Publicidad

Condenas, política y la memoria de Fernando

Compartir esta noticia

Que las sentencias a los ocho implicados en el crimen de Fernando Báez Sosa hayan sido cinco cadenas perpetuas y tres condenas a quince años de prisión, es claramente una victoria de la parte acusadora sobre la defensa.

Esa victoria habría sido total si los ochos recibían la pena máxima, como reclamó Fernando Burlando, el abogado de la familia Báez Sosa. Y habría sido más contundente de lo que finalmente fue, si en lugar de quince años de prisión, los tres que no recibieron perpetua hubieran sido condenados a 25 años de prisión.

Seguramente hay razones para apelar las tres condenas menores. Pero lo que está fuera de dudas es que las condenas muestran que los argumentos y las pruebas de Burlando vencieron a la estrategia de Hugo Tomei, el abogado que defendió a los ocho criminales.

Sin embargo, el inteligente y mediático abogado de los padres del joven asesinado hace tres años, reaccionó como si la decisión del tribunal hubiera sido una derrota total de su teoría del crimen de Villa Gesell. Ante los primeros micrófonos que se le cruzaron, Burlando disparó que la Justicia había sido débil.

Desde hace semanas estaba claro que conseguir ocho perpetuas parecía una meta inalcanzable. La mayoría de las estimaciones coincidían en que habría dos o tres cadenas perpetuas y los demás oscilarían entre los 15 y los 25 años. Haber obtenido cinco cadenas perpetuas, sin que haya absoluciones en los casos restantes, fue un resultado claramente lapidario para el grupo que perpetró el linchamiento.

¿Entonces por qué, en su reacción inicial, las tres condenas bajas para quienes no golpearon a Fernando pesaron más que las cinco demoledoras cadenas perpetuas sobre los otros?

Está plenamente justificado que los abogados de los padres de la víctima apelen esas tres condenas ¿pero eso justifica presentar las sentencias como una muestra de genuflexión judicial?

De hecho, en sus primeras declaraciones tras conocerse las condenas, el padre del joven asesinado dejó ver su satisfacción y manifestó sentirse aliviado. Aunque dijo que hubiera preferido más años para los condenados a tres lustros, en contraste con su abogado Silvino Báez Sosa dejó en claro que su valoración de las sentencias es, en general, positiva.

En este caso que los argentinos siguieron con gran atención, Fernando Burlando ha mostrado inteligencia, talento, habilidad y hasta carisma para defender su teoría de lo ocurrido. Antes que en el tribunal de Dolores, el extrovertido abogado logró imponer su versión del crimen en la opinión pública.

Cometió algunos excesos retóricos frente los enjambres de micrófonos y cámaras que lo seguían todo el tiempo y se justifica, incluso, que se generaren dudas sobre la legitimidad jurídica de crear semejante presión social sobre los jueces que llevaban el caso. Pero más allá de lo justificado de esas dudas, Burlando hizo su trabajo con enorme eficacia. Y las condenas lo reflejan, más allá de los tres que recibieron quince años.

¿Por qué entonces el padre de la víctima reflejó mejor el resultado que el potente abogado que lo representó?

Quizá sea por temperamento. Es posible que la convicción de Burlando sobre la contundencia de las pruebas que él había presentado, le haya impedido percibir lo que se veía venir: no habría perpetua para todos.

Lo que sería lamentable es que su exagerada insatisfacción tenga que ver con una candidatura.

Más allá de lo que puede resultar controversial, el desempeño de Burlando en este caso fue estelar. Las grandes mayorías de argentinos se alinearon con su estrategia. Argentina parecía una tribuna ovacionando al abogado que denunciaba con vehemencia la criminalidad de ocho personajes abyectos y obtusos.

Esa ovación puede trastocar en decepción, si lo que viene junto con las apelaciones que le volverán a dar protagonismo mediático, es una candidatura en las próximas elecciones.

¿Encontraste un error?

Reportar

Temas relacionados

Claudio Fantini

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad