Redacción El País
El dicho "llevarse como perro y gato" connota una mala relación, un vínculo tirante y agresivo entre las partes. Pero, con una adaptación correcta, felinos y caninos pueden desarrollar una convivencia armoniosa, y llegar a vincularse con afecto y respeto. ¿Cómo asegurarse de que estas mascotas se lleven bien? Acá te compartimos algunos consejos para cuando querés incorporar a tu hogar a un gato, y ya hay un perro. Veamos.
¿Importa si el gato es cachorro o adulto?
Sí, la edad del gato influye mucho en el proceso de adaptación. Cada caso tiene sus ventajas y desafíos.
Gato cachorro
- Ventajas: es más adaptable, curioso y menos temeroso. Los cachorros no suelen tener experiencias negativas con perros, por lo que se adaptan más fácilmente a la convivencia. Su tamaño pequeño también resulta menos intimidante.
- Desventajas: son frágiles y un perro grande o juguetón puede lastimarlos sin intención. Además, algunos pueden ser demasiado atrevidos y molestar a un perro mayor o tranquilo.
Gato adulto
- Ventajas: tiene una personalidad definida. Si sabés que ha convivido con perros, esa información es muy útil. Es más resistente físicamente y menos vulnerable.
- Desventajas: puede ser territorial, temeroso o tener hábitos difíciles de cambiar. Si nunca ha conocido perros, el proceso puede requerir más tiempo y paciencia.
El temperamento del perro es tan importante como la edad del gato.
Perros con instinto de caza (como los terrier o lebreles) o muy energéticos necesitan una introducción especialmente cuidadosa.
Guía paso a paso para presentar un gato a un perro
Fase 1: Separación y aclimatación olfativa (días 1 a 3)
- Prepará un espacio seguro para el gato. Antes de traerlo a casa, acondicioná una habitación tranquila con arenero, comida, agua, rascador y refugio.
- Presentación por olor. Frotá una toalla en el gato y dejá que el perro la huela, y viceversa. Observar las reacciones (gruñidos, siseos o curiosidad) es parte normal del proceso.
- Intercambio de espacios. Permití que cada uno explore el territorio del otro en ausencia del compañero. Así se acostumbran al olor sin estrés visual.
Fase 2: Contacto visual controlado (días 4 a 7)
- Usá una barrera física, como una puerta con rejilla o corral para bebés.
- Asociá la presencia del otro con algo positivo, como premios o comida deliciosa.
- Mantené las sesiones cortas (5–10 minutos). Si hay signos de tensión, terminá el encuentro de inmediato.
Fase 3: Encuentros supervisados con correa (día 8 en adelante)
- Ponele correa al perro dentro de la casa.
- Dejá que el gato decida cuándo acercarse; no lo obligues.
- Reforzá la calma con premios. Si el perro se emociona demasiado o el gato se asusta, tratá de desviar su atención.
- Asegurá vías de escape: el gato debe tener acceso a muebles altos o su refugio seguro.
Fase 4: Coexistencia supervisada (semanas o meses)
- Supervisión constante: no los dejes solos hasta que estés completamente seguro de su buena relación.
- Gestioná los recursos: mantené comida, agua y arenero del gato en zonas fuera del alcance del perro.
- Observá el lenguaje corporal:
- Gato con cola erizada y orejas hacia atrás = miedo.
- Perro con mirada fija y cuerpo rígido = posible instinto de caza.
Errores comunes
❌ No los dejes solos el primer día.
❌ No fuerces la interacción ni sostengas al gato para presentarlo.
❌ No castigues a ninguno por mostrar miedo o desconfianza.
Con tiempo, calma y refuerzo positivo, la mayoría de perros y gatos aprenden a tolerarse e incluso a convivir como compañeros.
La clave está en respetar el ritmo de ambos y crear asociaciones positivas desde el principio. Con el enfoque correcto, tu nuevo gato y tu perro pueden convertirse en una gran amistad animal.
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