¿Por qué tenemos pesadillas? Expertos explican qué pasa en el cerebro cuando dormimos y cómo evitar sueños feos

Las pesadillas pueden decir mucho sobre nosotros mismos, pero también es importante distinguirlas de otros trastornos y evaluar qué hábitos podemos cambiar para dormir mejor.

Mujer en la cama tapándose la cara
Mujer en la cama tapándose la cara
Foto: Freepik.

Hay un mundo enigmático y extraordinario al que accedemos solo cuando dormimos: el de los ensueños. Este mundo, sin embargo, puede tornarse sombrío y causarnos miedo o angustia: cuando eso pasa, significa que hemos entrado en el terreno de las pesadillas. Pero, ¿por qué aparecen? ¿Qué tan normal es padecerlas? Y, ¿podemos hacer algo para evitarlas?

Para empezar, es importante señalar que los ensueños —malos y buenos— son mecanismos cerebrales que sirven para procesar emociones, consolidar la memoria y resolver problemas. Ocurren principalmente en la fase de sueño REM o de movimientos oculares rápidos.

Según la neuropsicóloga clínica Valeria Francia —especialista en terapia cognitivo-conductual y mindfulness—, no hay que demonizar las pesadillas en el sentido de que, “lejos de ser algo anormal u horrible”, tenerlas de forma esporádica, cada tanto, no debe encender las alarmas: “Es un signo de que el cerebro está trabajando con temas que nos resultan difíciles”.

No obstante, lo anterior no significa que estemos “condenados a sufrirlas”. Cuidar la salud mental y sostener hábitos saludables —sobre todo, en lo que tiene que ver con la higiene del sueño— son estrategias básicas que pueden ayudarnos a reducir su frecuencia y el malestar que nos generan.

Cuando las pesadillas requieren atención médica

El doctor en Medicina y Neurociencia Pablo Torterolo resaltó que si bien “tener un mal sueño que nos despierte cada tanto es totalmente normal porque es parte del funcionamiento del cerebro, si se vuelve repetitivo y genera problemas al otro día, puede tratarse de una patología del sueño”. Estos ‘problemas’ pueden ser desde estar de malhumor hasta no poder concentrarse o tener miedo de dormir y soñar lo mismo.

En la misma línea, la neuróloga Cecilia Orellana, especialista en Medicina del Sueño y directora de Somnocentro, indicó que en caso de tener pesadillas recurrentes —por ejemplo, una o dos veces por semana— es importante consultar a un experto para realizar el diagnóstico y tratamiento adecuado. Se diferencia de otras patologías del sueño porque es “una actividad onírica que la persona recuerda y que hace que se despierte de forma brusca”. No es lo mismo que los terrores nocturnos, donde la persona grita o mueve las piernas, pero al despertarse no recuerda haber tenido una pesadilla o un mal sueño.

Insomnio, ansiedad
Hombre angustiado y ansioso no puede dormir.
Foto: Freepik.

De todas formas, la especialista aclaró que las pesadillas pueden estar acompañadas de “eventos físicos” como la sensación de que el corazón late rápidamente o una sudoración excesiva.

Torterolo —que dirige el Laboratorio de Neurobiología del Sueño de la Facultad de Medicina de la Universidad de la República— agregó que muchas veces las pesadillas están vinculadas al trastorno por estrés postraumático, que resulta de haber vivenciado un evento desagradable y, valga la redundancia, traumático. Orellana coincidió y mencionó otros desencadenantes, como la privación o interrupción del sueño.

“Las personas que tienen una predisposición, que muchas veces es genética, a sufrir parasomnias —trastornos de la conducta durante el sueño asociados a episodios breves, como las pesadillas— pueden verse más afectadas si durmieron pocas horas la noche anterior o si se despertaron por algún ruido”, señaló. También comentó que hay medicamentos que aumentan el riesgo de sufrir parasomnias, como los betabloqueantes.

Estrés de día, pesadillas de noche

Los ensueños angustiantes también pueden ser un llamado de atención para bajar la pelota y estar más calmos. “Una persona muy estresada tiene grandes posibilidades de tener una pesadilla, así que tratar el tema de la ansiedad durante la vigilia es importante para mejorar lo que vive durante el sueño”, afirmó Torterolo. Lo mismo aplica para el uso de pantallas antes de dormir: cualquier contenido —posteos, películas, etcétera— que genere malestar predispone a un mal sueño.

