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Preeclampsia: una complicación en el embarazo que evidencia la importancia de controles prenatales regulares

La condición afecta de un 3% a un 7% de embarazadas y suele evidenciarse a partir de la semana 20 de gestación, pero se la puede detectar de manera temprana.

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Mujer embarazada se atiende con una médica.
Mujer embarazada se atiende con una médica.
Foto: Canva

El Tiempo/GDA
La preeclampsia es una complicación del embarazo que se caracteriza por tener presión arterial alta y daño en órganos, que generalmente se da después de la semana 20 de gestación. Detectarla de forma temprana resulta crucial para prevenir complicaciones graves tanto para la madre como para el bebé.

Esta condición afecta del 3% a 7% de las mujeres embarazadas, indican los Manuales Merck de Diagnóstico y Cuidado. "La preeclampsia y la eclampsia aparecen después de las 20 semanas de gestación; hasta el 25% de los casos aparecen en el posparto, más a menudo dentro de los primeros cuatro días, pero a veces hasta seis semanas después del parto", asegura el manual.

Según expertos, la preeclampsia no tratada permanece durante un tiempo variable y luego, de manera repentina, puede progresar a eclampsia, que ocurre en una de cada 200 pacientes con preeclampsia. El manual médico indica que, con frecuencia, la eclampsia no tratada es fatal.

Los síntomas de la preeclampsia pueden variar, pero comúnmente incluyen presión arterial alta, hinchazón repentino en manos y cara, dolores de cabeza persistentes, visión borrosa, náuseas y vómitos, dolor abdominal superior y dificultad para respirar. Es importante que las mujeres embarazadas estén alerta a estos signos y notifiquen a su médico de inmediato si experimentan alguno de ellos.

El diagnóstico de la preeclampsia generalmente se basa en la medición de la presión arterial y pruebas de laboratorio para evaluar la función hepática, los niveles de proteínas en la orina y la función renal.

Los controles prenatales regulares son fundamentales para detectar esta condición de manera oportuna. Una vez diagnosticada, el tratamiento puede variar dependiendo de la gravedad de la enfermedad y la edad gestacional del feto.

En casos leves, puede implicar reposo en cama, monitoreo cercano y medicamentos para controlar la presión arterial. Sin embargo, en casos más severos, puede ser necesario el ingreso hospitalario para administrar medicamentos intravenosos, como sulfato de magnesio, para prevenir convulsiones.

El único tratamiento para la preeclampsia definitivo es el parto. En casos graves, donde la vida de la madre o del bebé corre peligro, el parto puede ser necesario incluso si el feto aún no está completamente desarrollado.

Los médicos pueden optar por inducir el parto o realizar una cesárea, dependiendo de la situación específica. Es crucial que las mujeres con preeclampsia reciban atención médica especializada y que se sigan de cerca para prevenir complicaciones graves, como eclampsia (convulsiones), daño hepático, daño renal, problemas de coagulación sanguínea y síndrome HELLP (hemólisis, elevación de enzimas hepáticas y bajo recuento de plaquetas).

Por lo tanto, el tratamiento efectivo antes del parto implica un enfoque multidisciplinario que incluya la colaboración entre obstetras, médicos de atención primaria y especialistas en medicina materno-fetal.

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