Redacción El País
Dan Buettner, investigador estadounidense y autor de varios libros sobre longevidad, lleva años estudiando las llamadas Zonas Azules: regiones del mundo donde las personas superan con frecuencia los 90 y 100 años en buen estado de salud. A partir de sus observaciones, identificó cuatro tipos de alimentos que, según su criterio, no deberían tener lugar en la heladera de quienes buscan vivir más y mejor.
El primer grupo lo integran las bebidas azucaradas y ultraprocesadas, como refrescos, jugos envasados o energizantes. Son productos con muchas calorías y pocos nutrientes, que además contribuyen al aumento de peso y a enfermedades como la diabetes tipo 2. En las comunidades longevas, explica Buettner, se prioriza el consumo de agua, té o café sin azúcar.
Carnes procesadas: un riesgo silencioso
Otro grupo que el experto recomienda mantener lejos son las carnes procesadas y los embutidos: fiambres, salchichas y productos similares. Su consumo habitual se asocia a un mayor riesgo de enfermedades cardíacas y algunos tipos de cáncer. En las dietas más saludables, la carne se usa con moderación y, cuando se incluye, suele ser magra y en porciones pequeñas.
Snacks salados y ultraprocesados
También figuran entre los productos a evitar los snacks industriales con alto contenido de sal, como papas fritas, galletas saladas o aperitivos de paquete. Estos alimentos, muy comunes sobre todo entre los más jóvenes, contienen grasas poco saludables y prácticamente nada de fibra. En cambio, las comunidades más longevas optan por frutos secos naturales, frutas o verduras como opción de picoteo.
Dulces que alteran la salud
El cuarto grupo está formado por los dulces ultraprocesados, como caramelos, galletitas industriales o postres empaquetados. Además de generar picos de azúcar, promueven la resistencia a la insulina y contribuyen al desarrollo de enfermedades metabólicas.
El secreto está en casa
Para Buettner, el punto de partida hacia una vida más larga y equilibrada está en el entorno doméstico. “Lo que tenés a mano determina lo que comés”, suele decir el experto. Por eso, sugiere revisar el contenido de la heladera y la despensa, eliminar los productos ultraprocesados y priorizar alimentos frescos, naturales y de origen vegetal.
Así como el ejercicio y el descanso son pilares del bienestar, la alimentación cotidiana —y las decisiones simples sobre qué compramos y guardamos— pueden marcar la diferencia entre una vida más corta y una más plena.
En base a El Tiempo/GDA
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