Redacción El País
Es una de las escenas más comunes en la convivencia con un perro: el animal se acuesta y muestre su panza. La reacción humana casi instintiva es interpretarlo como una petición de cariño y proceder a rascarle la barriga.
Sin embargo, expertos en comportamiento canino advierten que, aunque a veces es una señal de confianza, este gesto tiene matices y no siempre significa lo que creemos.
El significado de esta postura depende enteramente del contexto y del resto del lenguaje corporal del animal.
Confianza y relajación
En el escenario más positivo y conocido, que un perro muestre la panza es, efectivamente, la máxima señal de confianza y relajación. Cuando un perro se siente completamente seguro en su entorno y con su familia humana, puede adoptar esta postura vulnerable.
En estos casos, el cuerpo del perro estará relajado y suelto. Su cola puede estar quieta o moviéndose suavemente, y sus orejas y hocico no muestran tensión. En este contexto, el perro sí está invitando a la interacción y al cariño.
Sumisión y apaciguamiento
La interpretación que a menudo se pasa por alto es cuando el perro muestra la panza como una señal de sumisión activa o apaciguamiento. Este comportamiento es frecuente cuando el animal se siente intimidado, estresado o percibe una amenaza, ya sea por parte de otro perro o de una persona.
Es un intento de desactivar un conflicto: el perro está comunicando “no soy una amenaza, acepto tu dominancia, por favor, detente”.
Los expertos señalan que es crucial observar las otras señales que acompañan a la postura. Si el perro muestra la panza pero su cuerpo está tenso, es un indicador de estrés. Otros signos de apaciguamiento incluyen lamerse el hocico repetidamente, bostezar, girar la cabeza para evitar el contacto visual o mantener las orejas pegadas hacia atrás.
Un ejemplo claro ocurre cuando un dueño reta a su perro. Si el perro se voltea y muestra el vientre en ese momento, no está pidiendo mimos; está intentando calmar la situación y mostrar sumisión ante el enfado de su dueño.
Los especialistas en comportamiento canino advierten que malinterpretar esta señal puede empeorar la situación. Si un perro muestra la panza por estrés o miedo, e invadimos su espacio para rascarle el vientre, podemos aumentar su ansiedad, ya que estamos ignorando su pedido de espacio y confirmando su sensación de vulnerabilidad.
En base a El Tiempo/GDA