Milenka Duarte, El Comercio/GDA
La vida es como una montaña rusa: momentos altos, momentos bajos, oportunidades y desafíos. A medida que crecemos atravesamos múltiples situaciones adversas que pueden poner en peligro nuestra motivación para lograr nuestras metas. Por eso, es importante practicar la resiliencia.
¿Qué es la resiliencia?
La resiliencia se refiere a la capacidad humana para afrontar, adaptarse y recuperarse de manera positiva ante situaciones adversas, desafíos, traumas, pérdidas o cualquier evento estresante. Ciertamente, es una habilidad que nos permite superar los obstáculos.
La resiliencia depende de una combinación de factores. Un punto fundamental es la capacidad de adaptación, que nos permite poder adecuarnos a las circunstancias cambiantes y manejar el estrés y las emociones de manera efectiva, buscando siempre soluciones y recursos que nos orienten a enfrentar los problemas.
De igual manera, la confianza en uno mismo es otro aspecto clave. Asimismo, diversos estudios demuestran que es importante tener relaciones de cariño y apoyo en momentos de necesidad.
¿Cómo podemos desarrollar la resiliencia?
Actitud positiva: Si trabajamos arduamente por desarrollar una mentalidad más optimista, lograremos enfrentar las adversidades desde una perspectiva más constructiva. También ver los desafíos como oportunidades para aprender y crecer, en lugar de verlos como fracasos, nos ayuda a desarrollar la resiliencia.
Metas realistas: Trazar metas alcanzables y dividirlas en pasos más pequeños nos permite avanzar de manera progresiva en la dirección hacia la que queremos llegar, lo que nos ayuda a mantenernos motivados. Además, el sentimiento de logro refuerza nuestra confianza y mejora nuestra autoestima.
Red de apoyo: Mantener conexiones saludables con amigos y familiares puede proporcionarnos un valioso apoyo emocional durante momentos de dificultad, ya que nos brindan un espacio seguro para expresar nuestras emociones y sentimientos.
Aceptación: La aceptación implica reconocer y aceptar las circunstancias que no podemos cambiar, pues al dejar de luchar contra lo inevitable, podemos reducir el estrés y la ansiedad. De igual forma, esto nos permite adaptarnos más fácilmente a nuevas circunstancias y hallar la manera de avanzar, a pesar de los obstáculos.
Por último, es importante recordar que la resiliencia no significa que no experimentemos dolor o tristeza durante momentos difíciles, sino que hace referencia a la capacidad que tenemos de recuperarnos y seguir adelante, pese a las experiencias negativas por la que podemos estar atravesando.