Redacción El País
Arrancar la semana puede ser, para muchos, una tarea cuesta arriba. Cansancio, desgano, irritabilidad o incluso tristeza son sensaciones que suelen aparecer al sonar la alarma del lunes. Este conjunto de síntomas tiene nombre: se conoce como el “efecto lunes” y combina factores físicos, emocionales y sociales que interfieren con el bienestar y la productividad.
El término alude a esa sensación de apatía o ansiedad que invade a buena parte de las personas al retomar el ritmo laboral o académico. Según psicólogos y especialistas en sueño, no se trata solo de falta de ganas, sino de un desajuste real del organismo tras el descanso del fin de semana.
Cuando el reloj interno se desordena
Durante los sábados y domingos, es común dormir más horas, acostarse más tarde o alterar las comidas y horarios habituales. Ese pequeño cambio desregula el ciclo circadiano —el reloj biológico que regula el sueño, la energía y el ánimo—, lo que explica la dificultad para concentrarse o sentirse activo el lunes.
A esto se suma lo que algunos expertos llaman “síndrome del domingo”: una mezcla de ansiedad y nostalgia que aparece al anticipar la vuelta a las obligaciones. Si la persona no se siente satisfecha con su trabajo o estudio, ese malestar tiende a intensificarse.
Señales de alerta
El “efecto lunes” puede manifestarse de distintas formas. Entre las más frecuentes se encuentran:
- Dificultad para levantarse.
- Apatía o irritabilidad.
- Falta de concentración.
- Dolor de cabeza o tensión muscular.
- Baja productividad.
- Deseo constante de que llegue el próximo fin de semana.
Si bien estos síntomas suelen ser pasajeros, cuando se repiten con frecuencia pueden afectar la salud emocional y física. De hecho, se ha observado que los niveles elevados de cortisol —la hormona del estrés— al inicio de la semana aumentan el riesgo de ansiedad, depresión y enfermedades cardiovasculares.
Cómo suavizar el inicio de semana
Los especialistas en salud mental coinciden en que prevenir el “efecto lunes” implica mantener una rutina estable, tanto en el descanso como en las actividades diarias. Algunas estrategias útiles son:
- Respetar los horarios de sueño. Evitar trasnochar los fines de semana ayuda a mantener el equilibrio del reloj biológico.
- Planificar el lunes. Dejar preparadas las tareas, ropa o pendientes reduce la sensación de caos al comenzar la jornada.
- No saturarse de compromisos. Disfrutar del descanso sin excesos de alcohol, comidas o pantallas favorece la recuperación física y mental.
- Cuidar la alimentación. Optar por comidas livianas y evitar estimulantes como la cafeína o el tabaco mejora el descanso.
- Incorporar pequeños rituales placenteros. Escuchar música, caminar o desayunar sin apuro pueden marcar la diferencia en el estado de ánimo.
Volver a empezar, con otra mirada
Transformar los lunes en un punto de partida más amable es posible. Mantener hábitos estables, priorizar el descanso y reducir las tensiones del domingo son pasos simples que contribuyen a un mejor equilibrio emocional.
El problema no es el lunes en sí, sino cómo llegamos a él. Cambiar la forma de prepararnos para empezar la semana puede ser el primer paso para dejar atrás la sensación de que todo cuesta más al volver a la rutina.
En base a El Tiempo / GDA