Montevideo se prepara para recibir una propuesta innovadora y con garra charrúa: la primera Copa Uruguaya de Vino. Una competencia que fusiona el espíritu del fútbol con la pasión por el vino, y que busca, ante todo, derribar mitos alrededor del mundo vitivinícola y acercarlo a un público más amplio, joven y diverso.
La idea surge de la mano del sommelier y máster en gestión de negocios vínicos Agustín Álvarez, y de Nicolás Capello, winemaker. “Venimos trabajando juntos en distintos eventos y el año pasado mientras preparábamos uno, se me ocurrió la idea de juntar fútbol y vino. Nico se copó” y así nació la idea, contó Agustín. La sinergia se siente en el aire: son apasionados del vino, pero van más allá y buscan generar comunidad a su alrededor.
Una copa, ocho bodegas.
La Copa Uruguaya de Vino se inspira en el formato de un torneo eliminatorio. Ocho bodegas competirán a lo largo de siete cenas, que se realizarán de forma mensual. La primera es este viernes 25 de abril y la última será en octubre. Cada velada enfrentará a dos bodegas que, mediante maridajes y votación del público, buscarán avanzar a la siguiente fase: “Comenzamos en cuartos de final, luego vienen las semifinales en agosto y setiembre, y la gran final en octubre”, detalló Agustín.
Lejos de la lógica de la competencia tradicional, acá el espíritu es colaborativo. La idea es construir y acercar a los amantes del vino a las bodegas y al público en general al mundo del vino. Las cenas se realizarán en Viti Bar de Vinos (Colón 1543, Ciudad Vieja), un lugar con el que los organizadores se sienten alineados.. “Confiamos 100% en Facundo Connio, quien está a cargo de la cocina. Tiene un nivel de ejecución y creatividad que nos da una tranquilidad”, aseguró el sommelier.
Cata a ciegas.
Cada cena tendrá cuatro pasos, tres maridajes competitivos y un postre. “La gente vota por cada plato. Se les sirve dos vinos a ciegas y deben elegir cuál les gustó más y cuál maridó mejor”, explicó Agustín.
El detalle distintivo es que, tras cada paso, se revelarán los vinos y los representantes de las bodegas compartirán las historias detrás de sus etiquetas. Este ida y vuelta es clave: “La gracia es que el público se acerque a las bodegas. No hay mejor embajador que quien hizo el vino”, dijo Agustín.
La curaduría de las bodegas también es una declaración de principios. El criterio fue claro: proyectos familiares, de pequeña o mediana escala, con identidad. “Algunas bodegas son muy tradicionales, otras más nuevas, pero todas tienen algo que decir. Son proyectos interesantes”, señaló Agustín.
Desmitificar el vino.
Una de las misiones más claras de esta copa es romper con la solemnidad que muchas veces rodea al mundo del vino. “Tenemos que desmitificarlo y volverlo más cercano para todos”, opinó Agustín. Y añadió: “El vino en Uruguay no tiene un problema de tradición o historia. Tiene un problema de conexión con el público joven y general. Nuestra tierra es de vino y tenemos que luchar para que más gente lo tome, lo entienda y lo disfrute”.
Para saber más, puede visitarse el Instagram de la copa en @copauruguayadevino.
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