Vitamina D: por qué es clave para la salud y qué dicen realmente los estudios más recientes

Se habla mucho de la vitamina D, pero no todo lo que circula en redes es cierto. Qué rol cumple, cuándo medirla, a quién suplementar y qué dice la evidencia científica actual.

Mano sostiene capsulas de Vitamina D
Mano sostiene capsulas de Vitamina D
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En tiempos en que la ciencia circula por redes sociales desprovista de contexto y rigurosidad, la vitamina D es hoy protagonista.

Lo primero: la vitamina D no es una simple “vitamina”, sino una prohormona con acción en casi todos los tejidos del cuerpo humano. Tradicionalmente asociada a la salud ósea, hoy sabemos que su rol es mucho más amplio: modula el sistema inmune, participa en la regulación de la presión arterial, influye en el metabolismo de la glucosa y podría jugar un rol en la prevención de enfermedades autoinmunes e infecciosas, y participar de otras como la depresión y el sobrepeso.

El cuerpo la produce en la piel con la exposición solar, pero este mecanismo se ve afectado por múltiples factores: la latitud, la estación del año, el uso de protectores solares, la pigmentación de la piel y la edad. En Uruguay, entre abril y octubre, la síntesis cutánea es prácticamente nula. (1) A esto se suma una dieta generalmente deficiente, ya que está presente en alimentos poco consumidos y costosos pescados grasos, yema de huevo, alimentos fortificados. Solo el 10% de la vitamina D que necesitamos proviene de la dieta habitual.

Según publica el estudio Estado de la vitamina D en adultos uruguayos aparentemente saludables, en invierno y en Montevideo, el 89% de los adultos sanos tienen niveles insuficientes o deficientes de Vitamina D mientras que en el año 2000, los adultos con niveles bajos apenas eran el 25% (1).

Este panorama local refleja una tendencia global: entre 2000 y 2022, alrededor del 15,7% de la población mundial mostraba niveles de 25‑OH‑Vit D menores a 30 nmol/L (<12 ng/mL), y casi el 48% tenía valores inferiores a 50 nmol/L (<20 ng/mL)(2).

¿Qué dicen realmente los estudios sobre vitamina D y el corazón?

Una de las afirmaciones más citadas recientemente surge de un malentendido sobre estudios como el VITAL (Vitamin D and Omega-3 Trial), publicado en The New England Journal of Medicine en 2019 (3).

Este ensayo controlado y aleatorizado —el diseño más robusto en medicina— analizó a más de 25.000 personas durante cinco años para evaluar si suplementar con 2000 UI diarias de vitamina D3 prevenía eventos cardiovasculares o cáncer. ¿El resultado? No se hallaron beneficios cardiovasculares significativos, pero tampoco riesgos. Es decir: la vitamina D no previno infartos, pero tampoco los causó.

Tampoco lo hizo en el subestudio VITAL-Rhythm, que evaluó específicamente el riesgo de fibrilación auricular: no hubo diferencias entre el grupo que recibió vitamina D y el grupo placebo. Otros metaanálisis de la última década, como el de Theodoratou et al. (BMJ, 2014), concluyen que, si bien los niveles bajos de vitamina D se asocian a mayor riesgo cardiovascular en estudios observacionales, no se ha demostrado que la suplementación lo modifique sustancialmente.

Mujer con comprimido de vitamina D en la mano
Mujer con comprimido de vitamina D en la mano
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Correlación no implica causalidad

Un error frecuente en la interpretación de datos científicos es asumir que si dos eventos ocurren juntos, uno causa al otro. Es cierto que las personas con enfermedad cardiovascular suelen tener niveles bajos de vitamina D. Pero eso no implica que suplementar revierta el riesgo, pero mucho menos que la vitamina D lo genere.

De hecho, la deficiencia de vitamina D es más prevalente en personas mayores, con obesidad, con menos exposición al sol o con enfermedades crónicas —todos factores que también aumentan el riesgo cardiovascular. Es lo que se conoce como “confusión por variables asociadas”.

Y agrego la conclusión de este estudio que ejemplifica mi afirmación anterior: "La suplementación con vitamina D podría beneficiar a ciertos grupos de riesgo, ya que mejora las variables metabólicas, reduciendo el estrés oxidativo y los resultados cardiovasculares. Se necesitan más estudios para definir las intervenciones con vitamina D en hombres y mujeres" (4).

¿ Medir o no medir?

Quienes deberían medir sus valores de vitamina D independientemente de su edad: las personas con osteoporosis o fracturas por fragilidad, mujeres embarazadas o lactantes, individuos con enfermedad renal crónica o enfermedad hepática; también quienes toman anticonvulsivantes, tienen tuberculosis o ciertos linfomas, así como personas obesas o con VIH positivo.

