez Feijóo, mantuvo la inercia confrontacionista, pero no logró evitar que a su derecha, y muy cerca del extremo, siguiera creciendo VOX.

La versión actual de lo que fue el Pacto de la Moncloa debiera apuntar al renacer del centro. Pero ni el PSOE ni el PP parecen interesarse en eso.

Tampoco pensó en esos términos Ramón Tamames, quien defraudando a muchos abandonó su respetable estante en la historia de España para chapotear en el barro de la política actual, junto a conservadores que añoran la dictadura que lo censuró, lo persiguió y lo encerró en la cárcel construida Franco para sus enemigos.

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Claudio Fantini

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