Ficción curativa: una técnica de escritura que nos ayuda a resolver problemas y reducir la ansiedad

Se trata de una técnica de expresión respaldada por la psicología que se diferencia de la escritura terapéutica convencional; no hay que ser escritor para aprovechar sus beneficios.

Escribir
Hombre escribe relajado.
Foto: Freepik.

Redacción El País
En un mundo donde el estrés, la ansiedad y la sobrecarga emocional parecen inevitables, la escritura se ha convertido en un refugio para muchos. Más allá de los diarios íntimos y el desahogo personal, existe una práctica literaria con un propósito específico: la ficción curativa, una forma de escritura creativa que utiliza el poder de las historias para promover el bienestar psicológico y emocional.

La clave está en contar una historia inventada para transformar la propia realidad interna. En lugar de escribir sobre uno mismo, la idea es utilizar personajes y tramas que funcionan como espejos simbólicos. De esta manera, algo que puede parecer externo —un héroe, un conflicto, una resolución— se convierte en un medio para procesar emociones y experiencias personales desde un lugar más seguro y creativo.

La idea de que la escritura puede sanar no es nueva. En los años 80, el psicólogo social James W. Pennebaker demostró que escribir sobre experiencias traumáticas tiene efectos medibles en la salud: mejora el sistema inmunológico, reduce la presión arterial y aumenta la sensación de control emocional. La técnica evolucionó y surgieron nuevas formas de escritura terapéutica, entre ellas la ficción curativa.

Mientras la escritura expresiva o terapéutica tradicional se enfoca en narrar hechos reales, la ficción curativa invita a usar la imaginación como vehículo de reparación. La ficción permite decir lo indecible: nos da la distancia emocional necesaria para transformar el dolor en significado.

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Persona escribe a mano.
Foto: Freepik.

Cómo aplicar la ficción curativa

No hace falta ser escritor ni tener formación literaria. Lo esencial es crear un espacio de exploración libre, donde la historia funcione como un laboratorio emocional.

Los especialistas proponen distintos ejercicios para iniciarse. Uno es crear un personaje que viva algo que uno teme o desea; otro, reescribir el final de una historia real. También sugieren usar metáforas y símbolos como dragones, viajes o naufragios, imágenes que representan miedos, transiciones o pérdidas y que pueden abrir nuevas formas de comprensión.

Los efectos de la ficción curativa van más allá de la mejora del estado de ánimo. Estudios en neurociencia muestran que al inventar personajes y tramas, el cerebro activa las mismas redes neuronales que se emplean para la empatía y la autorreflexión. En otras palabras, al escribir sobre otros, nos entendemos mejor a nosotros mismos.

Escribiendo
Escribiendo.
Foto: Pixabay.

Entre los beneficios más destacados, mencionan la reducción del estrés y la ansiedad, el fortalecimiento de la autoestima, el desarrollo de la empatía, la comprensión emocional y la claridad cognitiva. Incluso se ha observado que escribir ficción con contenido positivo o esperanzador estimula la dopamina y la serotonina, neurotransmisores vinculados al placer y al bienestar.

Practicar ficción curativa no significa negar la realidad ni huir del dolor, sino darle una nueva forma a lo vivido. Cada historia escrita desde este enfoque es, en el fondo, una conversación con uno mismo. Quizás por eso, en una época marcada por la inmediatez y el ruido, la ficción curativa nos recuerda que escribir no solo es crear mundos, sino también reconstruir el propio.

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