Medir Vitamina D en personas sanas que no caben dentro de ninguna de esas características, es considerado un exceso y hasta una moda (entiendo que por los costos que implica el estudio, tanto para el consultante y como para el sistema de salud), pero me llevé sorpresas no gratas en los últimos años trabajando con mujeres +40.

Si la mujer puede hacerlo, personalmente lo incluyo en los análisis para diseñar la estrategia nutricional en el 100% de los casos, la vuelvo a medir en cuatro a seis meses idealmente y con esos resultados evalúo necesidad y dosis de suplementación a futuro. Una vez que dio baja, en mi experiencia, siempre es necesario ajustar con suplementación, evaluando al menos anualmente hasta conocer la respuesta individual de la persona.

¿Cuánto es suficiente y cuánto es demasiado?

Las principales sociedades científicas coinciden en que concentraciones de 25(OH)D por debajo de 20 ng/mL indican deficiencia, entre 20 y 30 insuficiencia, y que niveles óptimos se sitúan entre 30 y 50 ng/mL. Por encima de 150 ng/mL podría haber toxicidad, pero alcanzar esos niveles requeriría dosis diarias muy elevadas, sostenidas en el tiempo y sin supervisión médica.(5)

La suplementación segura y razonable, entre 2000 y 4000 UI/día, no se ha vinculado a efectos adversos, incluso dosis de hasta 10.000 UI/día pueden considerarse tolerables en ciertos contextos clínicos.

En mi experiencia, de los últimos 20 años con personas con sobrepeso, 2 de cada 10 personas supera el punto de corte de 30 ng/Ml en sangre y solo 1 se ubica en cifras deseables de 45 a 70 ng/ml

Además, en personas con obesidad, con osteoporosis, mujeres en post menopausia, mayores de 70 años o con poca exposición solar, las necesidades aumentan. El tejido adiposo (grasa) secuestra vitamina D, haciendo que los niveles en sangre sean más bajos, aunque no necesariamente haya una deficiencia funcional.

¿Hay que suplementar?

La suplementación no cura todas las enfermedades, pero prevenir su deficiencia sí mejora la calidad de vida y tiene efectos beneficiosos.

El impacto sobre la energía, defensas, salud ósea y gestión de peso es en mi experiencia clínica, significativa.

Y lo más importante: no representa un riesgo cardiovascular cuando se utiliza correctamente.

En suma

La vitamina D es una aliada, no una enemiga. Atribuirle efectos nocivos como “aumentar el riesgo de infarto” es una simplificación peligrosa, que ignora la complejidad de los datos y la necesidad de interpretación crítica. La evidencia disponible, tanto a nivel nacional como internacional, no apoya esa afirmación. Al contrario: mantener niveles adecuados de vitamina D es una estrategia segura y potencialmente beneficiosa para la salud global, siempre que esté supervisada por profesionales.

Combatir la desinformación es una tarea de quienes trabajamos en salud y comunicamos. Porque cuando la ciencia se malinterpreta, las consecuencias no son teóricas: afectan decisiones reales, miedos cotidianos y abordajes que sí salvan vidas y mejoran el bienestar de las personas.

Fuentes consultadas

1. Estado de la vitamina D en adultos uruguayos aparentemente saludables, en invierno y en Montevideo Juan C. Bagattini*, Enrique Barrios† , Raúl Barañano‡ , Gastón Moratorio§ , José María Montes, Silvana G. Laporte**, Rosina Ordoqui††, Fiorella L. Cavalleri‡‡, Carlos Ortega§§, Thaïs Forster.

2. Cui A, Zhang T, Xiao P, Fan Z, Wang H, Zhuang Y. Global and regional prevalence of vitamin D deficiency in population-based studies from 2000 to 2022: A pooled analysis of 7.9 million participants. Front Nutr. 2023 Mar 17;10:1070808. doi: 10.3389/fnut.2023.1070808. PMID: 37006940; PMCID: PMC10064807.

3. Principal results of the VITamin D and OmegA-3 TriaL (VITAL) and updated meta-analyses of relevant vitamin D trials JoAnn E Manson 1, Shari S Bassuk 2, Julie E Buring 3; VITAL Research Group

4. Efectos de la vitamina D sobre el riesgo cardiovascular y el estrés oxidativo Guillermo Renke 1 2, Bernardo Starling-Soares 3, Thomaz Baesso 2, Rayssa Petronio 2, Danilo Aguiar 2, Rafaela Paes 2

5. Rev Osteoporos Metab Miner vol.6  supl.1 Madrid mar. 2014
https://dx.doi.org/10.4321/S1889-836X2014000500001 ¿Cómo utilizar la vitamina D y qué dosis de suplementación sería la más idónea para tener el mejor balance eficacia/seguridad?

Torres del Pliego E., Nogués Solán X.

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