Empezaron las clases y las mochilas vuelven a formar parte del paisaje urbano. Niños y adolescentes, con los hombros encorvados y la columna torcida, recorren calles y pasillos de las instituciones, cargando consigo no solo libros y útiles, sino también un problema de salud que muchas veces pasa inadvertido: el exceso de peso en sus mochilas.
Aunque a simple vista parezca una cuestión menor, el impacto de esta sobrecarga puede ser significativo a largo plazo.
“Todos los años vemos niños con dolores en espalda, cuello y hombros y, en muchos casos, la causa principal es el uso de una mochila demasiado pesada y mal ajustada”, advirtió Carlos Montoya, gerente asistencial de UCM Falck. Su experiencia en el área de emergencias le permite observar de primera mano los efectos de este problema, que afecta a estudiantes de todas las edades.
El especialista explicó que la carga ideal de una mochila no debe superar el 10% del peso corporal del niño. Para los más pequeños, de entre 6 y 7 años, esto se traduce en unos dos kilos o un par de libros de texto, dos cuadernos y una cartuchera sencilla.
En los niveles superiores de escolaridad, la carga aumenta considerablemente, y no es raro que los niños transporten mochilas que superan con creces el peso recomendado. “Estos límites se cruzan más a menudo de lo que nos gusta admitir y se sobrepasan con frecuencia”, sostuvo Montoya.
Las consecuencias de esta carga excesiva van más allá del esfuerzo momentáneo. “La sobrecarga no solo genera fatiga muscular y mala postura, sino que puede predisponer a problemas de columna en el futuro. Si desde la infancia se adoptan malos hábitos posturales, estos pueden derivar en dolencias crónicas en la adultez”, adviertió el especialista. En este sentido, el problema no se limita a un dolor pasajero, sino que puede convertirse en una condición que afecte la calidad de vida en el largo plazo.
¿Qué se puede hacer para aliviar esta carga innecesaria? La responsabilidad no recae solo en los niños y sus familias, sino que las instituciones educativas tienen un papel clave en la solución. “Las listas de útiles podrían revisarse para priorizar materiales digitales o establecer sistemas de préstamo de libros en clase. Así, se reduciría la cantidad de materiales que los niños deben llevar a diario”, sugirió Montoya.
El debate trasciende fronteras. En varios países, la preocupación por el peso de las mochilas escolares ha llevado a medidas concretas. Ecuador, por ejemplo, aprobó una ley que regula el peso máximo de las mochilas según la edad del estudiante. La normativa busca proteger la salud postural de los niños y evitar que el exceso de carga derive en problemas físicos en el futuro.
“No sería descabellado pensar en una regulación que limite el peso de las mochilas y establezca controles en los centros educativos”, comenta Montoya. “Cuidar la salud postural de los niños hoy es una forma de prevenir problemas de salud en el futuro”.
¿Cómo hacer para aligerar la carga?
A la hora de armar las mochilas escolares, algunas medidas pueden contribuir a cuidar la columna de los niños, al tiempo que cuidan su salud a largo plazo. Se recomienda:
- Distribuir bien el peso: los libros más pesados deben ir pegados a la espalda, mientras que los objetos pequeños pueden colocarse en los compartimentos frontales.
- Ajustar correctamente las correas: la mochila debe quedar a la altura de la zona lumbar, bien sujeta, no debe quedar colgando sobre la espalda.
- Llevarla sobre los dos hombros. Evitar llevar la mochila en un solo hombro: esto genera un desequilibrio que puede derivar en problemas posturales.
- Revisar la mochila diariamente: es importante asegurarse de que los niños no transporten materiales innecesarios.