Cómo atravesar uno de los momentos más difíciles de la vida: consejos para afrontar el retiro laboral

Planificar la etapa jubilatoria mientras uno aún está en actividad es ideal para llegar al momento del retiro con soltura y disfrute.

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Adultos mayores, vejez
Adultos mayores.
Foto: Freepik.

Luego de una vida dedicada al trabajo, llega un momento decisivo que en ocasiones cuesta, e incluso duele: el retiro laboral. Si bien todos sabemos que esta etapa de la vida tarde o temprano llegará, en general evitamos pensar al respecto y no planificamos como deberíamos hacerlo. Entonces, ¿Cómo podemos atravesarla de forma saludable?

Lo primero es anticiparse. Ángeles Couselo, psicogerontóloga y presidenta de la Asociación de Psicogerontología del Uruguay (APGU), subraya la importancia de “armar la bitácora de vuelo cuando estamos en plena actividad”. Eso significa que, mientras aún estemos trabajando, podemos hacernos la idea de cómo nos vemos en la etapa jubilatoria, conectar con nuestros deseos y plantearnos objetivos.

“Muchas veces, el trabajo define nuestra identidad. Decimos ‘soy psicólogo’, ‘soy maestro’, ‘soy doctor’... Entonces, cuando uno deja ese mundo, hay que crear nuevos proyectos, espacios y roles que reconstruyan el ser hacia otros caminos”, agregó la experta.

En la misma línea, Helena Hirsberg, también psicogerontóloga e integrante de la APGU, expuso que, para muchos, el retiro laboral representa una pérdida. “Cuando uno se apoya en una única cosa que le da sentido a su vida y eso se pierde, se corre el riesgo de quedar sin nada, y ahí es cuando duele”, explicó.

Al igual que Couselo, Hirsberg entiende que la mejor estrategia es planificar, tener objetivos y buscar nuevas actividades e intereses. No obstante, el problema suele ser que la generación que hoy tiene 80 a 90 años no esperaba vivir hasta estas edades. “Una vez, una persona de 94 años me dijo que había planificado su vida hasta los 80”, contó la psicóloga, y agregó que “ahora sabemos que viviremos más y eso nos permite pensarnos en un futuro de otra manera”.

El tabú de la vejez.

De la mano con el retiro laboral está la noción de ‘volvernos más viejos’. En este sentido, Couselo sostuvo que “nos debemos un diálogo colectivo profundo para pensar cuáles son nuestros imaginarios respecto a esta etapa de la vida”. Y explicó: “Si pensamos a la vejez como una etapa deficitaria, es difícil generar un proyecto personal hacia el futuro, y si la vemos como una etapa de pérdidas, entonces hay un sufrimiento adicional”.

Sumado a eso, el retiro laboral pone sobre la mesa el miedo a perder el sentido de la vida, señaló Hirsberg. Según ella, el modo en que cada persona vive este momento depende de la forma en la que uno se ubica frente a los cambios y las pérdidas, no solo en la vejez, sino en la vida.

Más allá de las diferencias individuales, esta pérdida de control y sentido puede conducir a cuadros depresivos, indicó Couselo. A su vez, sostuvo que “todo dolor emocional genera un camino de salida en el cuerpo y depende de nuestra historia de vida hacia dónde lo canalizamos”. En este sentido, expresó: “La propuesta es tomar el control, crear oportunidades y espacios y no dejar que se patologice la situación”.

¿Qué podemos hacer cuando dejamos de trabajar?

Una de las claves para atravesar el retiro laboral de forma saludable es ser conscientes de las oportunidades que surgen. En primer lugar, hay que tener en cuenta que jubilarse “no quiere decir que dejemos de hacer cosas vinculadas al trabajo porque podemos crear otros espacios o emprendimientos dentro de lo productivo”, resaltó Couselo.

Además, podemos conectar con aspectos de la vida que quizá habíamos puesto en un segundo plano, como viajes y actividades de voluntariado. La psicóloga también señaló que “cuando aparece ese tiempo disponible podemos poner nuestra atención en situaciones que estaban, pero que no habíamos reparado en ellas, como vínculos familiares, de pareja y amistades”.

“Muchas veces venimos realizando aquello que se espera de nosotros, y en esta etapa podemos encontrarnos con nuestro real deseo”, subrayó.

Cuando uno deja de trabajar, se abre un mundo de oportunidades, pero para verlo hay que darnos el lugar para pensarlo y hablarlo. “A veces creemos que somos inmortales mientras vivimos y no traemos este tema a nuestra narrativa cotidiana”, expuso Couselo, y reiteró que la consecuencia de esto es que, cuando el momento llega, “si uno no generó un movimiento hacia otro lugar, hay un sufrimiento emocional por lo no previsto, lo no pensado”.

Por su parte, Hirsberg contó que ella se encuentra en la mediana edad y ya está preguntándose qué quiere hacer cuando deje de trabajar. “Siempre tuve ganas de aprender a tejer. Aunque suene vano, me daría una ocupación y la posibilidad de seguir dando algo”, comentó. Y concluyó: “Sentir que todavía podemos dar algo a alguien es maravilloso. Eso da vida”.

Pintar, adulto mayor
Mujer pintando.
Foto: Freepik.

Contener al otro durante su retiro laboral.

Del lado de la familia y los amigos, siempre hay algo que puede hacerse para ayudar. “Es importante generar esa palabra de ‘estoy acá’, ese acompañar y ese dialogar sobre el proyecto de vida”, afirmó Couselo. En general, cuando uno tiene un proyecto siendo joven, suele compartirlo y disfrutar de la etapa creativa, cosa que no suele suceder cuando llegamos al retiro laboral, dijo la psicóloga. ¿Por qué? “Porque hay prejuicios de lo que es dejar de producir y llegar a la vejez. No se presenta como una etapa de disfrute ni de continuidad con lo que venía siendo nuestra vida”, señaló.

En cuanto a Hirsberg, resaltó la importancia de que los familiares y amigos estén atentos a las señales. “Si la persona no llama por teléfono hace tiempo o si el portero del edificio o un vecino dice que no la ve hace días, eso quiere decir que está encerrada y no quiere salir”, comentó. En ese caso, o ante cualquier otra situación que llame la atención, lo mejor es llevarla con un profesional o planificar alguna actividad en conjunto o con otras personas.

“Si se levanta con una tarea para hacer, eso ya le cambia el día. No tienen que ser grandes cosas, sino tener un lugar a dónde ir o alguien con quién encontrarse. Eso puede cambiarle la vida”, finalizó la experta.

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