En este sentido, la neuropsicóloga Francia llamó a “cuidar la salud mental, hablar de lo que nos preocupa, hacer psicoterapia, practicar técnicas de respiración y meditación, y escanearnos antes de ir a dormir para ver cómo estamos; si estamos nerviosos o ansiosos y hacer algo al respecto”. En caso de sentir miedo a tener otra pesadilla, existen enfoques terapéuticos específicos como reescribir el contenido de ésta para “sacarla de la cabeza y reducir su impacto”.

Otro aspecto a revisar es si uno tiene o no una buena higiene del sueño, es decir, hábitos que promuevan un descanso nocturno de calidad. Cualquier factor que pueda alterar el sueño —como el consumo de drogas, alcohol o bebidas energizantes antes de dormir— aumenta las chances de tener pesadillas. Algunas recomendaciones son establecer una rutina de sueño regular, mantener el dormitorio oscuro, fresco y silencioso y limitar el tiempo en pantalla.

Ansiedad, angustia, pánico
Hombre estresado.
Foto: Freepik.

Deseos reprimidos

El psicoanálisis tiene una visión particular sobre las pesadillas. De acuerdo al psicoanalista Santiago Silberman —coautor de Verdades no dichas e Imperfectos junto a Ornella Benedetti—, “los ensueños son realizaciones de deseos y esto incluye también aquellos que nos son difíciles de aceptar porque nos generan culpa, vergüenza o asco”. Esta tensión “entre lo que deseamos y lo que nos permitimos desear” hace que a veces uno tenga una pesadilla y se despierte sintiendo angustia, miedo o culpa.

Lo anterior no es necesariamente malo: en general, se trata de “un mal menor para no tener uno mayor, porque si todos cumpliéramos libremente nuestros deseos, la vida en sociedad sería imposible”.

Por su parte, la psicoanalista Benedetti indicó que los ensueños tienen mucho valor en el trabajo clínico porque permite evaluar qué está diciendo esa escena sobre el paciente y por qué la trae a la consulta esa y no otra. De esta manera, al ir más allá de la superficie, “asoma el verdadero deseo”. Silberman acotó: “Después verá qué quiere hacer con él, pero al menos puede ponerlo en palabras”.

Ahora bien, ¿por qué hay pesadillas que se repiten en varias personas —como caídas al abismo o persecuciones—, si estos eventos hablan de cada individuo en particular? Lo que pasa, según Benedetti, es que hay ciertos miedos que son universales: perder algo o a alguien, fracasar, quedarse solo, etcétera. Y “aunque la escena sea parecida, lo que está en juego en cada sueño es completamente distinto y singular”.

Por ejemplo —mencionó—, dos personas pueden soñar con la muerte de un ser querido, pero para una puede representar un duelo real que no terminó de elaborarse y para otra puede ser el temor a que un vínculo se termine o una culpa por desear algo.

Para Torterolo, “es lógico que soñemos cosas similares” porque vivimos en sociedad y tenemos problemas similares; con los hijos, el trabajo, la pareja, etcétera. Francia coincidió y agregó que las personas compartimos la estructura del cerebro y procesamos el miedo de formas parecidas. Por eso, hay escenas que aparecen una y otra vez y funcionan como metáforas universales de la ansiedad, la inseguridad o la pérdida.

No es lo mismo

¿Pesadillas o trastorno de conducta del sueño REM?

Hay otras patologías del sueño que pueden confundirse con pesadillas. Una de ellas es el trastorno de conducta del sueño REM, donde la persona sueña una situación agresiva y como resultado lanza patadas o golpes mientras está dormido. Orellana mencionó que se da sobre todo en hombres mayores de 60 años y que no significa que sean agresivos de día; “al contrario, habitualmente son gente tranquila, que se llevan bien con todo el mundo, pero en la noche tienen estos eventos. Incluso pueden llegar a golpear a la persona que duerme con ellos, pero no es que quieran hacerlo”.

En las pesadillas, en cambio, uno puede soñar que es perseguido o atacado, pero no actúa, es decir, no se mueve ni se tira de la cama.

La neuróloga resaltó la importancia de un “buen diagnóstico” que puede incluir un estudio del sueño, también llamado polisomnografía, para evaluar la presencia de esta u otras patologías. “Hay personas que tal vez no tendrían pesadillas si tuvieran otros trastornos del sueño solucionados”, aseguró.

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