Se acerca el Día del Niño y qué mejor oportunidad para hablar sobre la alimentación infantil. Las encuestas nacionales reflejan datos preocupantes en relación a los más chicos: presentan cada vez más enfermedades crónicas, esas que llamamos “de adultos”, como la hipertensión y sobrepeso (4 de cada 10 niños tienen sobrepeso en Uruguay).
En centros de educación se impulsan campañas de cantinas saludables y en Montevideo, a través de la intendencia, se promueven desayunos y meriendas saludables.
Lo que comemos diariamente, tanto en casa como en la escuela es importante y si bien suele asociarse la merienda con alimentos más apetitosos, es una comida clave, tal como lo es el almuerzo o la cena.
Cuando los niños salen de la escuela, tras un largo día de actividades, la merienda es fundamental para recuperar las energías.
A la hora de elegir qué mandarles a los pequeños, es importante evitar la monotonía de opciones e introducir algunas variaciones. Se pueden cambiar rellenos, agregar frutos secos e incluso permitir, cada tanto, algún antojo dulce.
¿Qué debe tener una buena merienda?
Algunos alimentos son siempre un sí en la alimentación de los niños, entre ellos considerá que su dieta incluya:
—Cereales. ideales para recuperar las energías. Pan o galletas, le darán al infante, la energía necesaria para el buen funcionamiento cerebral y muscular.
—Lácteos. Vale enviar en la lunchera un vaso de leche (con o sin cacao en polvo), un yogur natural o de frutas, un trozo de queso. Estos alimentos son ricos en calcio y aportan proteínas favorables a su crecimiento.
—Frutas. Elegí las de estación. Puede ser también un jugo natural de frutas. Ofrecen alto contenido de fibras y de vitamina C.
—Agua. La bebida ideal tanto para calmar la sed como para hidratarse.
Alimentos que deben limitarse en las meriendas:
Tener cintura para elegir las meriendas de los más chicos es un desafío porque solemos caer en mandarles productos que resuelven rápido, pero de calidad nutricional nula.
A continuación te presento cinco alimentos que no deberían enviarse manera diaria y aclaro que como opción un día, no son motivo de preocupación.
1. Galletitas de paquete.
Se caracterizan por la combinación de grasas y azúcares. Son pocos los niños que comen 2 o 3 galletas, la mayoría termina el paquete de manera rápida y pide más. En su composición tienen dos ingredientes nocivos, tanto para los chicos como los grandes de la casa: jarabe de maíz y aceites hidrogenados.
El jarabe de maíz de Alta Fructosa (JMAF) contiene fructosa y glucosa, no puede ser considerado biológicamente igual a la sacarosa (azúcar). La fructosa se metaboliza en el hígado y el tipo de alimentación occidental contiene mucha fructosa añadida que termina dañando el hígado. EL JMAF (no es la FRUCTOSA de las frutas, a no confundir) causa un malfuncionamiento mitocondrial, obesidad y enfermedades relacionadas A más JMAF contenga un alimento peor será para tu salud.
Por su parte, el aceite hidrogenado, aceite de palma o también “aceite vegetal hidrogenado”, se encuentra en galletas, pero también en papas fritas, productos horneados y alimentos prefritos congelados. Las grasas trans sintéticas promueven la inflamación, que es el sello distintivo de la mayoría de las enfermedades agudas y/o crónicas.
Las galletas y panes industriales deben evitarse como consumo diario, hay que tratar de sustituirlas por algún bizcocho casero tanto dulce como salado, controlando cuanta azúcar o sal y el tipo de grasas que se usen en su elaboración.
2. Embutidos. El consumo diario de alimentos embutidos —ya sea jamón o similares, en rellenos de bizcochos, en sándwich, aumenta la ingesta diaria de sal desde edades tempranas. Comer demasiado sodio favorece una presión arterial más alta en niños, a medida que los niños consumen más sodio, tienden a comer más calorías.
Los embutidos son ricos en nitritos y nitratos. El nitrito de sodio es un conservador muy usado y agente antimicrobiano que da el color y sabor junto a otros colorantes y aromas químicos. Queremos evitar la sal, el principal ingrediente a alejar de los niños por su efecto sobre el corazón ya que aumenta el riesgo de hipertensión arterial a largo plazo y causa problemas circulatorios, así como los nitritos que pueden convertirse en nitrosaminas sustancias químicas nocivas en el organismo.
3. Jugos de caja. En este grupo se incluyen juguitos en caja, leches saborizadas, bebidas deportivas e incluso energizantes, que cada vez se consumen a menor edad. Contienen altas cantidades de azúcar y calorías vacías.
4. Snacks salados. Los snacks de bolsa, tales como papitas o incluso algunos nuevos en el mercado de colores radiactivos y sabores exacerbados, contienen colorantes y saborizantes que están relacionados al mayor desarrollo de hiperactividad en los niños.
Los frutos secos tostados al natural son una opción más sana y además aportan grasas saludables, vitaminas liposolubles y algunos minerales difíciles de encontrar en otros alimentos.
5. Cereales en caja. Estos cereales se caracterizan por su packaging dirigido al público infantil, cajas coloridas, con personajes infantiles y muchas leyendas de adicionado en vitaminas y minerales, incluso algunos son con granos integrales, pero pueden estar llenos de azúcares y la cantidad de fibra agregada es mínima.
Algunas listas de ingredientes enmascaran la cantidad de azúcar en un producto y evitan tener “azúcar” como primer ingrediente. Podés encontrar azúcar con otros nombres, tales como fructosa, azúcar moreno, miel, caña, concentrados de jugo de frutas, el jarabe de maíz de alta fructosa.