¿Los perros pueden hablar? Científicos avanzan en el estudio cómo estos animales entienden el lenguaje

Para considerarse lenguaje, los perros deberían mostrar algo más que solicitudes básicas; el interés por este tema creció tanto que se recurrió a la colaboración ciudadana.

Perro levantando una pata.
Perro levantando una pata.
Foto: Freepik.

Redacción El País
Quien convive con un perro se ha hecho la pregunta más de una vez: ¿qué estará pensando? Desde los ladridos hasta el movimiento de la cola, cada gesto parece esconder un mensaje que intentamos descifrar. Pero ahora, un grupo de científicos intenta ir más allá de la intuición: buscan saber si los perros podrían comunicarse con nosotros a través de palabras.

La propuesta no consiste en enseñarles a hablar, sino en ofrecerles un modo alternativo para usar nuestro lenguaje. Para eso, investigadores y dueños emplean tableros o alfombras con botones grandes. Cada botón reproduce una palabra —“paseo”, “comida”, “jugar”, “afuera”— al ser presionado.

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Foto: Commons.

El aprendizaje es progresivo: primero, el tutor asocia una acción a una palabra. Por ejemplo, cada vez que va a sacar al perro, presiona el botón de “paseo”. Con el tiempo, el animal aprende a usar el mismo botón para pedir salir. El caso más famoso es el de Bunny, una perra sheepadoodle que se volvió viral por comunicarse con su dueña usando decenas de botones.

La popularidad del fenómeno ha despertado una pregunta crucial: ¿los perros realmente entienden las palabras o solo aprenden una secuencia de causa y efecto? Los científicos tratan de discernir si estos comportamientos son ejemplos de condicionamiento operante —es decir, acciones que se repiten porque generan un resultado deseado— o si, en cambio, hay una comprensión más profunda.

Para considerarse lenguaje, los perros deberían mostrar algo más que solicitudes básicas: por ejemplo, combinar palabras para expresar nuevas ideas. Algunos dueños aseguran haber visto combinaciones como “agua” + “afuera” para referirse a un lago, o botones usados en secuencias que parecen preguntas o descripciones de situaciones pasadas.

El interés por este tema ha crecido tanto que los científicos han recurrido a la colaboración ciudadana. Desde el Comparative Cognition Lab de la Universidad de California en San Diego, nació el proyecto They Can Talk, que reúne datos de miles de dueños en todo el mundo.

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Perro con su dueña.
Foto: Unsplash.

A diferencia de los experimentos tradicionales con pocos animales, esta iniciativa analiza un enorme volumen de información en busca de patrones comunes: secuencias de botones que indiquen una estructura rudimentaria de gramática o un uso de palabras con intención comunicativa.

Aunque todavía no hay consenso y los resultados definitivos podrían tardar años, la investigación está transformando la forma en que entendemos a los perros. Más allá de si logran o no “hablar”, estos estudios revelan que su mente es mucho más sofisticada de lo que imaginábamos.

En base a El Tiempo/GDA

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