Avances médicos y cuidados clave frente al cáncer de próstata, el tumor más frecuente en hombres

El cáncer de próstata es el más común entre los varones. La edad, los hábitos y los antecedentes familiares inciden en su desarrollo, pero también hay formas de prevenirlo y tratarlo.

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Reproducción esquemática de la próstata.
Imagen: Commons.

Redacción El País
El cáncer de próstata es el tumor con mayor incidencia entre los hombres y una de las principales causas de muerte por cáncer en esta población. Se estima que uno de cada ocho varones será diagnosticado con esta enfermedad a lo largo de su vida.

La edad es un factor determinante: el 90% de los diagnósticos se dan en mayores de 65 años, con una media de 75. Sin embargo, en los últimos años se han logrado avances significativos. Gracias a nuevos tratamientos y al desarrollo del diagnóstico molecular, la sobrevida en pacientes con enfermedad avanzada se ha triplicado.

Entre los principales avances se encuentran terapias combinadas, como el uso de inhibidores de PARP junto con tratamientos hormonales y medicamentos dirigidos a células tumorales. Hace dos décadas, la sobrevida media era de 18 meses; hoy supera los 40.

La importancia del diagnóstico temprano

El análisis de PSA (antígeno prostático específico) en sangre se ha transformado en una herramienta fundamental para detectar tumores en etapas iniciales, cuando aún es posible aplicar tratamientos con fines curativos. Sin embargo, no se trata de una prueba preventiva, sino de una forma de diagnóstico precoz.

El cribado poblacional con PSA genera debate: puede llevar al hallazgo de tumores de evolución muy lenta que nunca habrían generado síntomas, lo que plantea el riesgo de intervenciones innecesarias. Por eso, los especialistas recomiendan su uso de forma personalizada, según el riesgo de cada paciente.

Actualmente, se aconseja hacer este control a partir de los 50 años, o desde los 40-45 si hay antecedentes familiares o mutaciones genéticas (como BRCA2), y hasta los 70-75 años.

Edad, herencia y hábitos: los factores de riesgo

El envejecimiento es el principal factor de riesgo, pero no es el único. Los hombres de raza negra y aquellos con familiares directos que hayan tenido cáncer de próstata tienen más chances de desarrollarlo, incluso a edades más tempranas. Se estima que un 10% de los casos tienen un componente hereditario.

cáncer de próstata

Los hábitos también influyen. Una alimentación rica en grasas animales y pobre en verduras, especialmente crucíferas como el brócoli o la coliflor, se asocia con mayor riesgo. El consumo de alcohol y el tabaquismo también son factores negativos.

Algunos estudios han observado una relación entre el uso frecuente de multivitamínicos o suplementos de zinc y niveles elevados de ácido fólico o vitamina B12 con un mayor número de casos, aunque estos vínculos requieren mayor evidencia. La obesidad, por su parte, no solo aumenta el riesgo de desarrollar la enfermedad, sino también su agresividad.

Alimentos protectores y estilo de vida

Diversas investigaciones señalan que ciertos alimentos pueden tener un efecto protector. Tal es el caso del tomate y la sandía, ricos en licopenos, antioxidantes que ayudan a proteger el ADN celular y se han vinculado con una menor incidencia de este tipo de cáncer.

También se ha observado que el consumo de soja y otras legumbres, por su contenido en fitoestrógenos, así como el café, tanto con cafeína como descafeinado, podrían estar asociados a un menor riesgo.

En cuanto al ejercicio físico, aunque los estudios son contradictorios, parece haber una relación positiva en mayores de 65 años que realizan actividad física intensa con una menor probabilidad de desarrollar la enfermedad.

Cómo se presenta y cuándo consultar

Con el paso de los años, es habitual que la próstata aumente de tamaño, lo que puede causar dificultades al orinar o afectar la función sexual. Esta condición benigna (llamada hiperplasia prostática) puede tener síntomas parecidos a los del cáncer de próstata, como la disminución o interrupción del chorro de orina, la necesidad de orinar más seguido —sobre todo de noche—, o ardor al orinar.

En etapas tempranas, el cáncer muchas veces no da señales. Cuando el tumor crece, pueden aparecer síntomas como sangre en la orina o en el semen, disfunción eréctil o molestias urinarias similares a las de la hiperplasia.

En fases más avanzadas, la enfermedad puede causar dolores óseos (por metástasis), fatiga, pérdida de peso, hinchazón en las piernas o complicaciones neurológicas si hay compromiso de la médula espinal.

El valor de los ensayos clínicos

Muchos de los avances en el tratamiento del cáncer de próstata han sido posibles gracias a ensayos clínicos realizados a nivel mundial. Participar en estos estudios, cuando está indicado, puede abrir nuevas opciones terapéuticas para los pacientes y contribuir al desarrollo de tratamientos más efectivos.

El mensaje es claro: conocer los factores de riesgo, llevar hábitos saludables, hacerse controles a tiempo y estar atentos a los síntomas son claves para enfrentar una enfermedad que, detectada a tiempo, puede tratarse con éxito.

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