¿Despertás con la mandíbula dolorida, el cuello tenso o la sensación de no haber descansado? Podrías estar enfrentando un cuadro de bruxismo: el hábito involuntario de apretar o rechinar los dientes, tanto de día como de noche. Aunque muchas veces se subestima, este trastorno puede afectar la calidad del sueño, provocar dolor crónico y dañar la dentadura.
“El bruxismo es una condición multifactorial que muchas veces pasa desapercibida, pero que puede generar dolor mandibular, rigidez en el cuello, cefaleas y fatiga muscular. Es más común de lo que pensamos, especialmente en contextos de estrés o con rutinas prolongadas frente a pantallas”, explica el doctor Jorge Silva Terán, especialista en medicina física y rehabilitación de la Clínica Anglo Americana.
El bruxismo suele desarrollarse sin que el paciente lo note. Silva indica que cuando los signos y síntomas se presentan en conjunto y de manera persistente, es importante no subestimarlos y acudir a una evaluación médica que permita identificar si hay un trastorno funcional detrás.
Una de las claves para detectar el bruxismo es el vínculo entre la articulación temporomandibular y la musculatura del cráneo y el cuello. “Muchas veces vemos pacientes con cuadros musculares complejos, fatiga persistente o dolor de cabeza crónico cuya causa inicial fue un bruxismo no tratado”, advierte.
En casos más resistentes o dolorosos, una alternativa efectiva es el uso médico de toxina botulínica. Este procedimiento, que se aplica en músculos como el masetero y el temporal, reduce la contracción involuntaria y mejora el bienestar.
¿Qué causa el bruxismo?
Entre los factores más comunes están el estrés emocional, los trastornos del sueño, una mordida desalineada o incluso malas posturas mantenidas durante muchas horas, como sucede en personas que trabajan largas jornadas frente a una computadora.
El tratamiento, por tanto, debe ser integral. Puede incluir:
- Evaluación odontológica y uso de férulas oclusales para evitar el desgaste dental.
- Fisioterapia para aliviar la tensión en la zona cráneo-cervical.
- Técnicas de manejo del estrés, como la relajación progresiva o la terapia psicológica.
- Toxina botulínica: una opción para casos severos.
“El bruxismo no es un problema menor. Si bien muchas personas lo ignoran o se automedican, puede tener un impacto considerable en el bienestar diario. Un diagnóstico temprano y un tratamiento adecuado pueden evitar complicaciones a largo plazo y mejorar notablemente la calidad de vida del paciente”, concluye el especialista.
El Comercio/GDA