Pérdida de olfato puede ocultar una enfermedad grave: especialista lo explica y recomienda consultar al médico

Las alteraciones del olfato han sido, históricamente, de las menos atendidas por los uruguayos, aunque esto ha cambiado en los últimos años. Sepa cuáles son.

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Perder el olfato puede ocultar una enfermedad grave
Perder el olfato puede ocultar una enfermedad grave
Foto: Freepik

Una mujer sale de trabajar, llega a su casa y se tira en el sillón a mirar una serie. De pronto, percibe un olor extraño. Chequea que no sea una pérdida de gas, o algo que se quema e incluso piensa que quizá su vecino está fumando cerca de su ventana. Nada de eso ocurre. No hay ninguna fuente que explique ese olor, sin embargo el llamativo aroma que siente se mantiene. Los otorrinolaringólogos diagnosticaron esa condición como fantosmia, mal que la acompaña desde 2020.

En otro caso, una joven está de viaje por EE.UU, visita Orlando y de pronto, como si todo hubiera florecido, percibe un intenso olor a jazmines. No hay jazmines, ni otra flor que huela parecido. Es su percepción. Es una alteración del olfato, que como la anterior, entra dentro de las llamadas parosmias.

En una situación bastante menos agradable, una niña se quedó a dormir en la casa de su tía, quien en medio de la noche prefirió cambiarse de habitación porque, pese a su amor infinito por la pequeña, el olor que se desprendía de las fosas nasales de la invitada le generó una sensación desagradable. ¿A qué se debía? A una cacosmia, que tras unos meses de tratamiento se curó.

Oler
A través del olfato obtenemos múltiples estímulos e información.
Foto: Flickr

Alteraciones usuales del olfato

Las alteraciones del olfato han sido, históricamente, de las menos atendidas por los uruguayos, aunque esto ha cambiado en los últimos años. De hecho, podría decirse que este ha sido uno de los escasos puntos a favor que tuvo la pandemia del coronavirus. La pérdida de olfato fue uno de los síntomas más característicos del covid-19 y esto acercó a muchos pacientes a los especialistas, según explicó a El País María del Rosario Eugui, otorrinolaringóloga especializada en estas patologías.

Junto a su colega Carina Almirón estudian y avanzan en el análisis de los problemas olfativos, Las profesionales constataron que, actualmente, “la mayor parte de los trastornos de olfato en uruguayos está vinculados a una pérdida relacionada al covid”.

A la consulta con otorrino

De hecho, así como muchos pacientes hoy entendieron que deben consultar al médico por una pérdida de olfato, también muchos médicos generales que antes tomaban este síntoma como algo menor, hoy derivan a sus pacientes a los especialistas, dijo Eugui.

La pandemia permitió visibilizar el trabajo de los otorrinolaringólogos, y hoy “los pacientes consultan más por otras patologías y tratan de buscar una solución a molestias que antes dejaban pasar”, apuntó la médica, que se especializa en olfato.

“A veces no se llega a determinar cuál es la causa de la alteración, eso lo tengo que decir, pero perder el olfato es un síntoma de una enfermedad que puede ser grave o gravísima. Y puede haber solución, entonces es importante consultar”, remarcó Eugui.

La otorrinolaringóloga explicó que “las principales alteraciones por las que llegan los pacientes son la disminución y la falta total de olfato”. “La primera se llama hiposmia y la segunda, anosmia”, indicó. “Generalmente, la anosmia se descubre porque los pacientes llegan para saber por qué perdieron el gusto. Pero no es ese sentido el afectado, sino que es el olfato. De hecho, el sabor que le sentimos a cada comida depende en un 80% de la información olfatoria que nos llega desde la boca y que va hacia la nariz. El 80% del sabor está constituido por la información del olfato”, resumió.

“Eso es lo que pasa normalmente cuando nos resfriamos y estamos con la nariz súper tapada, obstruida y decimos: ‘la comida no tiene gusto’. Pero soy yo que no siento el sabor, porque tengo alterado mi sentido del olfato”, agregó.

