Redacción El País
Si alguna vez sentiste que estás rodeado de personas que te agotan, te hacen dudar de vos misma o te llevan a cuestionar tu propio valor, es un escenario que para muchos no es aislado.
Amistades, vínculos laborales o relaciones románticas pueden reproducir dinámicas que terminan siendo nocivas. A veces se interpreta como casualidad o mala suerte; otras, como si ciertas personas “tóxicas” simplemente aparecieran una y otra vez en el camino.
Sin embargo, también puede ocurrir que determinados comportamientos propios estén abriendo la puerta a esos vínculos.
La repetición de relaciones dañinas es un patrón frecuente y suele tener raíces emocionales profundas. Explorar cómo funciona esa atracción y qué mecanismos la sostienen permite comenzar a desarmarla y dar paso a vínculos más saludables.
Características. Según un informe realizado por Héctor Lazo para El Comercio, las personas consideradas tóxicas —incluyendo perfiles narcisistas— suelen presentar una autoimagen distorsionada, basada en una percepción exagerada de sus habilidades o méritos.
Les cuesta aceptar críticas y suelen proyectar sus inseguridades en los demás para evitar asumir errores. También buscan admiración constante, dependen de la validación externa y pueden recurrir a la manipulación emocional para conseguir lo que quieren. Esto incluye tácticas como la culpa, el victimismo o el gaslighting, que lleva a la otra persona a dudar de su propia percepción.
Otro rasgo común es la facilidad para generar conflictos y deteriorar relaciones ajenas. La crítica hacia personas cercanas, la desaprobación ante nuevos vínculos o los intentos de aislar a la pareja o a un amigo son parte de estas dinámicas.
Además, suelen mostrarse encantadores al inicio, exagerando atenciones y afecto para establecer una conexión intensa que luego pueden retirar de manera repentina.
Por qué los atraemos.
Varios factores personales pueden predisponer a una persona a vincularse con perfiles tóxicos:
• Baja autoestima: cuando uno no se valora adecuadamente, puede tolerar malos tratos o comportamientos dañinos.
• Límites poco claros: la dificultad para decir “no” facilita que otros se aprovechen.
• Empatía elevada: una fuerte predisposición a comprender y ayudar puede ser utilizada por personas con intenciones manipuladoras.
• Modelos aprendidos: crecer en entornos donde predominaban vínculos conflictivos puede normalizar estas dinámicas en la vida adulta.
• Atracción por la intensidad: algunas personas confunden intensidad emocional con afecto genuino, repitiendo relaciones inestables.
• Búsqueda de validación externa: depender del reconocimiento ajeno aumenta la vulnerabilidad frente a manipulaciones.
Reconocer estas raíces no implica culpa, sino comprensión. Entender de dónde vienen los patrones permite comenzar a modificarlos.
Vínculos saludables.
Relacionarse desde un lugar sano aporta beneficios a distintos niveles.
Un vínculo estable y respetuoso ofrece apoyo emocional en momentos difíciles, ayuda a fortalecer la autoestima, reduce el estrés cotidiano y aporta compañía y sentido. Además, una pareja equilibrada promueve el crecimiento personal y favorece un entorno donde ambas personas pueden desarrollarse.
Romper el ciclo de este tipo de relaciones tóxicas requiere identificar los patrones propios, así como también fortalecer el amor propio y establecer límites que sean claros.
Con el desarrollo de ese trabajo emocional, es posible construir vínculos que resulten más equilibrados y positivos.
En base a El Comercio/GDA