Redacción El País
El shock séptico es una emergencia médica grave y potencialmente mortal que representa la forma más severa de la sepsis, una respuesta descontrolada del organismo frente a una infección.
El enemigo no es solo la infección, sino la respuesta del propio cuerpo. En su intento desesperado por defenderse, desencadena un fallo sistémico que pone en jaque la vida en cuestión de horas.
La tormenta inflamatoria
A diferencia de una infección común, el shock séptico se define por una reacción inflamatoria de tal intensidad que altera profundamente el metabolismo y la circulación. El proceso suele iniciarse de forma localizada —una neumonía, una infección urinaria o una herida en la piel—, pero cuando el sistema inmunitario pierde el control, la inflamación se generaliza.
En este punto, se produce una vasodilatación extrema y fugas en los capilares sanguíneos. El resultado es una caída persistente y peligrosa de la presión arterial que no responde siquiera a la administración de líquidos intravenosos. Es aquí donde el oxígeno y los nutrientes dejan de llegar a los tejidos: un efecto dominó que conduce al fallo multiorgánico.
Las señales a tener en cuenta
Identificar el shock séptico a tiempo es la diferencia entre la supervivencia y la muerte, ya que cada hora de demora en el tratamiento aumenta drásticamente el riesgo de mortalidad.
Los síntomas son la voz de alarma de los órganos que empiezan a claudicar: el cerebro manifiesta confusión o somnolencia extrema; los riñones dejan de producir orina; y el corazón late con una frecuencia elevada intentando compensar la presión que se desploma.
La piel, el órgano más extenso, suele enviar señales visuales inequívocas: puede sentirse fría, húmeda o presentar un aspecto moteado, reflejo de una circulación que ya no logra alcanzar la periferia del cuerpo.
Un desafío para la medicina intensiva
Aunque el shock séptico puede afectar a cualquier persona, la vulnerabilidad aumenta en los extremos de la vida —recién nacidos y adultos mayores—, así como en pacientes con enfermedades crónicas o sistemas inmunitarios debilitados.
El veredicto de la rapidez
A pesar de los avances en medicina, el shock séptico mantiene una tasa de mortalidad que oscila entre el 30% y el 50%. La supervivencia depende de una premisa básica: reconocer que, ante una infección que altera el estado mental o la presión arterial, actuar rápido es la única medicina definitiva.
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