Redacción El País
Durante años fue un invitado exótico que pasaba desapercibido en la frutería, hasta que un día todo el mundo empezó a hablar de él. Hoy lo encontramos en tés, batidos, pastillas, galletas y hasta en cosmética. El jengibre está de moda, pero no es una moda vacía: es un ingrediente con historia, sabor y beneficios comprobados.
Entonces, ¿qué es realmente el jengibre? ¿Qué efectos tiene? ¿Y cómo se usa sin arruinar el plato o terminar con la boca incendiada?
¿Qué es el jengibre?
Aunque muchos lo conocen como raíz, en realidad es un rizoma: el tallo subterráneo engrosado de la planta Zingiber officinale. De aspecto rugoso, marrón y algo retorcido por fuera, guarda en su interior una pulpa dorada, jugosa y con un aroma intenso, picante y refrescante a la vez.
Originario del sudeste asiático, se cultiva sobre todo en India, China y Tailandia. Pero hoy por hoy, se consigue sin problema en la mayoría de las verdulerías y supermercados.
El jengibre es de esos alimentos que no hacen milagros, pero sí dan una mano en varios frentes. Desde hace siglos se lo usa en la medicina tradicional y, con el respaldo de la ciencia actual, se destacan varios efectos positivos:
- Digestivo natural: ayuda a aliviar las náuseas, los gases y la sensación de pesadez estomacal.
- Antiinflamatorio: su compuesto estrella, el gingerol, tiene efectos que colaboran en casos de dolores articulares o musculares.
- Antioxidante: protege las células del desgaste cotidiano, combatiendo los radicales libres.
- Estimulante circulatorio: mejora la circulación, lo que genera esa sensación de “calor interno” cuando hace frío.
- Aliado en catarros y resfríos: una infusión de jengibre con miel puede suavizar la garganta y aportar alivio.
- Posibles efectos sobre colesterol y glucosa: algunos estudios sugieren beneficios, aunque todavía no hay suficiente evidencia concluyente.
Jengibre. Foto: Pxnio.
Cómo usar el jengibre en la cocina sin pasarte
Una de las mejores cosas del jengibre es su versatilidad. Se puede usar en comidas saladas y dulces, en bebidas frías o calientes, y en formatos muy distintos:
- Fresco: es el más aromático. Se pela fácilmente con cuchillo o cuchara y se puede rallar, picar o cortar en rodajas.
- En polvo: ideal para repostería. Su sabor es más suave pero muy presente.
- En conserva: clásico en la cocina japonesa, especialmente con sushi.
- Confitado: cocido con azúcar. Una golosina picante que sorprende.
- En infusión: muy útil para malestares digestivos o resfríos.
Ideas para incorporarlo en platos de todos los días
- Sofritos y salteados: una pizca de jengibre rallado junto al ajo y la cebolla realza cualquier salteado de verduras, arroz o carne.
- Caldos y sopas: un trocito en el caldo de pollo o de verduras da un sabor cálido y reconfortante.
- Batidos y jugos: se lleva bien con frutas cítricas, manzana, zanahoria o pepino. Pero ojo, no te pases: es potente.
- Infusiones: jengibre, limón y miel. Una combinación clásica y efectiva.
- Galletas y tortas: el jengibre en polvo es la estrella de las recetas navideñas, pero también combina bien con peras, manzanas y chocolate.
- Marinados: mezclado con salsa de soja, miel y ajo, es ideal para marinar pollo, cerdo o tofu.
- Fideos salteados: un toque al final da profundidad sin opacar otros sabores.
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Cuatro formas de agregar jengibre en bebidas frías y calientes
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