Redacción El País
Setiembre suele ser un mes de comienzos: quienes llevan una vida sedentaria sienten la necesidad de incorporar rutinas más sanas y se proponen nuevos objetivos de cara al año que viene. Entre los cambios más sencillos y efectivos aparece salir a caminar,una actividad segura, económica y fácil de mantener en el tiempo, que no requiere experiencia previa ni equipamiento especial.
Eso sí, se trata de caminar con intención, no de dar un simple paseo. Para que el ejercicio rinda, conviene mantener los brazos en movimiento y sin tensión, la cabeza erguida mirando al frente y la espalda derecha. La postura y la coordinación de los pasos hacen la diferencia en los resultados.
Los beneficios de caminar
Cuando se vuelve un hábito, la caminata regular ofrece múltiples ventajas:
- Favorece la flexibilidad de las piernas.
- Aumenta la resistencia y la fuerza.
- Ayuda a controlar el peso.
- Previene la diabetes tipo 2.
- Disminuye el dolor en articulaciones con artrosis.
- Fortalece los huesos y reduce el riesgo de osteoporosis.
- Contribuye a bajar el estrés y mejorar el descanso.
- Estimula el tránsito intestinal.
En definitiva, caminar es una puerta de entrada al movimiento y una forma de ganar vitalidad sin grandes exigencias.
La importancia de la fuerza después de los 60
Más allá de la caminata, la ciencia advierte que, con el paso de los años, se vuelve imprescindible sumar ejercicios de fuerza. El envejecimiento y los cambios hormonales —particularmente en las mujeres tras la menopausia— debilitan músculos y huesos, aumentando el riesgo de caídas, fracturas y pérdida de autonomía.
Una investigación de la Universidad de Copenhague, publicada en la revista American Journal of Physiology, mostró que el trabajo con pesas no solo ayuda a mantener la masa muscular, sino que también fortalece la conexión entre nervios y músculos, protegiendo a las neuronas motoras de la médula espinal. Esto resulta clave para conservar movilidad, equilibrio y calidad de vida en la adultez mayor.
Caminar es una práctica excelente a cualquier edad y más aún a partir de los 50. Sin embargo, los expertos coinciden en que, desde los 60, lo ideal es complementarla con rutinas de fuerza adaptadas a cada persona. El objetivo no es levantar grandes cargas, sino mantener el cuerpo fuerte, ágil y preparado para enfrentar los desafíos del paso del tiempo.
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