Mujer resfriada en su lugar de trabajo
Mujer resfriada en su lugar de trabajo.
Foto: Drazen Zigic / Freepik.

Otras alteraciones olfativas por las que se consulta, agregó, son las parosmias. “Esto es sentir un olor permanente, pero un olor que no está en el ambiente. Es algo que yo percibo, pero no es real. Y dentro de esta categoría están también las fantosmias, un olor fantasma, no permanente. Yo estoy en un lugar y de repente, digo ‘hay olor a rosas’, pero todos me responden que ‘no, no hay’”.

Eugui explicó que, “generalmente, las parosmias y las fantosmias están asociadas a un trastorno olfatorio que está intentando recuperarse, es decir, a una lesión olfatoria que está mejorando. En ese sentido, se podría decir que tenerlas es una buena noticia, ya que es señal de que el olfato volverá. “Sin embargo, también puede ocurrir que tengan otra causa que no pueda determinarse, lo que se denomina como idiopático”, agregó. Y, en esos casos, el paciente se irá sin una respuesta.

La más común de las parosmias es la cacosmia, que es la manera de llamar médicamente a un mal olor, un olor a podrido, olor feo. “Las cacosmias pueden ser subjetivas u objetivas. En las primeras, el paciente dice ‘hay olor a podrido, a caca’, pero ese olor no está en el ambiente. Y en las segundas, el paciente dice que siente mal olor, pero este proviene de su propia nariz y los demás también lo perciben”, indicó la médica. De esto se trataba el caso de la niña que se quedó a dormir en casa de su tía.

“En el caso de una cacosmia objetiva hay cura si se resuelve el problema de base. Pero en la subjetiva, depende de que se pueda encontrar la causa. Lo mismo, en una fantosmia: si el paciente tiene, por ejemplo, una alteración arteriovenosa o un foco epiléptico, el tratamiento es contra eso. Pero puede ser que no se encuentre la causa y la persona mantenga esa alteración”, a veces, por muchos años o incluso de por vida.

Las causas de estas alteraciones olfativas

Al ser consultada respecto al estrés como posible causa de alguna de estas alteraciones olfativas, Eugui fue categórica: “No. No hay evidencia científica que muestre que el estrés afecta al olfato. A veces se puede generar angustia o estrés en el paciente por el problema olfatorio, pero este no está identificado como causa de pérdida o de trastorno”.

En cambio, las enfermedades neurodegenerativas como el Parkinson o el Alzheimer sí pueden estar relacionadas con las alteraciones olfativas. “El Parkinson genera pérdida de olfato, e incluso se dice que este síntoma podría preceder hasta 20 años al inicio de los síntomas motores”, dijo Eugui.

Otro factor de alteración es la edad. “Así como en la vista se constata la presbicia, en el olfato está la presbiosmia, que es el deterioro fisiológico por la edad. Perdemos calidad de olfato porque estamos grandes”, indicó la médica.

Por qué es importante recuperar el olfato

La otorrinolaringóloga María del Rosario Eugui es una “enamorada” del olfato y explicó a El País que cuando hay una pérdida de este sentido es importante consultar a un profesional para poder recuperarlo.

“Primero, porque es maravilloso, te permite deleitarte con aromas, y volver a momentos o lugares, que emocionan, porque está muy conectado a la memoria emotiva”, sostuvo.

Pero además, recalcó que es el sentido que “permite saborear, degustar”. “Porque los seres humanos no solo nos alimentamos para sobrevivir, como hacen los animales, sino que hemos desarrollado un gusto y un disfrute por los alimentos, y este está determinado en un 80% por la información que llega al cerebro desde el olfato”, explicó.

Sin embargo, hay un punto aún más importante, que hace de vital importancia que ante una alteración del olfato las personas concurran a consultar a su médico de referencia y soliciten pase a especialista. “Es que el olfato es un sentido defensivo. Nos permite cuidarnos de determinados peligros, como puede ser un escape de gas que termine en una explosión, por ejemplo, o sentir el olor a quemado de algo que nos olvidamos en el horno”. También la alteración del sabor que produce la pérdida de olfato nos puede llevar a comer algo en mal estado e intoxicarnos.

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